POV - ABRIL SALVAT

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AMORES DE PAPEL

—Lo que yo quiero de ustedes es que despierten, que se propongan lo que anhelan

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—Lo que yo quiero de ustedes es que despierten, que se propongan lo que anhelan. Que descubran la vida y sigan lo que les dicta su espíritu. No puedo explicarles sobre Cervantes si todavía no logro enseñarles que más importa que se preocupen por conocer lo que son y lo que quieren ser. Podemos cometer muchos errores, pero estar presos en sí mismos es la falla mayor, y es casi imperdonable —nos comenta el profesor Gabriel, que empieza la clase motivándonos hasta que Shantal entra al salón y lo interrumpe con un fuerte abrazo. El profesor, incapaz de rechazar a su alumna favorita, ignora la interrupción y nos pide tiempo—. En breve continuamos. ¡Prepárense! ¡Hoy nos convertiremos en literatura! —Se nota feliz por el regreso de la pelirroja, pero no creo que lo esté más que yo.

Verónica se sienta junto a mí, desde que Shantal se fue ha tratado de hacerme compañía.

—¿Quieres ir por un café luego de clases?

—Pensé en estudiar para el examen de mate.

—¡Pero si te va genial!

—Claro porque dedico mi tiempo a estudiar —miento, guiñándole un ojo para endulzar mi rechazo.

—Es que te veo muy solita, no hablas con nadie y rechazas a todos los que se te acercan. Soy valiente al intentarlo... ¿eh?

Verónica se recuesta de mi asiento con chulería.

—¿Me extrañaste? —pregunta Shantal hacia mí.

—Nadie notó tu ausencia.

—¿Me extrañaste o ya tienes mejor compañía? —pregunta de nuevo, ignorando por completo el comentario de Verónica.

—¿Dónde has estado? —le pregunto.

—Salvando al mundo —responde, mordiéndose el labio de forma pícara cuando el profesor Gabriel anuncia que está a punto de empezar.

—Ya escuchaste a tu amado profesor, siéntate. ¿No te enseñaron que es de mal gusto irrumpir conversaciones?

—Qué pésimo humor Verito.

—No me llames así.

Shantal va hacia sus amigos que, como siempre, están llegando tarde y no puede faltar el típico beso de película romántica que le da Stephen antes de sentarse. Un tipo tonto marcando territorio.

—Bueno, bueno... A parte de que llegan tarde hacen un despelote. ¡A sentarse! Tengo una noticia —dice Gabriel, levantándose de su asiento—, tendremos una sola evaluación en equipos de seis, máximo siete personas.

—¿Una sola evaluación? ¿Qué pasa si reprobamos? —pregunta Daphne preocupada.

—Quedan aplazados y tendrán que llevar la materia a verano, lo que es igual a la muerte de sus vacaciones.

—Wow... no parece el mismo de hace unos minutos, cuando nos motivaba a ser mejores. Profe, ¿error de cálculo?

—Lo mío son las letras, pero ya que lo menciona, sí es cierto que trataré de motivarlos —El profesor camina hasta la mitad del salón y luego se detiene para mirarnos—, pero también dejaré a un lado mi papel menguado. ¡A partir de ahora quiero que me demuestren de lo que son capaces! —afirma, caminando hacia adelante, con pasos cortos pero firmes.

—Un trabajo que vale toda la nota y amenazarnos con nuestras vacaciones le aseguro que es un buen incentivo —comenta Stephen. —Tendrán un líder de grupo que se reunirá conmigo y me presentará avances. En lugar de ver tres clases de teoría, tendrán dos para trabajar en su proyecto siguiendo los lineamientos y leyéndose los libros asignados para el curso —explica, tratando de darnos ánimo con su enorme sonrisa—: La literatura es capaz de hacer ver a los ciegos, porque se trata de imágenes que eliminan trabas para que consigamos ver que la respuesta que tanto nos consume se centra en la libertad. La libertad nos permite concebir la vida más allá de la muerte y vivir a través de lo que somos sin olvidar nunca que podemos ser mejores. ¡Que podemos levantar la bandera universal que dicta que somos uno! ¡Quiero que sean artistas y que a través de este trabajo me enseñen su alma, el alma de seis o siete personas fusionándose! Dejen atrás sus problemas, las manchas que cubren su piel y los convierten en monstruos que viven a través de los segundos sin llegar a conocer nunca el tiempo. Eso es lo que yo necesito de ti, y de ti, y de ti —El profesor Gabriel nos señala con euforia—. ¡Necesito que sean libres y que la libertad no los mate! ¡Transformen sus demonios en algo más y combatan con ellos a través de las letras! —dice, y su inspiración consigue inspirarnos.

Nos dan unos minutos para que nos agrupemos. Valentín arma su grupo con Juan Pablo, con Verónica, con Peter y se acercan a mí para invitarme a quedar con ellos. Acepto, feliz de no quedar excluida y Valentín camina hasta el puesto de Adonis y le pregunta si quisiera unirse a nosotros. Él vacila, pero su hermano Aaron agota toda la esperanza llevándoselo a su equipo.

—Ya tenemos nuestro grupo listo —comenta Verónica, levantándose para entregarle la hoja con nuestros nombres y número de identificación a Gabriel.

—Espero que no hayas anotado a Abril porque ya está en el nuestro —dice Shantal que está frente al escritorio del profesor, entregando su lista y se dirige hacia a mí—. Por cierto, dime tu número de identidad que es lo único que me falta. Abril Salvat, ¿identificación?

Estoy totalmente descolocada, no lo esperaba.

—¡Despierta! ¿Tu número de identificación? —me vuelve a preguntar y luego de pensarlo... ¡se lo dicto!

Verónica arruga su hoja y se levanta de mala gana. Antes de que pueda disculparme, el Director Scortza interrumpe la clase y llama a los candidatos a la presidencia. A los demás, incluido el profesor, les pide que vayan al auditorio de la torre Silencio.

Nos explica que tenemos que hacer nuestro primer discurso como candidatos. Que en total hay doce estudiantes que quieren postularse, pero que solamente cuatro serán escogidos para que -a través de debates- demuestren quién es el mejor. Peter, Aaron, Shantal y yo caminamos siguiéndolo hasta que nos da el orden en el que saldremos a exponer.

Los retos se presentan como pruebas difíciles. Los débiles no saben que pueden superarlas y ahí reincide su debilidad. Los fuertes, no tienen miedo a fallar. No se acobardan cuando el mundo les da la espalda, sino que se esfuerzan por darle la vuelta hasta quedar de frente. Hoy más que nunca quiero ser de los fuertes.

Quinientas veces tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora