𝗘𝗣𝗜𝗟𝗢𝗚𝗢: reunión con karasuno

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Leiko se despertó después de un largo sueño, estirando uno de sus brazos hacia un lado de la cama para comprobar que, como esperaba, estaba vacía. Soltó un largo suspiro y se levantó del colchón completamente agotada, no había podido dormir apenas esa noche por culpa de los dolores de barriga que llevaba teniendo desde hacía un par de meses.

Fue en dirección al baño para asearse antes de bajar para tomar su desayuno. Se duchó, se peinó, se maquilló lo justo y necesario para tener una mejor cara y no parecer tan cansada y volvió a la habitación para vestirse antes de bajar a desayunar.

Ese día Leiko se sentía algo decaída y no podía entender por qué, era ese día en el que podría reunirse con muchos de sus amigos de la preparatoria con los que había perdido el contacto por tomar caminos muy diferentes. Se miró en el espejo, y en el reflejo vio su escritorio lleno de documentos y libros de historia y paleontología.

—¡Kei! ¿Has vuelto a estudiar hasta tarde? —preguntó en un grito para que el chico, que seguramente se encontraba en el piso de abajo, la escuchara.

—¡Lo siento! ¡Es que necesitaba repasar una cosa y se me pasó el tiempo volando! ¡Además, el doctorado no me lo van a dar por mi cara bonita! —gritó el chico de vuelta—. ¿Vas a bajar ya? He preparado el desayuno.

—¡Ahora voy!

Terminó de vestirse a toda prisa y bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la isla de su cocina, dónde Kei la estaba esperando sentado frente al desayuno. Toda la habitación olía al desayuno que Kei había preparado: unas tortitas con sirope de caramelo, acompañado con unas galletas con virutas de chocolate y un par de cafés con leche.

—No deberías correr al bajar las escaleras, Lei, te puedes lastimar —le dijo Kei mientras observaba a la chica sentarse a su lado y dejar un beso en su mejilla.

—Buenos días, gruñón —susurró Leiko tomando con un índice el rostro de Kei para que este la mirara, dejando ahora un beso en sus labios.

—Buenos días —susurró Kei de vuelta, sonriendo tiernamente—. Vamos a desayunar ya o al final llegaremos tarde.

—Recuerda que mañana tenemos una cena con Viktor, Yuuri y mi madre —le recordó Leiko señalando el calendario—. Así que hoy nada de estudiar hasta tarde.

—Sí mamá... —dijo Kei rodando los ojos—. Ahora a desayunar, mi amor. Que tienes que alimentarte bien.

—¡Qué aproveche! —exclamó Leiko antes de empezar a comer. Dejó escapar un sonido de su garganta que le demostraba a Kei lo mucho que ella estaba disfrutando la comida—. ¡Tenía un hambre! Está delicioso, cariño.

Al terminar de desayunar, Kei subió a prepararse mientras Leiko se sentó a ver la televisión. No hizo nada más que zapping ya que no daban nada interesante. «Últimamente en la televisión no dan más que cosas malas y noticias horribles», pensó mientras seguía navegando por los diferentes canales. Terminó dejando un canal de dibujos animados, le parecía mucho más entretenido eso que cualquier otra cosa que dieran, sin importar lo infantil que pueda sonar.

En el momento que Kei bajó del segundo piso, Leiko se levantó del sofá y apagó el televisor. Ambos se pusieron sus zapatos correspondientes y, mientras Kei cogía las llaves de su coche, Leiko preparaba su abrigo por si luego a la noche refrescaba un poco. Sabían que no iba a ser una reunión de un par de horas y que, conociendo a los chicos, todos acabarían saliendo toda la noche de fiesta cómo hacían cuando eran todos universitarios.

—¿Lista? —preguntó Kei metiendo la llave del coche en el vehículo.

—Estoy nerviosa.

—Ni que te fueran a comer.

𝗜𝗖𝗘 ━━ kei tsukishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora