20. La huida

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Sabía que esto era un error, pero lo necesitaba

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Sabía que esto era un error, pero lo necesitaba. Ella estaba triste, herida y cansada de ver a sus amigos morir. La poca cordura que quedaba en ella Sasha se la había arrebatado y llevado con ella a la tumba. Estuvo por más de una hora sentada bajo la lluvia abrazada de sí misma intentando convencerse que no se había ido, que ella seguía viva.

Si no lo supiera mejor, creería que ella estaría a su lado riendo y comiendo como solía hacerlo.

Sus pies temblorosos tenían un camino fijo y nada podría detenerla de cometer semejante estupidez.

¡Oh, vamos! No me digas que tienes miedo de esto ¿o si?

Cerró sus ojos y guardó sus lágrimas. La extrañaba. La extrañaba mucho.

Paró en seco cuando llegó a su destino y lo observó detenidamente. Habían pasado años desde la última vez que estuvo allí dentro junto a su compañía. Suspiró pesadamente. Aún podía devolverse y evitar todo esto... ¿Debería...? No. Estaba decidido, ella lo haría. Con su mano dió tres golpes llamando a la puerta.

Exactamente diez segundos después escuchó el sonido del pestillo siendo liberado y lo vió. Hacía mucho tiempo que no lo veía de esa manera.

—¿Mikasa? ¿Qué estás...? – sin dejarlo terminar, lo tomó bruscamente del cuello y presionó sus labios con los suyos en un necesitado beso. Por el impulso del salto, ambos se encontraban dentro del cuarto. Mikasa no perdió tiempo y comenzó a desabotonarse sola su camisa pero la mano de Levi la detuvo ocasionando que la azabache levantara su vista con sus cejas fruncidas. – Detente.

—¿Por qué? – imperó fría. – No será la primera vez que me verás desnuda. – cada palabra que salía de su boca era un botón menos para liberar su torso.

La mirada de Levi seguía cada movimiento que Mikasa ejercía. Trató de respirar pero no pudo porque todo el aire era consumido por esa diabólica mujer.

—No creo que sea buena idea...

—Por primera vez estoy de acuerdo con usted, capitán. – sus labios estaban peligrosamente cerca y Levi no podía contenerse por más tiempo. – Es una pésima idea no cogerme.

Abrió sus ojos por el impacto de sus palabras. Su mirada dejó de concentrarse en su boca para mirar directamente a sus orbes y fue la primera vez que los vió cansados, apagados y sin vida. Eran casi irreconocibles. Su toque se sentían como espinas que se adherían a su piel y no se detendrían hasta que tuviera heridas y sangre .

Su linfa era fría como el hielo, y un corazón reconstruido de piedra. Su actitud demandante y la manera en la que le estaba hablando sería su perdición. Ella podía conseguir todo lo que quisiera cuando lo encontrará completamente solo como la personificación misma de sus peores intenciones. Era la única que era capaz de sacar su lado salvaje en plenitud.

Mikasa era la tentación misma.

—Tsk. Mocosa persistente.— La mujer ahogó un gemido cuando su espalda chocó contra la puerta y sintió las manos de Levi a cada costado de su cabeza aprisionandola para él.

—No me llames mocosa.

Fue lo último que el mayor alcanzó a escuchar antes que ella apresara nuevamente sus labios. Levi no lo pensó demasiado y la tomó por los muslos provocando un gemido ahogado de su acompañante. Las largas piernas femeninas apresaron su cintura obligándolo a pegarse más a ella.

———

Se levantó con calma de la cama y tomó su camisa para comenzar a vestirse nuevamente.

Eso fue tal y como lo recordaba.

—¿Ya te vas? — preguntó curioso al verla levantarse de la cama y pasar sus brazos por las mangas de su blusa.

—Sí. Tengo asuntos importantes que atender. — comentó dándole la espalda cuando terminó de abotonarse su último botón. Al terminar de arreglarse volteó hacia él. Al contrario de ella. aún se encontraba desnudo. —Sobre lo que ocurrió recién...— sus manos comenzaron a peinar su corto cabello — No significa que voy a venir todas las noches.

Levi asintió indiferente.

—Me parece bien. — sus ojos se encontraban cerrados pero aún así sentía la mirada de Mikasa sobre él. — ¿En que tanto piensas?

Mikasa se encontraba de pie completamente vestida con su mirada perdida. Se cruzó de brazos y frunció sus labios.

—Supongo que pasó de página muy fácilmente. Dígame, ¿Cómo lo hizo?

El hombre se levantó tomó sus boxers y sus pantalones para proceder a pasarlos por cada una de sus piernas.

—No sé a qué te refieres. – exclamó sin importancia pero ver la paz tan  extraña de Mikasa lo alarmó.

—Ya veo... – cruzó ambos brazos y lo miró con desafecto. – Es eso lo que hace, finge que nada ocurrió tal y como lo has hecho estos últimos cuatro años.

Levi no pronunció alguna y su expresión se mantuvo sería al igual que siempre. Mikasa al darse cuenta que no tendría respuesta siguió hablando.

—He de felicitarlo, ha decir verdad me sorprendió lo bien que olvidó haber oído mi nombre o conocerme. – habló sin una sola gota de sarcasmo, lo había dicho con total honestidad. Odiaba admitirlo, pero era realmente bueno haciendo como si nada pasara. Adoraría tener esa habilidad innata como él la poseía. – De todas maneras...–el tono de su voz se mantenía estático pero fue su expresión lo que la delató. – ¿De verdad cree que merecía todo eso cuando yo lo quería tanto? ¿Merecía ser usada y descartada tan apruptamente? – el coraje se hizo de notar con su última pregunta y aunque todo su cuerpo le pedía a gritos que fuese y golpeara al causante de su dolor más grande, no lo hizo.

Mantuvo el control.

—Ese es el problema de las niñatas...

—No me llames niña...– interrumpió pero la voz de Levi siguió hablando por sobre la suya.

—Creeme que cuando eres joven, no sabes absolutamente nada. ¿Quererme? No me hagas reír, lo único que sentías por mi era deseo...

—¡Tu solo me utilizaste porque no sabias enfrentar la realidad!

El silencio inundó la habitación y ambos azabaches mantenían la mirada sobre el otro.

De pronto, Levi dio largos pasos en dirección a Mikasa quien al darse cuenta se mantuvo estática con un pequeño temblor en sus piernas.

—Tu tampoco sabes hacerlo, es por eso que viniste a mi habitación hoy,  – cesó sus pasos cuando estuvo lo suficiente cerca de ella y alzó una ceja. – ¿No es cierto?

Mikasa tragó fuerte y no eran solo sus piernas las que temblaban, sino su cuerpo entero.

—Va a llegar un día, en el que me vas a extrañar. — profesó captando la atención del azabache. Aún así se mantuvo inexpresivo. — Lo harás una vez que toda esta mierda pase. – decretó con una sonrisa irónica. – Ese día volverás a mí, ¿Y sabes qué? Será tarde.

Levi soltó una carcajada pero Mikasa se mantuvo firme. No iba a volver a llorar por él.

—Si no te has dado cuenta, tu eres la que ha venido siempre a mí.

Finalmente lo comprendió. Demoró cuatro años largos en aceptarlo y entenderlo pero lo había hecho.

Nunca podría escucharlo junto a Levi. Jamás sentiría su calor en sus brazos.

No servía de nada reeler las páginas de un libro que jamás debió existir. Era una historia la cuál merecía ser prendida en fuego.

Las cosas con él no cambiarían por más que quisiera.

Fin del capítulo.

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐔𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐍; rivamikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora