Eres especial

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PD: Amo ese video <3


Era Livi, la chica del otro día. Eso no era bueno. Se devolvió rápidamente a la cocina y miró el reloj. Eran casi las cinco. Bradley llegaría en cualquier momento. Decidió llamarlo.

-Bradley

-Hola, Amelia. Voy en camino. Me falta poco –le dijo el chico muy contento

-No. No vengas –le dijo de prisa. Muy deprisa –Yo... aun... no hice las galletas –fue lo primero que vino a su mente

-Ah, bueno, no importa. Puedo pasarte a buscar y vamos a otro lado a divertirnos

-No, es que... -¿qué más podía decirle?

-¿Pasa algo? –le preguntó confuso –si no quieres que nos juntemos lo entenderé. No tienes que inventar escusas. Sabes que no me enojaría contigo

-No es eso –tenía que decirle la verdad –Es que la chica de ayer esta aquí. Y no quería que la vieras. No quiero que te moleste

-Oh

Fue todo lo que dijo. Amelia no quería que ocurriera lo mismo de ayer ahí en la pastelería. Sería muy caótico y tendría que hacer algo. Bradley tampoco quería volver a ver a Livi, así que le dijo a su amiga que iría a otro lugar cercano. Ella le dijo que lo llamaría apenas saliera dentro de veinte minutos.

Esos veinte minutos fueron eternos. Miraba las agujas del reloj y era como si no avanzaran. O si lo hacían, era demasiado lento. También se acercaba a mirar por la puerta a ver si Livi seguía ahí. Y para su suerte, la chica estaba muy animada hablando con otras niñas. Tenía para una hora pegada ahí. Pero tenía que salir de ahí. Tendría que ser cuidadosa si quería evitarla.

Los minutos pasaron y ya estaba lista para irse. Salió con cuidado y se despidió de Bianca y la otra chica que también estaba atendiendo. Con paso rápido cerró la puerta y se fue hasta la esquina en donde se apoyó en la muralla y llamó a Bradley para preguntarle en dónde estaba.

-Estoy en una cafetería que se llama "El panqueque feliz" –le dijo. Sabía que estaba sonriendo por el nombre ridículo del lugar

No quedaba lejos. Solo a dos cuadras. Caminó sin mirar atrás. Tenía miedo de que la chica apareciera de la nada. Cuando entró a la cafetería no se había dado cuenta que tenía frio. Estaba congelada pero el nerviosismo lo había bloqueado.

Divisó una mola de cabello castaño ondulado en una mesa. Era Bradley. Se acercó y vio la cámara en la mesa. Ahora sí estaba segura de que era él. Le tocó el hombro y se volteó a mirar. Le sonrió y le hiso un espacio para que se sentara.

-¿Tienes frio? –le preguntó al notarle las manos heladas

-Sí, un poco. Pero salí tan rápido que no me di ni cuenta de lo helado que estaba afuera

-No he comido nada, ¿quieres que pidamos algo? –ella asintió

Ordenaron panqueques con nutella y manjar, que eran la especialidad de la casa, y dos tazas de capuccino. Bradley no le preguntó sobre Livi, lo cual era buena señal. No quería que se pusiera triste de nuevo.

-¿De verdad no hiciste las galletas? –estaban conversando y Bradley le preguntó por las galletas. Quería saber si era verdad que no las había hecho

-Si las hice –le dijo –pero necesitaba una forma de alejarte. Si quieres podemos ir ahora. No creo que siga ahí

-No, prefiero que no. Me gustaría hacer otra cosa –se quedó pensando un rato -¿Te gustaría ir al cine? Tú eliges la película

-¿Es una cita? –le dijo para molestarlo

-Depende –le sigo acercando a ella y levantando una ceja de forma seductora -¿Te gustaría que fuera una cita?

-Oh, por Dios, estaba bromeando –estaba roja. No pensó que le seguiría el juego

La abrazó y ambos rieron. Pagaron a medias y se fueron al cine. Tuvieron que tomar el metro y, a pesar de que no era tan tarde, había bastante gente. Se fueron de pie cerca de un poste para afirmarse. Hubo un momento en que el metro se detuvo algo brusco y los se dieron un cabezazo, lo cual provocó que se rieran muy fuerte y la gente de diera vuelta a observarlos.

Cuando, por fin, llegaron al cine vieron que estaba bastante desocupado. Era lunes y no había ningún estreno importante, no podías esperar ver a cien personas ahí. Miraron la cartelera para leer los títulos.

-¿Te gusta alguna? –le preguntó Bradley –la del chico con el cuchillo se ve buena

-No entraré a ver una de terror –le advirtió –No podré dormir en la noche

-Podría ser Terremoto. El tráiler es fenomenal

-Es de acción. Y es basada en algo que se supone debería pasar –quizás podría aprender a qué hacer en caso de un terremoto –creo que deberíamos ver esa

Compraron las entradas y fueron por palomitas. Si bien habían comido recién, Bradley insistió en que no podías ver una película sin palomitas. Luego fueron a la sala número cinco y esperaron a que se apagaran las luces y comenzaran los trailers.

Durante la película estuvieron muy intentos a cada escena. Los ruidos producidos por los temblores y réplicas eran muy fuertes y Amelia se asustó y tomó la mano de Bradley.

Hubo una parte en que a los dos le dio pena. Ella quería llorar pero se negó a que las lágrimas cayeran por sus ojos.

Cuando salieron, comentaron todo el camino hasta el metro de los buena que estuvo la película. Ahora sí que iban apretados en el metro. Y hacía mucho calor y afuera estaba helado. Combinación perfecta para un resfriado seguro. Bradley le dijo que se sacara la chaqueta y que se la pusiera cuando salieran de ahí, pero con tan poco espacio fue difícil realizar la maniobra.

Se sintieron aliviados cuando volvieron a caminar por las calles con la briza fría. No tardaron en llegar al departamento de Amelia. Ambos pasaron y se sentaron a descansar.

Le ofreció una taza de té y el chico con gusto aceptó. Se acomodaron nuevamente en el sillón mientras abrigaban sus manos con el líquido caliente.

-Creo que la pasamos bien hoy –dijo Amelia después de un rato

-Sí. Siempre la pasamos bien cuando estamos juntos –le respondió mirándola

-Nunca pensé que me sentiría cómoda con otra persona, pero me gusta mucho estar contigo. Hace que no me sienta tan sola

-Bueno, yo tengo mis amigos. Pero tú eres distinta. Eres una amiga más especial, supongo

Ella se sonrojó. ¿Por qué era tan dulce con ella? A veces sentía que no lo merecía, que no era una persona que debería tener amigos por lo terca que era. Pero él hacía que esos pensamientos se esfumaran en un dos por tres. Y le gustaba. Le gustaba que la hiciera sentir así. Tan especial, tan querida.

Ella lo abrazó, con los brazos por el cuello. Lo apretujó lo que más podía. No quería soltarlo, no quería que se fuera. Él era la persona más importante en su vida en ese momento. Y no quería dejarlo ir. Nunca. Él también le devolvió con gusto el gesto. Sabia las cosas que quería expresar. La entendía como nadie más.

-Tú eres el especial. Y el mejor

-Creo que me estoy encariñando mucho contigo

-¿Y eso es malo? –le preguntó con miedo

-Creo que es maravilloso

Polaroid de un pastel (The Vamps)Where stories live. Discover now