CAPÍTULO 30

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Abrí la puerta de la habitación de la clínica donde Jason se encontraba, después de un agotador turno en el trabajo, solo quería verlo y embriagarme con su aroma y sus besos, él se había convertido en una necesidad para mí, una que en un instante se transformó en el peor de los dolores.

Jason estaba acostado en la camilla, una mujer joven, elegante y hermosa yacía a un costado tocando su rostro y besando sus labios, se percataron inmediatamente de mi presencia, ella estaba sonriente mientras que él parecía haber visto un fantasma.

No les di el gusto de llorar y salir corriendo de allí, reuní todo el valor que pude encontrar en todos los rincones de mi ser, me acerqué hasta ellos y le entregué a Jason la documentación que me habían dado en recepción, anunciándole a su vez que el alta ya era un echo y cuando quisiera se podía ir de aquel lugar.

Ante la frialdad de mis palabras a Jason se le cristalizaron los ojos, no hacía falta decir alguna palabra, aquel suceso había roto cualquier lazo que pudiésemos haber construido hasta ese momento.

Jason le pidió a la chica que nos dejara a solas para hablar pero le dije que no hacía falta, que no había nada de qué hablar y así mismo como entré salí de aquel lugar, pero con el corazón deshecho, la ira a flor de piel y la mente nublada por el dolor.

Cuando creemos que por fin hemos alcanzado la felicidad y que la vida nos sonríe, aparece esta y nos da un vuelco, sorprendiéndonos de la peor manera, siempre me pregunté si acaso en mi otra vida antes de reencarnar asesiné a algún sacerdote y por ello mi mala suerte en esta.

No podía llegar en ese estado a mi casa, no tenía ganas de enfrentarme a mi familia y tener que hablar de ello, así que tomé mi celular y llamé a la única persona que aún sin contarle las cosas me entiende y me da tranquilidad, Rodrigo.

Tal vez no era la mejor forma de solucionar las cosas pero necesitaba a alguien y quién mejor que él.

Llamada telefónica con Rodrigo

-Hola preciosa.

-¿Interrumpo?

-Para tí siempre estoy disponible, Pero pensé que no querías saber mí.

-Necesito que nos veamos, ¿Puedes?

-Bueno... En este momento estoy trabajando, pero podría escaparme un rato para verte.

-Necesito más que eso, te necesito Rodrigo.

-No suenas nada bien, ¿Qué pasa?

-Veámonos por favor, no preguntes

-Está bien, pasaré el reporte diciendo que estoy varado, que tengo problemas con la moto y tardaré toda la tarde en arreglarlo.
¿Dónde estás?

-Estoy en... El centro comercial NAO, en Bocagrande.

-Yo estoy sobre la ruta de crespo, no me tardo, voy por ti.

En cuanto Rodrigo llegó no aguanté y me lancé hacia él en busca de un abrazo, uno que me diera la tranquilidad de que todo estará bien aunque no sea así.

Desde que salí de la clínica mi teléfono no había parado de sonar, era Jason tratando de comunicarse pero no iba a caer en sus enredos, no merezco que se burle de mí de esa manera.

-¿Estuviste llorando Angelina? ¿Qué haces por acá a esta hora? Cuando se supone que deberías estar trabajando.

-No hagas preguntas por favor.

-¿Cómo que no haga preguntas? Es la segunda vez que te veo en este estado, no me gusta verte mal y lo sabes.

-¿Podemos hablar en un lugar más privado?

-¿Privado? ¿A qué te refieres exactamente?- Preguntó con una ceja enarcada.

-Donde podamos estar tranquilos, hablar y que no te metas en problemas con tu mujer porque te vean conmigo.

-Mmm... ¿No importa el lugar?

-No importa, acepto ir a dónde tú quieras.

-Muy bien, vamos entonces.

Me subí a la moto e inmediatamente Rodrigo la puso en marcha, la imagen de Jason con esa chica daba vueltas en mi cabeza y el recuerdo de esa mujer confesándome la infidelidad de Diego solo empeoraba las cosas.

Después de un trayecto no muy largo llegamos a una cabaña ubicada en la Boquilla, casi a la orilla de la playa, no era tan grande pero sí hermosa y la vista excepcional.

-Es de un amigo, la utiliza para alquilarla por días a los turistas, para algún evento o lo que salga, él no está en la ciudad y a fin de mes vienen cinco personas a vacacionar aquí, según entendí vienen todos los años y no quiere perder el negocio al no estar así que me dejó las llaves.

-Es hermosa.

-Espera a que la veas por dentro.

Y sí, la belleza del lugar era indiscutible, un poco rústica pero moderna al mismo tiempo, al cruzar la primera puerta una pequeña alberca justo en la entrada junto a muchas macetas de cerámica adornaban el lugar con sus plantas recién florecidas, dando total privacidad.

Al cruzar la segunda puerta se visualizaba un espacio amplio que conformaba la sala-comedor y a un lado la cocina, todo con acabados excelentes, habían cuatro habitaciones, dos allí en la primera planta y dos más en la segunda planta con una terraza enorme con vista al mar.

La terraza estaba entechada y había todo tipo de muebles para nuestra comodidad, sillas reclinables, mecedoras, sofás y hamacas, fue allí donde nos instalamos, yo subí primero mientras Rodrigo guardaba la moto.

-

Aunque no quieras saber de mí y hayas intentado alejarme quiero que sepas que como buen masoquista que soy siempre voy a estar aquí para ti.- Dijo mientras caminaba hasta quedar a mi lado, me giró levemente y posó sus manos sobre mis hombros. -¿No me contarás qué te sucede?

-Gracias por eso, no te preocupes todo está bien, solo quería verte.

Toqué sus mejillas con delicadeza, Rodrigo deslizó sus manos por mi espalda y me acercó más a él.

-No me hagas las cosas tan difíciles Angelina, no juegues de esta forma tan cruel conmigo.

-Entonces no lo permitas, no permitas que juegue contigo, juguemos los dos.

Lo besé, lo besé con todas las ganas que Rodrigo provocaba en mí, esta vez no me tomé el tiempo de buscar a Jason en él o de compararlos, solo me dejé llevar y aunque trataba de no tener a Jason presente esperaba que Rodrigo borrara el dolor existente en mí provocado por él.

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