𝟕𝟒 - 𝐄𝐬𝐭á 𝐛𝐢𝐞𝐧 (Adv*)

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Advertencia:  Descripción de asalto sexual, mención de suicidio.

Por favor no leer este capítulo si sientes que es contenido sensible para ti


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—¿Qué has hecho?

—Lo que había que hacer—dice Lucius, acercando la mano para acariciar a la serpiente de cabeza plateada—. Le dije que no podía tenerlo.

—¿Y qué hizo?

—Me dijo...—dice él—que dependería de quién fuera el bebé.

Eso no suena para nada a Narcissa, pensé para mis adentros. Es difícil creer que la mujer que desafió al Señor Tenebroso para salvar a su hijo no hubiera querido tenerlo. A menos, claro, que el bebé no hubiera sido Draco.

Lo miro atentamente. —¿Y cómo te sentiste al respecto?

Sonríe con desgana. —Fue lo más extraño. En el mismo momento en que lo dijo, el enamoramiento que sentía por Cissy se evaporó en el aire. Fue como mirar una jaula tapada que parecía ocultar una criatura extraña y exótica, pero al caer la cortina se descubrió que la jaula estaba vacía. Me di cuenta de que no la quería. Nunca la quise. Admiraba el poder, el empuje y la seguridad. Cissy no era nada de eso -no por culpa suya, sus padres la mimaban demasiado- y la perspectiva de tener que soportar su endeble insensatez y su comportamiento insípido se me hizo de repente insoportable. Creo que mi amor por Cissy se debía al placer que me producía quitarle algo a mi hermano.

Lucius levanta la mano antes de que pueda hablar. —Debo pedirte que no juzgues—dice—. Se vuelve mucho más complicado de lo que crees.

El carrete ha llegado a su fin. Quiero cambiarlo, pero el sol ha empezado a ponerse y sé que Monty me espera, espera mi respuesta. —Me temo que es todo el tiempo que tengo hoy—murmuro disculpándome y empiezo a recoger mis cosas.

En la puerta, Lucius me pone una mano en el hombro. —Todos tenemos que tomar decisiones difíciles—dice.

—Entonces, ¿te arrepientes? —la pregunta suena un poco más acusadora de lo que yo quería.

Hace una pausa. —Cuando tus únicas opciones son entre lo malo y lo peor, ¿qué elegirías?

—No lo sé—digo tras pensarlo un momento. La respuesta parece satisfacerle y me hace un gesto para que me vaya.

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Parecía que el Salón de Té de Madame Pudipié se ha trasladado de Hogsmeade a Hogwarts.

Las paredes estaban cubiertas de serpentinas rosas. Las barandillas de las escaleras cubiertas de guirnaldas de material rosa y brillante y mil corazones rosas flotaban cerca del techo como llamativas estrellas de algodón de azúcar. Una chica Ravenclaw está de pie en una escalera colocando lazos de encaje en los marcos de los cuadros, para evidente disgusto de sus habitantes. Me acerco a ella y le pregunto a qué viene todo esto.

—Es para San Valentín, claro—me dice con una mirada superficial—. Aunque el hecho de que tengas que preguntármelo me dice que no tienes uno, así que supongo que no hace falta que te molestes—vuelve a su decoración. Le hago una mueca y sigo mi camino.

Monty no me ha informado de ningún plan para San Valentín, aunque espero que lo haga cuando me reúna con él ahora en la Sala Común de Slytherin, después de comunicarle mi decisión.

No hay mucho que pensar, la verdad. Le seguiré. Suiza no puede ser tan mala. Se enorgullecen de su política de neutralidad. Durante la guerra, el Ministerio de Magia suizo no permitió que sus fuerzas de Aurores intervinieran, así que supongo que la gente de allí debe de ser muy sensata y prudente. Hago una lista mental de todas las cosas que puedo llevar conmigo, que no son muchas: sólo mi ropa, mi grabadora y material de escritura, y lo que me queda de herencia (calculo que algo menos de 400 galeones). Luego pienso en las cosas que no puedo llevar: mis amigos, las tumbas de mis padres, a Draco.

El Proyecto Malfoy • TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora