-𝟏𝟎- 𝓔𝓵 𝓪𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸

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Papá siempre me leía los libros del señor de los anillos antes de que me fuera a dormir, me encantaba la forma en la que narraba y los efectos especiales que agregaba, fue ahí donde aprendí a amar las historias de fantasía. Mi relación con papá fue la mejor nos llevábamos muy bien, así era antes de que naciera Lizzie, ahora llegaba tarde del trabajo y ya no tenía tiempo para nada y cada vez se alejaba más, junto a eso las peleas constantes con mamá se hacían presentes y ese hogar que antes era mínimamente decente ya no tenía más esa luz.

Extrañaba a papá.

Extrañaba sus anécdotas del trabajo, extrañaba ver películas con él, pero un día acepté que ya nada sería lo mismo y que Lizzie no recibiría el mismo amor paterno que yo recibí.

Esa mañana fue un tanto diferente, la casa estaba más ruidosa de lo normal gracias a algunas ollas y sartenes resonando con torpeza, eso provocó que me despertara al igual que mi curiosidad, al parecer no fui la única pues Lizzie salió de su habitación al mismo tiempo que yo.

— ¿Nos están robando?— preguntó la pequeña asustada, Lizzie ya estaba vestida con su uniforme de la escuela primaria.

Respondí elevando los hombros.

Ambas bajamos las escaleras con cuidado tratando de no hacer mucho ruido, decidí asomarme a la cocina que era el lugar proveniente de todo ese ruido, me sorprendí al ver a papá haciendo unos pancakes en la sartén el volteó hacia nosotras sorprendiéndose de igual manera.

— Papá?— preguntamos ambas con confusión.

— Hijas buenos días!— dijo con una notable alegría.— Coman se les hará tarde.

Era extraño verlo con tanta energía, incluso era extraño que nos estuviera haciendo el desayuno, todo era extraño y me parecía que aquí había gato encerrado, ambas nos sentamos en la mesa y frente a nosotras descansaban unos pancakes quemados. Lizzie me miró con confusión y preguntando con la mirada si debíamos comer, le hice una seña de afirmación y ambas empezamos a comer con mucho cuidado.

— Y mamá?— pregunté.

— Salió— dijo mi padre con simpleza.

Me quedé callada observándolo, él mantenía una sonrisa la cual no sabía si era real o forzada, pero había algo en sus ojos ¿Melancolía? ¿Tristeza? No lo entendía así que decidí preguntar:

— ¿Sucede algo?

— No sucede nada, cariño— dijo con una pequeña sonrisa.

— Si, si sucede— insistí— Por qué de repente nos estás haciendo en desayuno en lugar de ignorarnos?

— Yo no las ignoro... ¿Un padre no puede hacerle el desayuno a sus hijas?

— Tal vez lo haría un padre que si quiere a sus hijas— dije bajando la cabeza con el ceño fruncido.

Pip— dijo él tratando de insistir.

Pippin o Peregrin fue el apodo que mi padre me puso cuando yo era pequeña, decidió llamarme así porque el decía que era muy traviesa y tenía mucha energía al igual que el personaje del señor de los anillos. Hace años que él no me llamaba de esa manera así que eso era indicador de que algo pasaba.

— Está delicioso papá— dijo Lizzie intentando calmar el ambiente.

— Gracias cariño.— dijo mi padre ahora con la voz apagada.

Lizzie y papá hablaron durante el desayuno, mi pequeña hermana parecía estar feliz por el cambio de actitud de nuestro extraño padre, yo por mi parte decidí quedar en silencio comiendo mis pancake carbonizados. El ambiente de alegría fue interrumpido por la bocina del autobús que recogía a Lizzie así que ella salió a toda prisa.

♬ Sweet Bad Boy ♬ Louis Partridge ♬Where stories live. Discover now