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Mis padres me prohibieron contar lo que soy. Convirtieron mi vida en el arte del engaño. Escogieron que fuera endeble porque ser fuerte significaba un riesgo y no confiaron en que podía superarlo. Cuando les hablé sobre la presidencia y sobre el dinero de los fondos para el ganador, dijeron que era la oportunidad que Dios me estaba dando. Que incluyera a los niños y adolescentes con los que trabajábamos. Sabía que tenían dobles intenciones, pero Demian me enseñó a parecer estúpida para pasar desapercibida y aportar a la investigación. Sabía que los becados, más que becados, servirían de arma.
Después de la explosión de mi cuarto tuvimos una discusión sobre lo que haría luego de ganar la presidencia. Fue la primera vez que me negué a sus órdenes y el resultado fue desenmascarar a mi padre, tal y como tenía previsto que sucediera.
—Naciste para eso —dictaminó mi padre ese día.
—El director no lo permitiría y la responsabilidad de lograr lo que me piden es excesiva. No quiero ingresar a los becados.
—No importa lo que tú quieras, se trata de lo que es correcto para Dios —resaltó mi padre sin saber que yo ya sabía que él era ateo y que sus palabras eran un engaño para mi madre, no para mí.
—Tú eres especial —dijo mi madre y sentí lástima al ver su sufrimiento. Ella creía en su religión, pero no entendía que estaba mal.
—¡Estoy jodida! ¿No lo ves? ¿Cómo es que no te importa?
—No sé cómo pensaste que lo lograría. ¡Mírala! —Mi padre me señaló con desprecio—: ¡Sigue viva y ya parece un fantasma!
—¿Crees que es muy fácil, ah? Me encerraron en ese internado, y he seguido sus órdenes desde que era una niña, pero estoy harta.
¡Es horrible verlos a los ojos y saber que tienen la fórmula para ayudarme y prefieren sacrificarme!
—¡Escogimos perderte antes de que te convirtieras en un monstruo! No es una cura lo que ellos ofrecen y es hora de aceptarlo.
—¡No se trata de lo que ustedes escojan! ¡Es mi vida y es mi decisión! No los necesito y lamento decirles que la Shantal que conocen está dejando de existir. ¿Qué harán? ¿Asesinarme? Si es así háganlo ahora, porque no tendrán otra oportunidad. ¿Qué esperan? Mátenme —Los enfrenté y los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas, eliminé el impulso de abrazarla y seguí retándolos—. Si de verdad necesitan eliminarme, ¡háganlo ya! —dije, mirando fijamente a mi padre que empuñó su pistola contra mí. Sus actos fueron predecibles. No logró asustarme, pero ver a mi madre implorándole que no lo hiciera, me hirvió la sangre.
—¡Mátame! —Lo encaré con la rabia que había guardado para ese momento, y sentí la pistola en mi frente–: ¡Hazlo! ¡Puedes engañarla a ella, pero a mí no! —grité y me di la espalda para salir de la casa dejando a mi padre como el fraude que es.
Ese día tuve miedo por mi hermana. Por una niña de seis años que solo me tiene a mí y desconoce las inmoralidades que la rodean. Shayna es mi responsabilidad y si es necesario, daré mi vida por cuidarla. Por esto estoy en este bosque. Por eso escribo lo que escribo. Y haré todo porque ella esté bien.
Ya amaneció. Estoy escribiendo para dejar todo listo porque no sé qué pasará después. Lo que sí tengo claro es que ya no pienso en los "ojalá hubiese sido". Ya sé que tengo el poder de cambiar el futuro con mis acciones del presente. Tengo un plan a, un plan b y un plan c. Estoy preparada para que no me ganen. Soy especial. Soy diferente. Soy la clave, y necesito dejar a un lado la inocencia para poner en su sitio a unas cuantas personas, que les aseguro, desearán no haberme conocido.
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