「❛ hcoo ❜」

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—¿Señor Park?— El bajito llamado de una voz femenina acompañado de suaves golpes en la puerta de la habitación hicieron que los amielados ojitos de cierto omega se abrieran de poco a poco con pereza.

Rayos de sol se colaban sin vergüenza alguna por el gran ventanal del cuarto de Jimin, quien después de haber llorado hasta la madrugada finalmente cayó dormido en la cómoda y extensa cama que le daba la impresión de estar durmiendo sobre una suave nube.

—Dime, Chae.

Un largo bostezo salió de los gorditos labios del rubio sentado en la blanca cama.

—El desayuno está servido, baje por favor.— Jimin abrió completamente los ojos, su omega gruñendo en cuanto la idea de compartir la mesa con Min Yoongi llegó a su mente.

—¿Estará Yoongi?— Con cuidado bajó de la cama para caminar hasta la pesada puerta de madera de su habitación. Al abrirla el rostro de Chaeyoung, una de las chicas del personal, se asomó un poco.

—Por supuesto que estará, señorito.

—No quiero, me quedaré aquí, gracias.— Entonces cerró la puerta, temiendo el haber golpeado la nariz o algún otro lugar de la cara de la chica. Aún así volvió a su cama, metiéndose en la misma y arropando su cuerpo con las mantas.

Por otro lado la pequeña omega suspiró, dándose la vuelta para ir a encarar al alfa y soportar su ira al comunicarle la respuesta del rubio. De camino a la gran mesa todas sus compañeras, Daesuk y la señora Lee la miraron desconcertados al igual que temerosos de lo fuera a decir el pálido hombre.

—¿S-Señor?— La omega tragó duro cuando la penetrante mirada del alfa la escuadriñó.

—¿Dónde está Jimin?

—Bueno... e-el señor Park dijo que n-no quería ve...— Antes de que la joven terminara la oración Yoongi ya estaba dando grandes zancadas hacia la segunda planta; él y su parte animal sintiéndose repentinamente tristes por el claro rechazo del chico.

Para el alfa era obvio que Jimin no se le lanzaría a los brazos en cuanto lo llevara a vivir consigo pero no imaginó que sería así de doloroso, y solamente habían pasado dos semanas desde el primer día del rubio en la hacienda Min.

—¿Jimin? ¿No bajarás a desayunar?— Yoongi mantenía los ojos cerrados, intentando controlar el fuerte sentimiento de humillación que crecía en su pecho pues como el alfa que era jamás tuvo que rogarle a nadie, y mucho menos a un omega.— ¿Jimin?

—¡No! ¡¿Cuándo entenderás que no quiero nada contigo?! ¡Alfa estúpido!

Yoongi gruñó molesto, su lobo exigiéndole que le demostrara al omega quien mandaba.

—¿Puedo pasar?— Al intentar abrir la puerta de la habitación el pelinegro se topó con que la misma tenía puesto el seguro.— ¡Daesuk, trae las llaves!

En unos cuantos minutos el beta ya se encontraba introduciendo la llave correspondiente en la cerradura de la puerta y en cuanto esta fue abierta Jimin corrió hasta detrás de la cama, temiendo que Yoongi lo golpeara o algo así ya que el picante y amargo aroma del más alto delataban su estado de ánimo.

—¿Dónde estás, omega?— Yoongi tomó un gran respiro queriendo olfatear el dulzón aroma del rubio y sin embargo no encontró nada, pero la búsqueda le resultó fácil cuando un gritito de pánico lo llevó hasta a un lado de la blanca cama.

—Te dije que no podías pasar. ¿Acaso también eres sordo?— Jimin llevó dos de sus dedos a su nariz, tapándola para bloquear el paso del feo olor que desprendía Yoongi.

El alfa suspiró cerrando los ojos, contando hasta diez para no hacer algo de lo que después se arrepentiría y decidió sonreír y sentarse en el suelo, a unos dos metros de distancia de Jimin.

—¿Quisieras ir conmigo al pueblo mañana? Podemos comprarte ropa o joyas.

Entonces el aroma amargo a alfa se deshizo por completo cuando Yoongi notó el repentino brillitos en los expresivos ojos del omega al mencionar el pueblo. Yoongi se reprendió cuando un ligero calor en sus mejillas lo atacó como a un adolescente en su primer celo.

—O li-libros, m-me dijeron que te gus-gustan... los libros.

Jimin frunció el ceño al notar la pequeña sonrisita que luchaba por asomarse en los delgados labios del pelinegro, molestándose aún más cuando a su omega pareció gustarle un poquito el olor del alfa que extrañamente se sentía algo dulce.

—¿Por qué debería ir?

—Pues ya que nos vamos a casar quizá deberíamos conocernos un poco más.— Yoongi alzó los hombros.— Yo quiero conocerte más.

Jimin suspiró molesto con toda esa situación; seguía odiando al alfa y a su parecer se notaba bastante bien. Pero también la propuesta era tentadora, al fin y al cabo el hombre quería tenerlo a su lado. ¿No? Debería pagar el precio.

—Lo pensaré más tarde, Min.— Casi escupió el rubio con una sonrisa más que altanera.

—¿Por qué no hueles a nada?— Yoongi olfateó un poco más cerca de Jimin, el último tensándose en demasía cuando el alfa se acercó. No se habían visto desde que chocaron miradas en el jardín principal hace semana y media.

—No te importa, idiota. Largo de aquí.— El rubio apuntó a la puerta, indicándole a Yoongi que saliera del lugar.

—¿Has estado bañándote con el jabón inhibidor?— No hubo respuesta.— Deja de hacerlo, me gusta tu olor.

El mayor se puso de pie con nula dificultad, yendo directamente a la puerta y cuando estuvo en el umbral de la misma se detuvo en seco.

—Me iré a las nueve de la mañana, si decides ir estaré esperándote en el carruaje.

Y salió, dejando al pequeño rubio debatiendo consigo mismo y su lobo si ir o quedarse encerrado solo en su habitación como todos los días que ha pasado en esa casa.

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Not yours ║ Yoonmin ║ OmegaverseWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu