𝟏𝟕- 𝐋𝐚 𝐃𝐨𝐦𝐞𝐬𝐭𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐥𝐨𝐛o

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Click. Se detiene el carrete.

—¿Así fue como todo empezó a derrumbarse? —Pregunté y Narcissa asiente con malhumor.

—Sentí que estábamos en un domo de nieve y el mundo nos tenía en sus garras monstruosas, presionando y empujando hasta que nos rompamos; aunque debes pensar que estamos bastante desatados de la realidad, considerando que hubo muchas personas que sufrieron en su tiempo.

—No pienso eso— Digo genuinamente. —Tú y Bas hicieron lo que pudieron. Sólo tenía quince y dieciséis. Pero, sí quiero volver a retomar algo que dijiste al principio. Mencionaste a Romeo y Julieta. No sabía que estabas familiarizada con literatura muggle.

Observa la puerta por encima de mis hombros, como si Lucius pudiera estar escuchando desde el otro lado. —Solía leer bastante poesía en mis primeros años. Ronnie me las mostró: Shakespeare, Wilde, Poe, hasta Homero.

—¿Poe? —hago eco. —¿Edgar Allan Poe?

—Siempre he sido fanática delo macabro y encuentro sus palabras un llamado a la horrorosa verdad de estos días y esta época, ¿No lo crees?

—Es verdad—respondo. No menciono a Draco.

—Romeo y Julieta era mi favorita. Pienso que encaja con nuestra historia muy bien —sonríe sin humor.

—Dos casas,—inicio a recitar— ambas con dignidad, en la bella Verona, donde podemos ver nuestra escena...

—...De un antiguo odio, nace una nueva masacre, y la sangre gentil tornan impuras las manos gentiles— termina Narcissa, haciendo que mi sonrisa entusiasmada retorne.

Nuestro acuerdo silencioso de secreto carga el aire entre nuestras dos sillas. Se levantó después de un momento y la imito. —Gracias, Gabriela —susurra mientras se desliza a mi lado. —Casi olvido cómo era.

Se va, la puerta cambia su feminidad real por la arrogancia rígida de Draco, el escalofrío que le acompañaba a todos lados, se transmitía instantáneamente a la habitación, apagando mi emoción reciente.

Parece más ansioso de lo usual, colgándose al borde de la silla como si estuviese listo para levantarse e irse de nuevo.

—¿Tienes que ir a algún lado después de esto? —Pregunto en voz alta, lidiando para reemplazar el carrete de Narcissa con uno nuevo.

—No.

Su pierna se agita vigorosamente mientras me mira. Arriba-abajo, arriba-abajo, como un muñeco en caja de sorpresas.

Necesitaba calmarlo.

—¿Has probado alguna de estas? Agito mi bolsita de piñas cristalizadas hacia él.

Sacude la cabeza impacientemente.

—Aquí tienes, toma una.

Draco observa la bolsa por un largo tiempo como si le estuviese ofreciendo chocolates venenosos. Le aseguro que sólo es un poco de fruta y azúcar, ni siquiera es un dulce en sí. —Prometo que no pudrirá tus dientes y tu cerebro.

Se burla. —Claramente lo ha hecho contigo.

Una risa explota de mi boca antes de que recuerde en dónde estoy y la cubra con mi mano. —Me agradas—Ahogo una risita.

—¿Por qué? —Dice. —No me conoces.

—No. Tal vez no —Admito fácilmente. —Pero quiero hacerlo. Por eso es que estoy aquí.

Su pierna deja de moverse. —Draco —Continúo —¿Sabes? No estoy interesada en lo que sucedió durante la guerra. Bueno, lo estoy, pero estoy segura de que cada bruja o mago ha escuchado esta historia cientos de veces. Estoy aquí para conocerte a ti. Lo que eres como persona. Lo que te hace Draco Malfoy. Draco Malfoy, ¿De qué se compone tu alma?

El movimiento de rodilla inicia de nuevo. —El profeta quiere saber cada sucio detalle que empujó nuestro nombre a su puta tumba —Gruñó—Es la misma maldita cosa.

Atrapo su agitada mirada y la sostengo. —¿Lo es, realmente?

Draco se ve como si estuviese a punto de levantarse de la silla y lanzarse fuera de la ventana; un animal salvaje queriendo ser liberado de su injusta jaula.

También es porque obtuve excelentes calificaciones en 'cuidado de las criaturas mágicas'.

—Puedes confiar en mí, Draco—Persuadí—No le deseo mal a ti o a tus padres. Solo estoy interesada en la verdad, tal como están tus padres contando. ¿No has escuchado la frase '"la verdad te hará libre"? Sólo tienes que confiar. Confía en mí.

—Y ¿Por qué —muerde de vuelta —haría esto? Tu mejor amiga es la maldita Rita Skeeter. Prácticamente ¡Debes estar besándola en este punto!

Quiero alcanzarlo y tocar su brazo para calmar su miedo, pero los animales salvajes muerden. Especialmente, los heridos.

Hay que hacerlo despacio.

El té se ha enfriado, pero sigo bebiendo. —Bueno, llamarla mi mejor amiga es tal vez algo exagerado —Digo alegremente —Y te haré saber que no estoy de acuerdo con sus métodos del todo. Pero, esto no es sobre ella. Es sobre ti y tu familia. Si cuentas tu historia, hay una probabilidad de cambiar la opinión del público a tu favor y restaurar la dignidad que tu nombre alguna vez tuvo. Sé que son buenas personas – es sólo cuestión de ayudar al resto del mundo a verlo.

Frota su barbilla, sus anillos brillando como grilletes de hierro. —Hemos cometido crímenes de guerra, Ainsley. No somos buenas personas.

Hay que hacerlo despacio.

Me muevo al borde de mi silla así me asemejo a su postura. Sería lo más cercano a lo que me atrevería. —Draco— digo resueltamente. —Los buenos no dejan de sentir culpa.

Sus ojos se derritieron en los míos y veo las grietas detrás de sus ojos. Los nudos que lo atan a la incertidumbre y desconfianza se habían desenredado.

El animal salvaje se calma.

—¿Quieres saber quién soy? — No es un reto esta vez. Es un despliegue. Una invitación para ver sus cartas.

—Sí

—¿Cuál-cuál parte?

Una oscuridad se apodera de la habitación, absorbiendo todo el aire. Sólo somos Draco, yo y el enorme vacío. Algo tambalea dentro de mí, profunda e interiormente. Un hambre de conocerlo; física y mentalmente.

Íntimamente.

Quiero darle la vuelta con mis manos y trazar mis dedos sobre las grietas invisibles, presionar mis labios sobre ellas hasta que se rebosen con luz.

—Todas ellas—Digo—Muéstrame cada parte de ti.

Y las uniré todas de nuevo.

Pero, se está ahogando. No puede respirar. Se hunde. Abajo, abajo, abajo. La presión aplasta sus extremidades, su cuerpo, su cabeza.

—No sé cómo — Se ahoga, y puedo casi escucharlo: el agua turbia llenando sus pulmones, gorgoteando en su garganta y llevándolo a las frías profundidades.

Intento algo más. —¿Cuál es tu lugar favorito para estar?

Necesita respirar; por sí mismo, por su familia. Necesita dejarlo ir. Dejarlo ir y se levantará, rompiendo la superficie, tomando aire de nuevo. Necesita responder. ¿Acaso Responderá?

—Ven conmigo—dice.

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El Proyecto Malfoy • TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora