-𝟒- 𝓥𝓲𝓼𝓲𝓽𝓪 𝓷𝓸𝓬𝓽𝓾𝓻𝓷𝓪

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En cuanto crucé la puerta de mi casa vi a mi madre, ella estaba parada frente a la puerta como si me estuviera esperando, estaba con los brazos cruzados y se veía algo molesta. Traté de no demostrarme nerviosa, solo sonreí y cerré la puerta con cuidado.

— Hola mamá— dije con una pequeña sonrisa.

— Se supone que debías llegar mucho más temprano— dijo ella con con enojo.— ¿Que tienes que decir al respecto?

Rápidamente busqué en mi mente una buena mentira, cabe aclarar que soy muy mala mintiendo pero no está de más intentar hacer un pequeño esfuerzo para poder salvarme de esta.

— Me encontré con Samantha— dije segura de mi misma. Típico meter a tu mejor amiga en tu problemas— Fuimos un momento al parque.

Creí que había funcionado sin embargo el rostro de mi madre cambio completamente al de una verdadera psicópata.

— Me llamó el padre Ramón.

Mierda.

— Me dijo que escapaste en medio del día!— gritó histéricamente— ¡¿Como se te ocurre?!

— Entonces por qué confías tanto en mí?— dije indiferente— Sabías que escaparía de todas formas.

— Eres increíble— dijo con frustración.

— Lo sé— dije con una sonrisa.

En verdad no quería pelear pero ella me estaba obligando.

— No me vengas con tu sarcasmo!— gritó aún más fuerte.— Te enviaré a una maldita escuela de monjas.

— Cuidado mamá, no maldigas, Dios te observa— dije finalmente dispuesta a irme pero ella me agarró bruscamente del brazo.

— Es suficiente, harás tus maletas y mañana mismo te llevaré a la escuela de monjas— dijo entre dientes.

— No puedes hacerme eso, mi vida está aquí, tengo a Samantha, no puedo dejarla aquí!— grité intentá soltarme de su agarre.

— Crees que me importa? No permitiré que te vuelvas una pecadora!— ella gritó apretando mucho más fuerte mi brazo.

En verdad quería llorar y suplicarle que no hiciera eso pero eso no es propio de mí, mi orgullo no me lo permite. Justo cuando estaba apunto de rendirme ante ella mi padre llegó por la puerta con una cara de confusión, seguramente nuestros gritos se escuchaban en todo el barrio.

— ¿Que sucede aquí?— preguntó con la tranquilidad que lo caracterizaba.

— Tu hija irá directamente a la escuela de monjas y no trates de detenerme!— dijo ella ahora mirando a mi padre.

— No te lo permitiré.

— Tengo todo el derecho, soy su madre!

— Yo soy su padre!

— Pues no lo parece!

Y así continuó hasta que la pelea no se trataba solo de mí transcurrió tocando temas mucho más profundos que solo ellos entendían. Los gritos se intensificaban y mis lágrimas estaban apunto de salir pero no lo permitiré. Así fue siempre desde que tengo memoria, pelea tras pelea.

Ahora estaba sentada en las escaleras escuchando todo lo que se decían, en realidad no sabía por qué seguía ahí cuando podía haber escapado a mi habitación. Sentí como alguien tocaba mi hombro, era Lizzie, se veía asustada por todos los gritos. Le tomé de la mano y la llevé a su habitación.

Ella estaba temblando así que la metí a su cama.

— Se van a divorciar?— preguntó entre lágrimas.

♬ Sweet Bad Boy ♬ Louis Partridge ♬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora