Un amigo

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Había pasado una hora y aun no podía dormir. Los rayos y truenos no paraban. Estaba debajo de todas las tapas de la cama para no tener miedo, pero era inútil.

A pesar de que vivía sola, estos eran los peores momentos. Siempre llegaba al otro día a trabajar con mucho sueño y grandes ojeras que demostraban que no había dormido nada. Y cuando las tormentas duraban varios días, era una tortura.

Un nuevo relámpago sonó. Amelia comenzó a llorar y agarró la almohada con tanta fuerza que creía que la rompería. Luego escuchó otro sonido, pero esta vez era la puerta que se habría.

-Amelia, ¿estás bien? -era Bradley

El chico se acercó a la cama. Al aproximarse se dio cuenta que su amiga estaba llorando. Lentamente descubrió la parte de arriba. Amelia tenía la cara tapada con la almohada y se aferraba a ella como si fuera lo último en la faz de la tierra.

-Tengo miedo, Bradley -le dijo entre sollozos la pobre chica

-Tranquila, creo que la tormenta se está poniendo cada vez más fea. No me sorprendería que durara toda la noche -la abrazó

-No quiero estar sola

Bradley trató de quitarle la almohada para hacer que lo viera, pero la tenía muy bien afirmada. Para relajarle las manos, puso las de él sobre las de ella. El pequeño gesto funcionó, incluso Amelia se relajó ante el contacto. Dejó de llorar.

Cuando miró a su amigo, éste le dio una sonrisa, como diciéndole que todo estaba bien a pesar del clima horroroso. Se secó las lágrimas de la cara con la manga de la camiseta.

-Soy un desastre, lo lamento -se disculpó. Era la invitada y se ponía a llorar. Magnífico

-No te disculpes. Si te hace sentir mejor, yo les temo a las arañas. Me da nervio hasta pensar en ellas -dijo sacudiendo la cabeza para sacar esa imagen de su mente

Ella rio ante tal fobia. Si había algo a lo que no temiera Amelia era a los insectos. No le fascinaban, pero tampoco los dañaba. Cuando encontraba uno en la casa de sus padres o en su departamento, los recogía con una servilleta y los echaba al patio. Creía que merecían vivir, después de todo, eran tan pequeños que no hacían daño a nadie.

-Ven a dormir a mi pieza conmigo, así no tendrás miedo. O por lo menos estarás con alguien para que te cuide -le ofreció Bradley

Amelia lo pensó por un momento. En momentos así cuando vivía aun con sus padres, siempre era su madre quien se acostaba con ella. Pero ahora estaba sola.

No.

Ya no lo estaba.

Tenía un amigo. Y era Bradley. Y era él quien le estaba ofreciendo su compañía en esta maldita noche de tormenta.

Asintió con la cabeza y salió de la cama. Un nuevo estruendo hiso que saltara y tomara la mano del chico. Él le dio un apretón para darle a entender que estaba bien.

Llegaron a la pieza y se acostaron. Los truenos volvieron a hacerse presente y Amelia rápidamente se acurrucó en Bradley. Este la abrazo y comenzó a pasar su mano por su espalda en un gesto tranquilizador, a lo que ella agradeció en silencio.

-Gracias -le susurró Amelia

-¿Por qué?

-Por todo. Pero, en especial, por ser mi amigo -le respondió abrazándolo

-En ese caso, gracias a ti por dejarme ser tu amigo. Sé que soy extraño y hago cosas extrañas, pero me aceptaste así -le dijo riendo al final

-No eres extraño. Al contrario. Pienso que eres genial. Tienes una gran personalidad, no le temes a nada. Bueno, excepto a las arañas -rio -pero más allá de eso, eres la persona más extrovertida que he conocido en mi vida y es genial

Bradley besó su frente como gesto de agradecimiento. Era tan distinta a las otras chicas que había conocido. Tenía miedo de que en cualquier minuto haría algo que significara perderla. Pero en momentos como este se daba cuenta qué tan importante estaba siendo él en su vida. El impacto que tenía sobre ella. Pero había una cosa que él no había considerado.

¿Y si estos sentimientos significaban otra cosa?, ¿Sentiría ella lo mismo?

No quería arruinar aquella incipiente amistad por culpa de sentimientos, probablemente, no correspondidos. No después de todo lo que pasó para que Amelia lograra confiar en él.

Bradley no se había dado cuenta de que Amelia dormía en sus brazos. ¿Cuánto tiempo había pasado? Se dedicó a observarla. Aun había trazos de las lágrimas de cuando estaba asustada. Pero ahora se veía tan pacífica durmiendo. Tan relajada, como si la tormenta no estuviera. El pelo castaño algo enmarañado, pero aun así, hermoso. Todos esos detalles hacían que se cuestionara una y otra vez si alguna vez podría estar con ella.

-¿Qué me has hecho, Amelia? -se preguntó más a sí mismo que a la chica dormida en sus brazos


Es algo corto, pero lo encontré bastante tierno *-*

Quería darle las gracias a la Fran por inspirarme a escribir, de verdad muchas gracias!! Cuando una persona te dice que se siente identificada por un personaje es algo maravilloso. Pensar que yo creo estos personajes a mi gusto y que te digan eso es muy raro pero a la vez bonito. Y tener el honor de hablar con la mejor fan es aun mejor!!

Así que muchas gracias por leer la historia y esperarme a que suba capítulos <3

Polaroid de un pastel (The Vamps)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum