especial ❛50k❜

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—Bebé, yo creo que si nos apuramos, mejor—le hablé a Tae suavecito para que no se arrechara. Uno tenía que ser precavido en esta vida.

No es que yo estuviese muy azarao' por llegar a la bendita heladería para sentarnos a comer, pero yo creo que mientras más temprano llegáramos, más rápido íbamos a regresar y podíamos pasar el resto de la tarde acostados sin hacer absolutamente nada, como deberían ser todos los domingos.

Y más que hoy como que tenía más flojera de la normal y solamente me provocaba estar echado con Taehyung, así amurrungaditos, hablando paja de cualquier vaina o simplemente haciéndonos cariños relajao'.

Pero según él, teníamos muchos días sin salir para ningún lado. Pero embuste, claro que me decía aquella paja para convencerme de consentirlo. Y yo siempre caía como el propio guevón.

—Calma, las tortas no se van a acabar—comentó medio riéndose.

Yo me volví a explayar en su cama mientras que él seguía dándose el postín escogiendo cuál combinación de pulseras se le podía ver mejor hoy. Siendo sincero y sin caerme a mí mismo a coba, yo tenía una malaya fascinación por Taehyung y sus pulseras, me encantaba que siempre cargaba cualquiera de esos periquitos en las manos. Bien fueran pulseras de esas de acero delgadas, o pulseritas de tela, o anillos de cualquier tipo.

Y como muchísimas vainas que conforman una lista entera, era una cuestión que yo tenía de fetiche y no me había enterado sino después de haberme empatado con el chamito en cuestión.

Vainas de vainas.

—Ajá, pero tu favorita corre el riesgo—insistí desde la cama, a ver si se movía.

—Mmm, no creo.

—Bueno, pero ¿ya nos vamos?

—Voy.

Volteé los ojos de nuevo, suspirando con ladilla. Coño, yo no decía nada que el carajito se dedicara a su apariencia. Pero estaba cansado de decirle que no le hacía falta tanto arreglo, si él era bello y estaba claro en lo claro.

—Epa, amor ¿y mi teléfono?—escuché que preguntó y abrí los ojos.

— ¿Qué voy a saber yo?

De todas formas me senté en la cama y empecé a revolver la cobija a ver si lo había dejado abajo, después busqué por debajo de las almohadas a ver quién quita. Pero tampoco.

— ¿Dónde lo pusiste?

—Aquí en la mesita.

Me quedé viendo la mesita al lado de la cama como si el aparato fuese a aparecer de una vez nada más por eso. Intento fallido, cabe resaltar.

—Min.

— ¿Qué?

—Yo te lo presté hace rato.

— ¿Qué fue, vale? Claro que no.

Yo me taladré el coco a ver si me acordaba de él dándome el celular en algún momento hoy, pero no, mano. Y este que está aquí no tenía ni fallas de memoria ni era loco. Así que no me joda.

—Sí—alargó, haciendo gestos con las manos—. Hace rato, cuando te mostré el video.

— ¿Cuál video?

— ¿Te estás haciendo el loco?—quiso saber y se cruzó de brazos.

Ah vaina, pues, ahora sí me acomodé yo.

—Que no, nojoda. ¿No ves que me quiero ir ya? ¿Pa' qué coño te voy a esconder la vaina esa?

Me levanté de la cama y me saqué el teléfono del bolsillo del pantalón para intentar el último recurso: marcarle a él y que la jodia esa sonara para saber dónde estaba por fin.

Lacra meets Pajúo ↠ yoontae.Where stories live. Discover now