POV - SHANTAL BRACOVICH

2.8K 111 3
                                    

ESTRELLAS COMO INFINITOS

Conocer a alguien especial nos cura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conocer a alguien especial nos cura. Es como si una parte de nosotros pudiera reparar lo que parecía irreparable. Ahora mismo, estoy en el medio de algo y lo único que quiero es salvar a otra persona para poder salvarme yo. Su nombre es Abril y llegó desorientada. La vi de lejos y tomé una foto que todavía conservo. La foto en la que decidí que tengo que ayudarla. Llegamos a su cuarto a buscar una botella de vino. Es sábado y presiento que la pasaremos bien.

—¡Qué pasada! En mis años en el internado nunca había visto un cuarto similar al de Demian.

—¿Quién es Demian? —pregunta Abril, volviéndose para mirarme y sé que no es bueno revivir el pasado.

—No quiero hablar de él —contesto sintiendo un rastro frío en el cuerpo al recordar la última vez que lo vi.

—¿Tu novio? —Se corta mi tristeza al escuchar su pregunta y no puedo evitar sonreír.

—Mi novio se llama Stephen, de hecho, eran mejores amigos.

—¿Entonces, tu hermano? —vuelve a preguntar.

—No, y no quiero hablar más de él. Ahora sígueme —La saco del cuarto y comenzamos a transitar por los pasillos de uno de los lugares más hermosos del mundo, mi casa de estudios. Después de la primera escalera se sorprende al ver una obra original de Picasso, y me agrada que reconozca el arte. Dice que odia el internado, pero su cara se ve alegre cada vez que descubre algo nuevo. Luego de unos minutos llegamos a la última planta de la torre «Enigma». Estamos frente a la puerta de acceso a la gran piscina. El sitio donde hacemos las fiestas, el lugar donde nos escapamos cuando queremos distraernos. O bueno, eso era antes de lo que ocurrió con Demian.

—¡Bienvenida! No todos entran a este lugar en horario extracurricular, puedes sentirte afortunada.

—¿Esto es lo mejor de Renacer? Disculpa que no me sorprenda, he visto cosas mejores.

—¿Qué dice la señorita prepotente? —La molesto y veo como me dedica una mirada de odio un tanto infantil—. ¡Es una piscina increíble! ¡Admítelo!

—Admito que tengo que llevarte a conocer ¡verdaderos lugares! Tu capacidad de sorpresa, eso sí que me sorprende. ¡Es insignificante!

—Ignoro la respuesta de Abril, llevándola al interior del lugar.

—Nunca he conocido a alguien tan engreída y arrogante como tú o bueno...

—¿Demian? —Arquea su ceja mientras destapa la botella con cuidado.

—¿Necesitas ayuda?

—Soy auto-suficiente, pero gracias. —Se quita el bolso para sacar dos copas de una caja.

—No era necesario traer las copas.

—¿Y dónde se suponía que íbamos a tomar? —pregunta con un tono incrédulo.

—De la botella, por supuesto.

—Pero bueno Shantal... veo que tengo mucho que enseñarte —Me entrega la copa—, ignoraré tu comentario.

Abril empieza a desvestirse quedando en ropa interior.

—¿Vienes?

—Paso —respondo, sentándome en el bordillo de la piscina para sumergir mis pies en el agua.

—¡Uy, pero qué aburrida! Ya veo porque quieres emoción. ¡Te hace falta! —responde desde el agua, con su cabello cayéndole hacia atrás y sus grandes ojos azules.

—Si esta es tu clase de descontrol, entonces me has decepcionado —contesto y nada hasta donde estoy.

—Si quieres dejar de sentir que no tienes el control, pues ¡tómalo! O seguirás preguntándote sobre la vida en vez de descubrir tus respuestas. —En el fondo tiene razón. Ser tan cuidadosa es lo que me impide disfrutar este tipo de momentos, pero así soy, no quiero mojarme, hace frío y estoy calentita debajo de mi sudadera.

—No vas a convencerme, pero te daré un premio de consolación. Me levanto y presiono un botón que abre el techo de la piscina. Me mira sin entender (porque tarda unos minutos en abrir), así que vuelvo a meter los pies en el agua y quedo cerca de ella, esperando por las estrellas.

—Aja... ¿y cuál es mi premio?

—¡Me saliste impaciente! —respondo con una sonrisa y veo que algo cambia en su semblante.

—Al final si que soy un poco prepotente y no me gusta cuando me dicen que no. ¡Lo siento! —Todo pasa muy rápido, nada hacia mí, halándome de las piernas, y antes de que pueda pararme ya estoy empapada. ¡Me ha tirado con ropa y todo!

—¡Te has pasado! —Empiezo a quejarme, pero se me dificulta a medida que el frío se mete en mi piel y me ve tan furiosa, que empieza a hacerme cosquillas.

—¡Por favor! ¡Ya! —Mis súplicas no hacen que se detenga, pero al ver que el techo se está abriendo termina por soltarme y lleva sus ojos a la luna y a los puntitos que decoran el cielo.

—¿Ves? Es impresionante y no se trata de la piscina, es el cielo desde ella. ¡Aunque, perdón, seguro has visto cosas mejores!

Abril niega con la cabeza.

—¡No he visto nada mejor que esto!

—¿Cómo no? Si me conociste hoy —bromeo sin saber por qué.

—¡Engreída! —dice y cuando voltea a verme nota que me estoy congelando—. ¡Estás temblando! —la oigo decir—. Con la ropa mojada te va a dar más frío. —Comienza por quitarme el sweater, pero ni siquiera con eso logro sentirme mejor.

—¡Te dije que no quería entrar!

—Lo siento de verdad, no pensé que... —Sus palabras se cortan, y la veo dudosa, pero al final, termina por abrazarme—. ¡Enseguida nos vamos, perdóname! Me he pasado. —dice en un susurro y le devuelvo el abrazo. Ella no podía saberlo, no es su culpa.

Su cercanía no me hace bien. Quiero que se aparte, pero poco a poco voy perdiendo la fuerza para sumergirme en un recuerdo de hace seis meses:

 Quiero que se aparte, pero poco a poco voy perdiendo la fuerza para sumergirme en un recuerdo de hace seis meses:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Quinientas veces tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora