「❛ rste ❜」

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(( 🌔 ))

Había pasado cerca de un mes desde que el alboroto de Min Yoongi surgió. Jimin continuó con su vida como si nada, ayudando a su madre en las labores de casa y aprendiendo de ella; después Subin lo visitaba si tenía tiempo pues sus estudios de vez en cuando absorbían todo de ella. Eso se le hacía un poquito injusto a Jimin, el hecho de que solo a los y las alfas, además de algunos betas, se les permitiera seguir estudiando hasta tener una profesión. Ellos como omegas solo tenían permitido estudiar hasta la primaria. Igual no se quejaba, le gustaba ser omega y tener una alfa que cuidara de él y en un futuro de sus cachorros.

—¿Terminaste el estofado?— Preguntó la madre del rubio, quien asintió alegre probando un poco de su comida.— Ve por algunos huevos, por favor. Jihyun tiene hambre.

—Está bien.— Jimin limpió sus manitos en el delantal que vestía y caminó a la puerta de la cocina que daba directamente al patio trasero, donde criaban algunos animales de granja. También se podía ver el jardín principal de la pequeña casa.

El omega salió de la cocina y con algo de sueño fue hasta los gallineros, con cuidado se adentró un poco en él y sonrió a las gallinas.

—Hola, chicas. Tomaré unos cuantos ¿sí?— Tomó todos esos cacareos como un sí, metió su mano bajo algunas gallinas y logró conseguir siete huevos que puso en la canastita que le dió su madre antes de salir de la casa.— Gracias, nos vemos a la hora de la comida.

Salió completamente del gallinero, se puso de pie y sacudió sus ropas. Al darse media vuelta su rostro se calentó de sobre manera; en el jardín principal, cerca de la puerta de entrada a su vivienda estaba una carroza, que se notaba de lejos que era bastante fina. En una de las ventanillas se podía observar el rostro de un hombre, pelinegro y al parecer muy, muy blanco que lo observaba fijamente.

Jimin entró corriendo a la cocina, espantando a su madre que seguía preparando el desayuno.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Hay alguien en la puerta principal!— Apoyó sus manos en sus rodillas mientras recuperaba el aliento, no había corrido mucho pero no tenía una condición física muy buena que digamos.

—¿Alguien? ¿Quién?— El ceño fruncido de la mujer preocupó un poco más al joven.

—No lo sé, es una carroza elegante y... no lo sé, má.— La omega relamió sus labios, tomó el brazo de su retoño y ambos se dirigieron hasta las escaleras de la casa.

—Escúchame bien, Minnie, sube y dile a tu hermano que no baje, tampoco tú puedes bajar por ningún motivo, manténgase callados y quietos. ¿Entendido?— El otro asintió nervioso y corrió escaleras arriba, dispuesto a seguir todas y cada una de ellas indicaciones de su progenitora.

La mujer suspiró y al escuchar los pesados golpes en la puerta de su vivienda no le quedó de otra más que atender. Caminó hasta allá esperando y no encontrar a aquellos hombres que habían atormentado a su marido durante más de una década. Al abrir la puerta de madera su sorpresa fue enorme, su boca pareció caer hasta el suelo y se quedó sin habla.

—¿Puedo pasar?— El hombre, alfa por supuesto, de tez pálida, cabello azabache, alto, delgado -algo extraño en alfas- y de ojos felinos preguntó frente a ella. La sorpresa permanecía en ella, no podía creer que él estuviera en su casa.

—O-oh, s-señor Min. Claro, adelante.— Se hizo a un lado, permitiendo al alfa pasar.— ¿A qué- A qué debo su visita?

Detrás del hombre entró otro, un beta, vestido casi completamente de negro, quizá era su mano derecha, pues no se despegaba del alfa.

—Bueno, sabe quién soy. Supongo que sabrá qué busco.— Su gatuna mirada pasó por cada rincón de la sala de estar de la morada. Era pequeña, solo normal. Su sentido del olfato avanzado, gracias a ser alfa puro, le permitieron reconocer tres aromas, el de dos omegas y otro alfa.

Not yours ║ Yoonmin ║ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora