Capítulo 7: Malditos celos

2.7K 278 3
                                    

Eithan

Ahí aparece ella, como una diosa, y enseguida mi cabeza comienza a revolucionar a mil por hora.

Esta mujer te va a llevar a la locura, Eithan.

Enseguida sus hermosos ojos chocan con los míos y puedo ver como trata de controlar la parálisis muscular que casi le da, cuando me vio.

Sigue de pie en la puerta. Observa el escenario como si estuviera reconociendo algo, mientras la detallo de pies a cabeza, dibujando cada detalle de su cuerpo.

Lleva un leggin que se ajusta perfectamente a sus curvas, realzándolas más, y un top deportivo que deja ver el pequeño piercing brillante que se ajusta a su ombligo.

«Como quisiera poder bajar por ahí con mi lengua, después de haber devorado esas tetas deliciosas, y llegar a ese coño rosado para darle placer».

Mi mente está imaginando mil cosas, pero mis pensamientos se detienen cuando noto que se encamina por donde tiene que pasar, justamente al lado mío. Una sonrisa curva mis labios cuando veo la oportunidad que andaba esperando, y como había dicho antes:

¡Esta vez no escapará!

De inmediato me pongo de pie. Dejo todo lo que estoy haciendo y me planto justo por donde tiene que pasar. Veo como aminora el paso, pues venía casi corriendo. Me hago el tonto. No me muevo del lugar, así que termina hablando:

—Señor, por favor, podría ser tan amable de salir de mi camino —frunzo el ceño y paso una de mis manos por mi barbilla.

«¡Oh, muñeca! Te expresaste mal».

—Señorita... —hago una pausa esperando a que diga su nombre. Sé cuál es, pero aun así, lo hago.

—Adrianne, Adrianne es mi nombre —enseguida responde.

—Señorita Adrianne, ¿su camino? No veo su nombre aquí por ningún sitio —noto como su rostro se enrojece. Cambia el semblante por completo, demostrando incomodidad.

—Mire, quizás me expresé mal. Podría ser tan amable de dejarme pasar —su tono irónico es evidente.

«Respuesta correcta, pero esta vez no voy a perder la oportunidad de sentir el tacto de tus manos».

—Claro, como no, pero antes quisiera presentarme. Mucho gusto, Eithan Scott —le extiendo una mano y, después de vacilar unos segundos que pude notar, me extiende la suya.

Cuando lo hace y siento su tacto, no dudo en presionar un poco más de lo normal para que pueda notarlo.

—El gusto es mío, Adrianne Laurent. Y si no es mucha molestia, por favor, necesito pasar.

Retira su mano rápidamente como si la mía le quemara.

«Sintió tu apretón, hombre».

Ese era el objetivo, que pudiera sentirlo, así la dejo pensando como me tiene a mí.

Ando metido en mis pensamientos, pero me hace un gesto con la cabeza para que me haga a un lado, así que lo hago. Me muevo, pero solo lo necesario para facilitarle el paso. Lo hace rozando con la piel de uno de mis brazos, debido a la estrechez del sitio.

¿Quién la manda a pasar justo por dónde estoy yo?

Deja el descaro, hombre, que no tenía opción.

Sonrío por lo bajo para que no pueda escucharme y, cuando pasa, me deleito con la vista que me brinda su trasero bien formado.

Siento unos deseos inmensos de abalanzarme sobre ella, pero me controlo. No será bueno ver su mano estampada sobre mi rostro. Y aunque no la conozco, la creo capaz de hacerlo. Por encima de la ropa se le nota la rebeldía

Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora