「❛ ediuievnce ❜」

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Yoongi abrió la puerta de la enorme casa en la que vivía, respiró fuerte y, a pesar de que sus empleados limpiaban constantemente, el aroma a omega (y el suyo propio gracias a su reciente celo) llegaba hasta su nariz con dureza. Olía bien, claro, pero notaba algunas vagas motas de furia y tristeza en todo ese mar de feromonas.

—Señor, ¿cómo estuvo su día?

Bueno, tuvo que aguantar algunos espasmos en el cuerpo, la cabeza le dolía como si alguien le estuviera martillando las sienes con fuerza desde el interior del cráneo, había vomitado unas tres veces, su lobo estuvo gruñendo a todos y extrañaba a Jimin como nunca. Sin embargo, le sonrió cortésmente a Daesuk e hizo un ademán con su pálida mano, después de entregarle su abrigo.

—Excelente, cerré un trato espectacular con los campesinos.— Miró a su alrededor, como si hubiese querido que cierto omega estuviera abajo para recibirlo.— Le daré empleo a más personas y, por lo tanto, todas trabajarán menos y ganarán un poco más.

Daesuk le correspondió la sonrisa, mientras observaba la inconforme y adolorida expresión en el pálido rostro de su jefe.

—Si me disculpas, Daesuk... iré arriba un momento.

Sin más, caminó directo a las escaleras, que subió de tres en tres por la desesperación. Cuando estuvo de pie frente a una de las puertas cerradas, respiró hondo nuevamente y giró el pomo. No había nadie.
Era extraño, claro, después de lo que pasó hace un par de días, y esa misma mañana también, Yoongi pensó que su omega huiría directo a su respectiva habitación, sin embargo, la idea que le cruzó por la mente hizo a su lobo finalmente emocionarse y dar vueltas alegremente. Desabotonó su chaleco de terciopelo y se despojó del mismo mientras daba los pocos pasos que necesitaba para llegar hasta su habitación.
En cuanto abrió la respectiva puerta, tuvo que cerrar los ojos debido a lo fuerte del almizclado aroma a alfa en celo y a omega excitado. Entonces, al volver a mirar en el interior de la habitación y cerrar la puerta con fuerza, pudo notar al bonito omega que yacía dormido enredado entre las tantas sábanas de la espaciosa cama.

Sin embargo, la naricita del rubio se sacudió lentamente, olfateando el nuevo olor en la habitación y enseguida se abrieron los amielados ojos de Jimin.

—Oh, lo siento, te desperté.— Yoongi rió con incomodidad, esperando los inevitables gritos y reclamos que seguramente le esperaban por tal intromisión.— Acabo de llegar, nos vemos en la cena.

Se dio la vuelta para salir del lugar bajo la curiosa mirada de Jimin.

—¡No, ven aquí!— Palmeó con suavidad el espacio vacío a su lado, con súplica y algo parecido a rabia en los ojos.— Dijiste que harías lo que te pidiera a cambio de haberme abandonado a mi suerte.

¿Qué más podía hacer? Yoongi se movió con dificultad y en silencio hasta el borde de la cama, se sentó con cuidado y, poco a poco, se fue recostando, casi con incomodidad. Era extraño para él, que después de tantas interminables peleas, insultos y gritos, Jimin se portara como un mimado omega que buscaba atención, aunque sinceramente así se lo imaginó siempre; sonriéndole con amor y llamándolo “cariño” mientras ambos acurrucan en sus brazos a dos de sus muchos cachorritos. ¿Descabellado? sí. ¿Imposible? no del todo.

—¿Comiste?— Se atrevió a decir Yoongi cuando estuvo al lado del regordete chico. Jimin se acercó al cuerpo ajeno más y más, hasta que tuvo que quitarse las sábanas de encima para lograr toda la cercanía que su cuerpo le exigía. Rodeó al alfa con su pierna y brazo libre justo después de dejar a ambos enterrados bajo el reconfortante calor de las telas finas de la cama.— Jimin... ¿co-comiste?

Lo tuvo que repetir porque el más joven pareció no escuchar gracias a la concentración que le tomó el arropar a su alfa. El pelinegro carraspeó por lo extrañamente complaciente que era sentir al desnudo cuerpo de su omega rozándose con su propia ropa.

—Comí, sí, pero tu estúpido té sigue allá abajo esperando a que te lo tomes.

—¿Qué? No es para mí, le dije claramente a Yangmi que tenía que dártelo para que...

—Lo sé, para que no quede en cinta.— Yoongi asintió en su lugar, mirando al techo. Luego de unos minutos de silencio, decidió girar su cuerpo, quedando frente a su eterno adversario. Estando así de cerca, no pudo evitar sonreír al apreciar las adorables pequitas en las mejillas contrarias, o en lo largas que eran las pestañas de Jimin y en cómo se agitaban cada vez que parpadeaba.

—No me lo tomaré.— Dijo finalmente el omega, con su habitual tono de voz, decidido y casi como una orden.— Si un bebé comienza a crecer en mí tendrás que deshacerte de ambos.

—¿Por qué dices eso?— En ese punto, ambos hablaban mediante susurros, un íntimo intercambio de palabras porque sus rostros no se encontraban a más de cinco centímetros de distancia, sus alientos se mezclaban sin vergüenza y sus narices se rozaban con cualquier movimiento por más mínimo que fuera. Incluso sus latidos parecían estar coordinándose.

—Es lo que quieres, ¿no? Con tu jodido té y todo eso.

—¿No es lo que quieres tú? Pensé que estarías sacándome los ojos por haber... hecho lo de ayer.— Yoongi apartó con delicadeza el pequeño mechon rubio que cayó en los ojitos miel que lo escuadriñaban con atención.— No te obligaré a cargar con mis cachorros si no quieres hacerlo. Puede sonar tonto, pero me gustaría que mis hijos crezcan viendo a sus padres amarse y amándolos con locura. Quiero que todos seamos felices.

—Lo haré, Yoongi, lo haré.— La manito de Jimin fue directo a la mejilla del mayor, para acariciar ahí suavemente con el pulgar.— No me molesta tener a tus bebés, quiero hacerlo, y haré todo lo que ello implica,— No lo diría explícitamente, pero amar al otro padre era parte del trato, ¿cierto?— aunque... yo no estaba en celo, así que es probable que no lo logremos.

Wow, ¿por qué el lobito de Yoongi comenzó a dar saltos de extrema emoción y a aullar con alegría? Quizá porque, con las últimas palabras, Jimin fue acercándose aún más al cuerpo ajeno, hasta que los dos cerraron los ojos y disfrutaron de los roces entre sus labios mientras el omega terminaba de hablar. O quizá porque lo que dijo el rubio implicaba que ahora estaban a la espera de embarazarse, o quizá porque la posibilidad de tener descendencia con su pareja destinada ya estaba abierta y aclarada para ambos humanos.

Así que, esa noche, en medio de sonrisas tímidas pero sinceras de parte de los dos humanos, acompañadas de dulces y efímeros besitos y una que otra caricia en el cuerpo del otro, todo bajo las suaves sábanas blancas de la cama, terminó siendo algo así como el momento en el que ambos despejaron sus dudas acerca de sus sentimientos por la persona frente a ellos.

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Not yours ║ Yoonmin ║ OmegaverseWhere stories live. Discover now