❛09❜

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—Entonces ¿cómo vas a hacer?

—Bueno, ya mandé a investigar por ahí con unos contactos que yo tengo. Si la persona estudia allá, ya se debió de haber regado el chisme.

—Y pregunto, en caso de que se haya regado tú debes de estar más rayado que un CD ¿con qué cara te vas a llegar para allá?

Me quedé prensando un momento en lo que iba a contestar, pero simplemente no tenía qué decir ni quería seguir hablando del tema. Así que lo ignoré monumentalmente mientras seguía sacudiendo la pelota de goma contra la pared. Con mi primo habíamos terminado de hacer lo de hoy, en pleno calorón pero qué íbamos a hacer.

—Bríndate un refresco ahí, pues—pedí después de varios minutos en silencio y aburridos.

—Jódete.

—Marico, aquí vamos a estar hasta que al papá tuyo le dé la gana de pasarnos a buscar y yo estoy demasiado ladillado para irme caminando. Por lo menos para pasar la sed.

—Ay sí, pir li minis piri pisir li sid... olvídate.

Me tuve que resignar a no insistir más y quedarme callado, porque si empezábamos a pelear no terminábamos hoy. De pronto, inconscientemente me vino un pensamiento, pero así de sorpresa y sin yo querer. Me acordé justamente del día en la universidad en el que se me antojó un nestea pero nadie me quería brindar, ni los perros de amigos que tengo. Hasta que un mariquito fue el que me lo compró sin conocerlo ni nada. Pero lamentablemente ese chamito aquí no se iba a aparecer por arte de magia para brindarme un refresco también. Qué vaina.

— ¿Pensando en tu culito?—escuché al guevón preguntar de repente. Pero me le quedé viendo sin entender.

— ¿Ah?

—Zuá.

—Seriedad vale, dijiste algo, ¿qué?

—So.

—Mámalo.

—Mímili.

—Marico, de bolas que yo nunca voy a entender por qué si yo hago una guevonada me tachan de mente de pollo, y tú que te portas como un carajito te aman todos—respondí arrecho de su comportamiento.

—Eso es porque según tu mamá misma, eres la oveja negra—se burló, riéndose después, todavía seguía caminando de aquí para allá buscando abanicarse con una cartulina.

—Prefiero el término lacra líder, gracias, de nada.

—Bueno, decía que estabas sonriendo como un mismo marico ahorita. O estás pensando en un culito, o en la jeva, o en el carajito que te lateaste en...

—Te voy a joder, mardito. Te voy a zampar un solo coñazo porque ya te estás pasando de mamaguevo con el chalequeo—interrumpí y exploté de la arrechera, apuntándolo con el juguete de goma que tenía en la mano, listo para lanzársela en la jeta para que dejara de hablar paja.

—Vergación, ya te arrechaste pues. Cálmate, respira.

No le paré bolas a lo que siguió diciendo porque me llegó una tremenda idea a la cabeza, de esas revelaciones que te llegan no muy seguido pero cuando lo hacen te hacen sentir el psíquico más arrecho del mundo.

Traté de no ponerme a sacar teorías que nada que ver porque yo no era esos que indagaban en las vainas porque qué ladilla. Pero a la vez otra parte de mí me fastidiaba para que tomara en serio la vaina. En medio de esa batalla quise estar claro en lo claro, entonces antes de cualquier estupidez me puse a pensar en qué posibilidad había de que el desconocido no tan desconocido que me llamó pudiera ser cierta persona ladilla que parece que me persigue, porque me lo encuentro en todos lados. Por eso me sonaba su voz, y tuve un presentimiento rarísimo.

No quería parecer el propio loco ni mucho menos acosador. Pero bueno, nada perdía y además, el número de teléfono quedó registrado.

Lacra meets Pajúo ↠ yoontae.Where stories live. Discover now