El Joven

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Estaba poniendo el último pastel en la vitrina cuando de repente llega un joven de cabello castaño algo rizado y ojos color chocolate. Vestía jeans negros, zapatos Dr Martens, camisa a cuadros en tonos verdes y grises y una chaqueta de cuero negra. Era bastante guapo.

Pero lo que más había llamado su atención no había sido su vestimenta. O su atractivo. Lo que había llamado su atención fue la cámara que llevaba en sus manos. Era una de esas que sacan fotos instantáneas. Era una de las modernas, no de esas antiguas.

¿Qué hará este joven con una cámara de esas en una pastelería? Se preguntó ella. El joven se acercó a la caja y ella se devolvió a la cocina. Desde allí dentro podía escuchar al joven hablar con la cajera.

-Me gustaría hablar con la persona que está encargada de hacer los pasteles, específicamente la decoración, por favor

Cuando la cajera le dijo que en seguida volvía, ella entró en pánico. Ella era muy tímida, no hablaba con nadie. A lo más un saludo matutino y la despedida general con las personas que trabajan ahí en la pastelería, pero nada más que eso.

-¿Amelia? Hay un cliente que quiere hablar contigo -le dijo Bianca, la cajera

Cómo le habría gustado gritar que no. Pero no podía. Además, es descortés no responder a un cliente. Ya le había pasado antes cuando una señora que escribía en las columnas de sitios recomendables para ir había pedido que trajeran a la persona que hacia el pie de uva. Amelia se había negado a salir. Y cuando la obligaron, tuvo un ataque de pánico y estuvo en un rincón llorando y sacudiendo la cabeza por lo menos quince minutos. La señora terminó yéndose y casi pierde su empleo pero la señora Larissa, la dueña de la pastelería, logró comprender su situación. Le dijo que la próxima vez lo intentara y que no se negara tan rápidamente.

-Está bien, voy en seguida -le dijo a Bianca

Se fue a lavar las manos que las tenía con harina y un poco de manjar y crema. Inspiró profundamente cerrando sus ojos y luego expiró. Arregló su moño y salió en dirección a la vitrina de la pastelería. Tú puedes hacer esto, tú puedes, tú puedes se decía para sí misma. Estaba llegando a la puerta que separaba la cocina de la tienda cuando dio un giro y dijo No puedo.

Se sentía tan tonta. No. Tonta no era la palabra adecuada. Se sentía frustrada consigo misma por no poder realizar una acción tan pequeña y normal como poder ir a hablarle a un cliente. Ya habían pasado por lo menos cinco minutos. Ya debe estar aburrido de esperar pensó Amelia. Y lo estaba ya que Bianca entró nuevamente en la cocina para decirle que el muchacho había preguntado cuánto tiempo le tomaría salir de la cocina para ir a hablar con él.

-Saldré en este momento. De verdad -le dijo remarcando la última parte para que le creyera. Bianca asintió y salió de la cocina

Era el momento. No podía fallarle a aquel joven. Y más aún, no debía fallarse a sí misma.

Este es el comienzo, ojala les guste :)

Polaroid de un pastel (The Vamps)Where stories live. Discover now