"-Odio el pecado, no al pescador."
Te conocí en el peor de los tiempos, en el mejor de los crímenes y yo nunca había necesitado de nada más. Las mentiras eran blancas y piadosas, tu necesitabas un motivo y yo nunca había hecho esto antes. Pero aún n...
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"Creo que deberíamos detenernos"
Sus palabras sonaban en un círculo interminable en su cabeza. En el momento había ocultado sus ganas de llorar pero cuando el hombre se marchó ya no pudo contenerse más.
Era humillante. Era vergonzoso. Fue horrible.
¿Esto era lo que llamaban desilución? Conseguir algo que llevaba anhelando durante semanas y perderlo tan de repente siendo naufraga de su propia desesperanza a que volviera a ocurrir algo entre ellos, definitivamente era una sensación que no quería volver a experimentar.
Aún sentía la presencia de sus labios por sobre su cuello y no podía estar segura pero tenía un sentimiento particular que las marcas invisibles de sus besos persistirían por un largo tiempo. Su aroma seguía impregnado en ella como el olor a humo que rondaría por un tiempo en sus recuerdos. ¿Qué hubiera pasado si no paraban en ese momento? ¿Si no lo hubiera dejado ir? ¿Si...? No. No sacaba nada con preguntarse casos hipotéticos que ya no pasaron, lo único que tenía que hacer era vivir su vida como si nada pasó, pero, ¿Como? Recordar lo sucedido anoche viene en flashbacks y los ecos de su voz retumbaba en su memoria sonando algo difusos. Se decía a sí misma que debía de olvidarlo todo pero seguir adelante después de él es imposible cuando todavía lo ve todo en su cabeza pintado como un retrato exacto.
En su mente, había imaginado mil escenarios de cómo sería la próxima vez que lo viera y en todas ellas quedaba paralizada con todas las palabras en la punta de su lengua apunto de ser dichas pero algo fuerte la retenía. No sabía si finalmente los regaños de su capitán le habían hecho efecto a guardar sus impulsos o simplemente era el efecto que él tenía en ella.
—¿No tienes hambre?
Mikasa miró a su compañera y negó con la cabeza. Pensar tanto le había quitado el apetito.
—No. Puedes comerlo si quieres – un brillo en particular iluminó los ojos de Sasha al escuchar la respuesta afirmativa a sus deseos.
—¡Graci...!
—¿No deberías comer algo? No te he visto tocar cubierto alguno desde la mañana. – interrumpió Armin preocupado. Conocía a Mikasa como la palma de su mano y sabía que llevaba cargando con algo hace semanas aún si intentará ocultarlo.
Estaba más fría que de costumbre y eso es mucho decir.
—Si he comido. – mintió. – En el almuerzo comí demasiado pan, eso es todo.
—Sasha, dale de vuelta su ce...– poco a poco calló sus palabras al ver a la castaña intentando masticar con sus mejillas llenas de comida. – ¿Sabes? No te preocupes, compartiré cena con Mikasa.
—Eren, no es necesario, tú necesitas comer.
—Bien, si el necesita comer, Connie y yo podemos darte de nuestra cena, ¿Cierto, Connie? – con su codo le dio unos fuertes golpes en su brazo haciendo que su amigo se quejaba fuertemente para después sonreír y dar una respuesta afirmativa.
