Pasado y galletas

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Feliz día del libro! Ojala que hayan tenido un lindo día. Espero que les guste el capitulo ;)



Amelia se fue a los asientos de atrás y para su tranquilidad, Bradley no la siguió. Pero no fue porque no quisiera, sino que sabía que se enojaría aún más con él por no dejarla en paz, y no quería que eso ocurriera. Además, la seguiría viendo para fotografiar sus pasteles.

Ella empezó a observar su reflejo en la ventana. Se sentía mal por haber tratado así al chico, estaba consciente de que no tenía la culpa de que ella no fuera sociable. Pero se sentía perturbada en su metro cuadrado. Una vez su madre le dijo que debería tomar terapia de grupo para aprender a abrirse con las demás personas. Ella le encontró razón y fue a una que se hacía en la iglesia cerca de la casa de sus padres. En ese tiempo tenía unos dieciséis años.

Entró a la sala en donde estaban todos a punto de sentarse para empezar. La señora que estaba a cargo era muy amable al hablar, inspiraba confianza. Todos empezaron a decir su nombre y a contar un poco sobre ellos. Cuando llegó el turno de Amelia ninguna palabra salió de su boca. Comenzó a desesperarse y salió corriendo a toda prisa de la iglesia en dirección a su casa.

Cuando llegó a su casa y le contó a su madre lo sucedido, ésta se enojó bastante y le dijo que la volvería a llevar. La semana siguiente fueron juntas y esta vez sí pudo hablar. Estuvo por alrededor de cinco meses en el grupo y aprendió a, por lo menos, hablar con otras personas. Pero no logró hacer amigos, ya que aún le costaba confiar en los demás. Y era lo que le seguía pasando ahora.

Es por eso que no quería que Bradley se acercara a ella de esa forma tan amigable, ya que sabía que el pobre muchacho no conseguiría nada. Amelia no confiaría en él. Ni en nadie.

Se paró del asiento y presionó el timbre. Bajó y salió rápidamente en dirección al departamento. Estaba abriendo la puerta del lobby cuando miró hacia atrás y vio que Bradley caminaba con las manos en los bolsillos de su chaqueta en dirección al otro edificio.

Amelia subió a su departamento y soltó una gran bocanada de aire. Se sentía exhausta. Decidió tomar una taza de leche de vainilla tibia y se fue a acostar. No tenía ganas de nada. Solo quería descansar y olvidar todo lo sucedido en esa tarde.

Pero no fue suficiente.

Al siguiente día en la pastelería Amelia se puso a trabajar en sus galletas. Tomó la masa con la que había estado trabajando el día anterior y empezó a darle forma. Fue en ese momento que recordó que Bradley probablemente iría a ver en qué estaría trabajando ahora, lo cual no era muy grato.

Las puso en la lata y luego al horno. Fue al baño a lavarse las manos para tomarse un break ya que las galletas tardarían por lo menos media hora. Al mirarse en el espejo notó un poco de harina en su cabello.

Llegaron a su mente los recuerdos del día de ayer. Cuando él acercó su mano y se la quitó del cabello. Ella se había sentido algo avergonzada y él lo había notado y trató de salvar la situación.

Sacudió la cabeza para quitar esa imagen de su cabeza. Fue a la parte en donde preparan todos los brebajes y se hiso una taza de leche de vainilla y sacó un pastel de yogurt. Se fue a sentar en una mesa que está en un rincón y empezó su merienda.

Amelia posó su mirada en dos jóvenes, un chico y una chica. Tendrían su edad, y conversaban de lo mejor. Se notaba que se caían bien, ya que ambos reían y hacían gestos divertidos.

Pensaba qué se sentiría tener un amigo o una amiga. ¿Cómo una persona puede llegar a confiar tanto en otra? Le costaba entender eso. Demasiado. ¿Cuál era la pista que indicaba que era correcto confiar en esa persona?

Eran tantas preguntas como esa en su cabeza que se empezó a sentir abrumada. Cubrió su rostro con sus manos y cerró los ojos. Intentaba respirar de forma profunda para relajarse. Sintió una mano en su hombro que hiso que diera un pequeño salto.

-Lo siento -era Bradley -¿Estas bien?

-Sí, algo agitada, eso es todo -le respondió

-Está bien -estaba algo nervioso. Se sentó en frente de ella y comenzó a hablar nuevamente -Escucha, quería disculparme por lo de ayer. Sé que no era de mi incumbencia hacerte esas preguntas. Ya me di cuenta que no eres una persona que entra en confianza fácilmente y lo lamento si te hice sentir incomoda. Espero que me perdones y podamos seguir trabajando juntos

Bradley había hablado muy de prisa. Y Amelia no sabía qué responderle. Se estaba disculpando y logró comprender que era una persona rara. Eso la dejaba más tranquila, quizá ya no le haría preguntas embarazosas para ella.

-No tienes por qué disculparte. Tú no tienes la culpa de que no sea una persona sociable -le dijo a Bradley con una sonrisa para aliviar la culpa del muchacho

-Prometo decir solo lo justo y lo necesario -dijo llevándose la mano al corazón. Amelia solo rio ante aquel juramento.

-¿Has hecho algún pastel nuevo? -le preguntó Bradley

-Hice unas galletas. Deberían estar listas en unos cuantos minutos -le respondió

-¿Podría verlas una vez que estén listas?

-Yo creo que sí. ¿Vas a fotografiarlas?

-Por supuesto que sí. Quiero fotografiar todas tus creaciones alimenticias -Amelia volvió a reír


Polaroid de un pastel (The Vamps)Where stories live. Discover now