⠀⠀22. tranquilidad

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Justo después de volver de la concentración de entrenamiento, todos se dieron unos cuantos días de descanso para disfrutar de los pocos días que les quedaban de vacaciones. El entrenador Ukai insistió en que descansasen unos días después de todo el esfuerzo que habían hecho durante esas últimas semanas, y no hubo casi ninguna queja.

—¿Qué quieres que vaya a tu casa? ¿A dormir? —preguntó Leiko sin creerse lo que acababa de escuchar—. Kei, ¿estás bien? ¿Quieres parar a descansar un poco, tomar un helado o algo?

Leiko y Tsukishima habían decidido tener una pequeña cita para ir a pasear al parque. Leiko había notado a Kei muy raro gran parte del camino de ida, como si estuviera pensando en algo muy importante que decir.

Pero Leiko no llegó a imaginar algo como eso.

—¿Vas a venir o no?

—¡Claro! —exclamó ella saltando sobre Kei para abrazarle por unos segundos, cuando se separó para mirarle a los ojos, inclinó un poco la cabeza antes de hablar—. ¿Cuándo?

—Hoy.

—¡Tendrías que haberme avisado antes, tonto! —dijo dándole un pequeño golpe en el brazo—. ¡No he preparado ningún pijama y tampoco he avisado a mi madre!

—¿Tengo que ir a preguntarle yo como si fuera un hombre que va a pedir tu mano? —preguntó arqueando una ceja pero sin borrar esa sonrisa tan arrogante que sabía que volvía loca a Leiko. Su sonrisa creció al ver bien el rostro de la chica—. Te has sonrojado Leiko, ¿acaso quieres que vaya a pedirle tu mano a tu madre?

—¡No! —exclamó intentando esconder su sonrojo—. No ahora al menos.

Eso último lo dijo en un tono tan bajo que Tsukishima apenas pudo escucharlo. Pero lo hizo.

—Me gustaría poder decir en un futuro que eres mi mujer, Lei —susurró Kei sobre los labios de la chica.

Leiko no contestó, se limitó a pasar sus brazos por detrás del cuello de Kei y acercarle lo suficiente para besarle. Cosa a la que Tsukishima no se podía negar ni aunque quisiera. Los besos de Leiko se habían vuelto tan necesarios para él como el beber agua o el respirar, le encantaban. Cuando se separaron de ese beso, Tsukishima empezó a caminar en dirección a casa de Leiko sin soltar a la chica.

—¡Kei bájame! —exclamó cuando el chico la cogió como si fuera un saco de patatas.

—No quiero.

Durante todo el camino de vuelta hacia la casa de Leiko, Tsukishima no bajó a Leiko de su hombro. Solo cuando ya estuvieron frente a la puerta principal de la casa fue que Leiko pudo tocar de nuevo el suelo. Antes de abrir la puerta, Leiko le dio un golpe a Tsukishima en el brazo por haberla transportado durante diez minutos sobre su hombro.

—La mitad del barrio nos ha visto de esa forma por tu culpa, idiota —dijo Leiko dejando sus zapatos en la entrada para después ir hacia la cocina. Tsukishima hizo lo mismo, pero él tardó un poco más ya que estaba observando bien el lugar ya que jamás había llegado a entrar en la casa de Leiko.

—¿Leiko, eres tú? —preguntó Kaiyo tras escuchar el sonido de la puerta.

—No, soy un ladrón que viene a robar tus bienes materiales —respondió soltando una pequeña risa. Se acercó a su madre para darle un beso en la mejilla—. ¡Kei! ¿Vienes o te vas a quedar toda la tarde mirando mis fotos de cuando era pequeña?

—¡Ya voy!

—¿Has traído a Tsukishima? —susurró Kaiyo poniendo una mano sobre su boca y tapándola levemente—. Haberme avisado antes y os dejaba la casa sola.

𝗜𝗖𝗘 ━━ kei tsukishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora