⠀⠀32. memoria

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Al leer ese mensaje por parte de Tsukishima, no supo muy bien como reaccionar, pero no quiso dejar el visto por lo que le respondió con un «¡Buenas noches, Kei!». Dejó de nuevo su teléfono descansando sobre su escritorio y lo conectó para tener batería suficiente al día siguiente.

No se sentía tan mal como ya tenía por costumbre al ver a Kei o leer algún mensaje suyo, lo que tomó como señal de que quedaba poco para recuperar sus recuerdos sobre él. Le enfadaba bastante haber sido capaz de recordar ya a todo el equipo menos a él, también recordaba el campamento de verano en el que por lo que Yamaguchi le había contado, juntos ayudaron a Kei y le motivaron a esforzarse más.

Recordaba hasta a Akiteru, el hermano de Kei, y todo lo que hablaron durante el partido de Shiratorizawa contra Karasuno hace unos meses. Pero aún no había ni rastro de Kei.

No estaba muy cansada todavía por lo que para aprovechar un poco más la noche antes de irse a dormir, agarró su mochila de la escuela y la llevó junto a su escritorio para hacer las tareas que le faltaba por terminar y así tener todo el fin de semana libre. Puso su libro de literatura moderna sobre el escritorio, apartando el teléfono móvil a un lado para que no molestara y, sin pararse mucho más, empezó a resolver los ejercicios que le faltaban en una libreta.

Esa era una de sus materias favoritas, por lo que siempre llevaba todo al día, incluso mejor que el propio profesor Yamada, quien a veces olvidaba el tema en el que se encontraban o el último fragmento que habían tratado al día anterior. Ya era un hombre mayor, por lo que a Leiko no le molestaba nada levantar la mano y con toda la amabilidad del mundo recordarle al hombre por donde iban. Lo mejor era ver la gran sonrisa que el hombre dibujaba en su rostro agradeciéndole y felicitándola ser tan aplicada.

Además de literatura, también le faltaban algunos ejercicios del trabajo de caligrafía que tenía que entregar el martes, por lo que al terminar con los ejercicios que más le costaban, los de inglés, sacó la hoja de caligrafía que le dieron en la última clase y terminó los kanjis que le pedían los diferentes enunciados. Revisó su agenda, su horario, y todos los libros que usaría el próximo lunes para asegurarse de que no había olvidado ninguna tarea.

No había olvidado nada, lo que le hizo sentirse muy orgullosa.

Encendió su teléfono para comprobar la hora, ya habían pasado las dos de la mañana por lo que decidió que ya era un buen momento para irse a la cama a descansar. Se dejó caer bocabajo sobre la cama con los brazos y las piernas estiradas, rebotando en el colchón tras el contacto haciendo saltar a su vez su peluche de dinosaurio y la almohada.

Se enredó entre las sábanas sin ver muy bien lo que estaba haciendo por la poca luz que entraba en su habitación a través de la ventana y cuando logró ponerse en una posición cómoda, respiró hondo y poco a poco fue cerrando los ojos hasta quedarse completamente dormida.

Al abrir los ojos se encontró con que estaba en un lugar que no era su habitación, por lo que supuso que estaba soñando. Al fijarse bien en el lugar, se dio cuenta que estaba cerca de la salida del gimnasio en el que se encontraba la pista de hielo. No entendía por qué estaba ahí, pero cuando intentó moverse se dio cuenta que no podía hacerlo, como si estuviera completamente paralizada. Tampoco podía hablar, con lo que confirmó una vez más que estaba dentro de un sueño.

Unos momentos más tarde, Leiko empezó a escuchar una voz que provenía del interior del gimnasio y que se le hacía muy familiar. Tanto que cuando vio salir a la persona en cuestión entendió por qué se le hacía tan familiar: era su propia voz. Chocó con alguien, lo que provocó que su teléfono casi cayera al suelo. No vio llegar a la otra persona en cuestión, pero cuando esta y la Leiko a la que estaba observando empezaron a hablar, se dio cuenta que esa otra persona se trataba de Tsukishima.

𝗜𝗖𝗘 ━━ kei tsukishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora