-𝟐𝟕- 𝓓𝓲𝓪𝓼 𝓰𝓻𝓲𝓼𝓮𝓼

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Han sido días muy raros últimamente, no me siento como yo misma y eso me inquieta muchísimo. Casualmente el clima describe exactamente mi estado de ánimo actual, el cielo es gris, simplemente gris, porque las gotas de lluvia nunca terminan por llegar y no hay ni un solo rayo de sol.

Mientras camino hacia la escuela hay dos cosas rondando por mi cabeza constantemente, mejor dicho, dos personas: mi madre y Louis. En primer lugar estoy totalmente involucrada en tratar de ayudar a mi madre, claro, ella nunca fue la mejor madre del mundo pero ahora que conozco la otra cara de la moneda siento la necesidad de buscar alguna manera de ayudarla.

Por otro lado, está Louis. No me quito de la cabeza la escena de él y Acacia besándose. De tan solo pensarlo me dan ganas de llorar y en estos días que estoy más sensible, siento que el simple soplido de una pequeña brisa podría derrumbarme.

Sí, así de sensible estoy.

Ni siquiera me he atrevido a tocar mi teléfono, solo sé que he recibido llamadas constantes de Louis y mensajes de Sammy. Pero simplemente no pude responder a nadie.

Apenas entré a la escuela me dirigí directamente a la oficina de la consejera escolar. Tuve que esperar un momento a que ella llegara, me encontraba algo nerviosa ya que yo nunca antes había estado ahí para hablar con ella. Un par de veces vi a Louis salir de aquí con cara de pocos amigos. ¿Qué tipo de cosas hablaría aquí?

En ese momento llegó una mujer bien vestida cargando unas carpetas.

— Oh buenos días, _____— me miró con sorpresa la que supongo era la consejera— No esperaba verte a aquí.

Sonreí levemente preocupada.

— Buenos días— me levanté para darle la mano— ¿Como es que sabe mi nombre?

— Mi trabajo es conocer a los alumnos— dijo mientras me hacía pasar a su oficina.

Acomodó sus cosas en su escritorio mientras yo esperaba observando todo a mí alrededor.

— Por favor siéntate— dijo con una voz tranquilizadora.

Me senté justo frente a ella.

— Bien, dime ¿Qué te trae por aquí?— preguntó— Generalmente los alumnos no vienen por cuenta propia.

— Es raro estar aquí, pero la verdad necesito ayuda— solté.

Ella me miró espectante.

Le conté lo que había pasado con mi madre, toda la historia, de pies a cabeza, ella escuchó atentamente y casi no habló, simplemente escuchó y eso me llegó a tranquilizar, fue como quitarme un peso de encima. Quise llorar pero no me lo permití en lo absoluto.

— Entonces estás buscando la manera de ayudar a tu madre ¿No es así?— preguntó.

— Así es.

— Bueno, según veo ella es muy importante para tí— se acomodó en su asiento y le miró.

— Antes nos llevábamos como gatos y perros, siempre eran peleas constantes, y nunca lograba conectar con ella, pero ahora que veo el otro lado de la moneda no puedo evitar sentirme culpable— me encojo de hombros.

— Tu madre en este momento de su vida se debe sentir muy sola. Claro, tú y tu hermana están siempre con ella, pero sentirse solo va mucho más allá de eso, no es lo mismo estar solo que sentirse solo.— explicó— Lo que te aconsejaría hacer es que le hagas saber a tu madre que no está sola y que tú estarás ahí con ella para apoyarla, también ayudaría mucho que fuese a terapia.

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