12. Pecado favorito

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Dudó por un par de segundo su debía tocar la puerta aún así si él la había citado allí

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Dudó por un par de segundo su debía tocar la puerta aún así si él la había citado allí. Recordar sus palabras le produjo un escalofrío por todo el cuerpo y su mano rozó la madera de la puerta en un intento de volver a tocarla pero se detuvo en seco antes de hacerlo. Era extraño, sabía que esta no era su habitación real, sino una cabaña momentánea mientras estaban prófugos de la justicia, pero la seguía sintiendo como algo íntimo. Era donde él estaba más vulnerable, donde dormía, donde descansaba, donde se sentía en confianza y él la había invitado allí.

Tomó aire y contó hasta tres. No podía intimidar por una puerta así de sencilla cuando se había enfrentado a cosas peores como los mismos titanes.

Toc, toc, toc.

Listo, lo había hecho pero sus nervios habían incrementado a un mil por ciento ahora que esperaba que el le abriera. Los segundos eran largos y los minutos eternos en la demora del varón pero nada se compararía con lo que su cuerpo sentiría al verlo parado allí. Su rostro se mostraba calmado, lo contrario como estaba el de ella, su brazo recostado en el marco de la entrada y su cabello ligeramente despeinado hacia que quisiera besarlo allí mismo.

—Pensé que nunca llegarías. – bufó amargado mientras se echaba hacia atrás dándole la pasada.

¿Como no lo haría? Llevaba esperando este momento todo el día, no iba a posponer esto por absolutamente nada.

—Lo importante es que llegue. – fingió no darle importancia pero su expresión estoica duro menos de lo que esperaba al ver el cuarto. Su boca se abrió al sorprenderse que era mucho más grande que el suyo y no tenía que compartir cama con alguna compañía molesta (como Sasha) que no lo dejara dormir bien.

Bueno, ella no lo dejaría dormir pero por otros motivos.

—¿Te aseguraste que nadie te haya visto venir? – el cosquilleo en su estómago no tardó en reaccionar al sentir su aliento rozar con suavidad su nuca.

—Sí, todos dormían... – cerró sus ojos cuando una de las manos del hombre acariciaba uno de sus hombros mientras con la otra, en un movimiento ágil arrebató la bufanda en un dos por tres dejándola en algún lugar del piso. Al estar la piel de su cuello expuesta, no tardó en ser nuevamente víctima de los ataques de sus besos y mordidas acrecentando cada vez más el calor entremedio de sus piernas.

Esto se sentía muy familiar pero definitivamente su sueño no tenía nada que envidiarle a la realidad.

Los dedos masculinos se movían con destreza entre los botones de su blusa desabrochando cada uno de ellos dejando sus pechos desnudos a la vista.

—¿Dónde están tus vendas? – gruño entre el hueco de su hombro tomando cada uno de sus senos entre sus manos disfrutando de cada apretón que les daba. Sentir sus pezones efectos entremedio de sus dedos le fascinaba.

—Mis costillas ya están mejor, no los creí necesarias, capi...– jadeó cuando Levi le dió un apretón al botón de sus pechos en forma de queja. – Levi...

—¿Por qué eres tan desobediente? – con agilidad la volteo para quedar frente a frente y sus ojos miraron con descaro la parte sin conocer del cuerpo de su subordinada. Eran espectaculares y lo estaban volviendo loco. Relamió su boca al verse succionando cada uno de sus pezones erguidos y con un apetecible color rosado. Mikasa sintió sonrojarse al ver como él mordía su labio inferior y sus ojos se consumían por el deseo.

Las finas manos de la chica tomaron con delicadeza las mejillas del hombre obligándolo a mirarla directo a los ojos. Sin esperar más, sus bocas se unieron en un fogoso beso. Habían pasado unas pocas horas desde la última vez que los había saboreado pero parecían ser años. Se extraño al notar que el sabor de sus labios era distinto al que había probado con anterioridad. Era algo parecido a la hiel, un sabor amargo que no podía compararse con el gusto dulce por el que sus besos se caracterizaba.

Eso no la detuvo en lo absoluto.

A medida que la besaba, guiaba su camino a su cama con pasos torpes y algún que otro tropezón. Cuando Levi sintió sus piernas chocar con su colchón fue cuando se sentó en él agarrando de la cintura a su acompañante y dejarla caer en su regazo. Un tenue alarido fue lo que alertó al hombre y cortó de forma abrupta el beso. Al mirarla así, con sus ojos ensanchados, sus mejillas sonrojadas, y su boca ligeramente abierta, ocasionó que la oscuridad de sus ojos se esfumara y en su reemplazo, volviera el azul en ellos.

—¿Pasa algo? —preguntó con preocupación. No quería incomodarla. — Si quieres parar, puedes decirme.

Ella negó con su cabeza.

—¡No! No es eso... — Levi encarnó una ceja y Mikasa bajo la vista avergonzada. — ¿Q-Qué está tan duro?

Levi abrió sus ojos y la miró asombrado.

—Eso es... – era incómodo explicárselo cuando ella estaba en esa posición. – Eso es una erección.

Las mejillas de Mikasa se tornaron aún más rojas y ocultó su faz en la hombrera del mayor quien de forma inmediata comenzó a darle caricias amables en su cabeza para tranquilizarla, aunque sea un poco.

—Sus labios saben distinto. — soltó de repente llamando la atención de Levi. La chica se adelantó dándole una explicación antes de que él la pidiera. — Están más amargos...

El hombre curvó sus labios en una imperceptible sonrisa. En la hora de la cena Hange le había sorprendido con una botella de vino añejo encontrado en la cocina de una de las cabañas y había bebido un par de copas.

—¿Has probado el vino Mikasa? – La fémina negó con la cabeza. – Acabas de hacerlo, y lo volverás a hacer. — Sus dientes ansiosos mordieron con picardía el labio inferior de la (casi) mujer para volver a retomar el ritmo. Mikasa dio un respingo al sentir sus labios unirse una vez más pero no perdió el tiempo y sus manos se dirigieron a su camisa y con ineptitud intentó desabotonar cada botón de la prenda masculina sin romper el beso. Al completar su tarea no dudó en desprenderla de su cuerpo con desesperación. Suspiró al ver el torso desnudo de su supremo y él en respuesta la abrazó más fuerte, acercando aún más sus cuerpos.

—¿Ahora no le importa que consuma alcohol? — habló entremedio del beso con su respiración agitada. Entre besarlo y frotarse frenéticamente contra él e intentar saciar el fuerte calor que sentía allí abajo, respirar no era prioridad.

—Estamos cometiendo una falta peor. — gruñó dándole un fuerte agarrón con ambas manos a su trasero haciéndola jadear fuertemente.

—Pensé que odiaba pecar.

A pesar de que su tono era serio, Levi sabía que estaba bromeando.

Con un movimiento veloz, cambiaron de posiciones y ahora ella se encontraba bajo él. Por la forma en la que había caído en el colchón su blusa se encontraba totalmente abierta dejando una vista totalmente apetecible para el varón. Él, sin perder mucho tiempo, tomó ambas muñecas de la joven con su mano derecha, mientras que con la izquierda deslizó su mano entre su ropa interior impacientando más a Mikasa.

Quería ser tocada por él. Necesitaba saber lo que haría con su mano.

—Odio el pecado, no al pecador. — aclaró interín besaba cálidamente cada pedazo de piel que se encontraba a la vista.

—En ese caso...— exclamó entre gemidos sonoros. — Eres mi pecado favorito...

Ella no pudo evitar gemir al sentir como el hombre jugaba lentamente con sus aureolas dando vueltas en círculos. El contraste de temperatura al sentir su saliva caliente sobre sus pezones era realmente...

Fantástico. Fabuloso. Exquisito.

Era...excitante

Sin duda sería una larga noche.

Fin del capítulo.

———

Yo se que están celebrando ahora mismo 👀

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐔𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐍; rivamikaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang