CAPÍTULO 1

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-¿Te enteraste del último?

-No, ¿Cuál? ¿Qué pasó?

-Imagínate que Leidi, la de aquí de la esquina está embarazada...

-¿Embaraza...da...? No te lo creo, pero si ella no tiene marido.

-Para que veas, la que menos corre, vuela.

-Pero por lo menos salió preñada temprano, no como Susana la amiga mía, disque embarazada a los 45 años, a esa edad uno está es para lidiar a los nietos...

-Buenas tardes.

-Buenas tardes mija- Respondieron al unísono.

Par de viejas chismosas, no tienen nada más interesante qué hacer que hablar de la vida de los demás, viene uno cansado y aparte de tener que aguantar que nos reparen hasta el olor del perfume hay que saludarlas por educación.

Quién sabe qué barbaridad hablarán de mí y de mi familia, no me quiero imaginar la habladuría cuando regresé a vivir con mi madre junto a mi pequeño Ander, Dios me libre de caer en la lengua de esas, tanta gente buena que se muere a diario, debe ser que ni satanás quiere a personas como estas perturbándolo en el infierno.

-Hola madre.- Saludo al ingresar a la casa, no es muy amplia puesto que nuestra capacidad de pago tampoco lo es, pero funciona para nosotros, la casa está ubicada en un primer piso, tiene dos habitaciones una de ellas la ocupa mi madre junto a la fastidiosa de mi hermana, su nombre es Paz, pero es más un tormento y la otra la ocupamos mi hijo y yo, la sala es amplia y el patio también lo es, para mi madre y para mí es la mejor parte de la casa, a ambas nos encantan las plantas así que no hemos perdido tiempo en convertirlo en nuestra selva personal.

-Hola hija, ¿Cómo te fue?

-Bien, recién me estoy acoplando pero... ¡Ay! Qué más da, te voy a contar para que te rías un rato, como todo llega allí a la recepción mi jefa me pidió que llevara la correspondencia a las diferentes áreas y por más que en la puerta de cada oficina estuviese escrito el nombre de la dependencia terminé repartiéndo mal los documentos, al final terminaron todos como en medio de un desfile yendo de un lado para otro intercambiando los papeles...

Mi madre reía a carcajadas por mi desgracia de ese día.

-Oye no te burles... Muero de la vergüenza, solo llevo una semana y mira.

-Tú no eres así de despistada, ¿Qué te pasó? ¿Ibas pensando en Rodrigo?- Me pregunta sonriendo pícara mientras mueve sus cejas arriba y abajo.

-No madre... No empieces con eso.

-Pero si está buenísimo ¿Qué tiene?

-¿Quieres que te enumere los contra?- Ella asiente con la cabeza aún burlándose por lo anterior. -Primero está CA-SA-DO, segundo hace apenas cuatro meses que enviudé y ya me quieres ver con otro, por Dios, no tengo cabeza para eso ahora.

-Bueno, quién está irrespetando el hogar es él, tú no eres la que está casada y si... Yo sé que enviudaste hace poco pero el cuerpo tiene necesidades hija y ya te estás poniendo amargada por falta de...

-Madre por favor.

-Además yo no te estoy pidiendo que te lo saques a vivir solo que aproveches, te diviertas un poco, aunque duela tu marido ya no está y tú estás muy joven, solo tienes 28 años, no puedes permitir que tu alma muera también.

-Yo sé, pero ha pasado muy poco tiempo, su muerte aún está fresca y no tengo ningún interés por nadie ahora.

-¿Y dónde dice cuánto tiempo hay que guardar luto y castidad?

-Dejemos la conversación hasta aquí porque definitivamente no vamos a llegar a ningún lado, mejor dime ¿Dónde está Ander? Que no lo veo.

-La abuela vino por él hace un rato.

-Bueno, voy a darme un baño.

Camino hasta mi habitación, dejo mi bolso sobre la silla donde acumulo la ropa que solo utilicé un rato, me quito los zapatos de tacón bajo y me acuesto sobre la cama, los recuerdos invaden mi mente y no puedo evitar derramar algunas lágrimas.

Siento como si hubiese sido ayer que recibí la llamada donde me decían que Diego había muerto en un accidente de tránsito, un vehículo de carga pesada tuvo fallas en los frenos, el conductor perdió el control y terminó impactando contra el auto donde iba mi esposo, 8 años de relación y 6 de casados, solo eso nos permitió la vida permanecer juntos.

Era un hombre amoroso, trabajador, entregado a su familia y tuvo un final terrible, el impacto fue tan violento que su cuerpo quedó irreconocible, supimos que era él por la ropa, el reloj y la alianza de matrimonio, aquel anillo que portaba con orgullo y no se quitaba para nada, allí estaba mi nombre escrito, por suerte su muerte fue instantánea y no tuvo que sufrir.

Mientras estuve con él me dediqué a la crianza de nuestro hijo y el cuidado de la casa, solo estudié una carrera técnica en servicio al cliente, pero no la ejercí, me dejé llevar por aquello de que el lugar de la mujer está en la casa y con la muerte de Diego me di un fuerte golpe contra la realidad y me tocó salir a buscar trabajo, jamás pensé que la situación fuese tan complicada, 3 meses tardé en conseguir uno y fue poco tiempo.

Solo pido vida y salud para poder salir adelante junto a mi familia, fue difícil explicarle a mi hijo, un niño de 5 años que ya no vería más a su padre, que tampoco pueda ver a su madre sería demasiado para él.

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