Capítulo 37: Los suegros perfectos

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Adrianne

No pude evitar quedar consternada con lo que me contó Eithan. No podía imaginar que fuera capaz de hacer algo como eso.

De Nathan no dudo ese comportamiento, pero de él, la verdad, me resultó difícil asimilarlo. Entiendo que el desgraciado de Pierre merecía todo lo que le hicieron y más, pero no tenía ni idea de que fuera mi diablo precisamente quien le hiciera pagar.

Al principio no me gustó. Me sentí mal por arrastrarlo a esto, pero después de que hablamos y me explicó todo, dejé de sentir remordimientos.

Él no tuvo piedad de mí, así que no me voy a torturar pensando en ello. Voy a disfrutar al máximo de este viaje delicioso que estamos teniendo, y que me está fascinando.

Al final terminé aceptando viajar con Eithan a Londres para conocer a la familia. Llegamos hace dos días y estoy encantada con todo.

No me podía negar a tal petición después de cómo me lo pidió. Y menos aún, sabiendo que después de lo ocurrido con Pierre, pudiera acertar en lo que quiero. Solo espero que piense como yo y que me complazca, pero no porque yo lo quiera, sino porque él lo sienta de la misma forma que lo siento yo.

Estoy cruzando los dedos para que el amor que siente por mí lo lleve por ese camino y no por el otro, o me vería en la obligación de dejarlo, ya que si eso pasara, si no decide por eso que tanto quiero, significaría que no me ama lo suficiente, que aún no está preparado o peor aún, que nunca lo estará.

Pero no voy a preocuparme antes de tiempo. Lo mejor que puedo hacer ahora es disfrutar de esta familia maravillosa. No tanto de la Ciudad, pues ya he estado otras veces aquí y la conozco, así que prefiero disfrutar del calor que me ofrece este hogar. Todavía faltan unos días para el desfile, así que cuento con algo de tiempo.

Vinimos en el Jet privado de la familia y Nathan nos acompañó. Todavía no había llegado y ya estaba llamando a Vanesa para pedirle que viniera a la mansión.

Según lo que me contó Eithan, ella es la sumisa de su hermano y, ambos, tienen un vínculo muy fuerte. Cosa que comprendí al ver su comportamiento cuando estuvo frente a ella.

No podía creer lo dócil que se veía Nathan. Y hasta lo puedo entender, porque la mujer es de una belleza exótica.

Ese hombre arrogante y prepotente con todos, al parecer tiene una debilidad, y está claro que esa debilidad tiene un nombre. Aunque mi diablo me contó que desde no hace mucho, es que se está comportando de esa manera.

Nathan es un desgraciado que la ha hecho pasar por un calvario, pero aun así, ella decidió mantenerse a su lado. Y no entiendo por qué, pero Eithan no me dijo más y esto es todo lo que sé.

Por otra parte, la señora Greta y el señor Adam son dos personas increíbles. Se puede sentir el amor que se profesan y, al verlos, no puedo pedir otra cosa que no sea verme dentro de unos años, así, junto a Eithan, amándonos con la misma intensidad que lo hacen ellos.

Dos personas que pasan de los cincuenta y lucen de cuarenta. Se ven hermosos y se explica el porqué tienen hijos tan bellos.

La señora Greta es una mujer elegante que aún conserva su belleza. De buen hablar y con un gusto exquisito a la hora de vestir. Sin contar que presume de un cuerpo muy bien formado. Tiene unos ojos llamativos y del mismo tono que Eithan, en cambio, Nathan, tiene casi el mismo color de ojos que su padre, pero un poco más claros.

El señor Adam...

¡Por Dios!

Qué clase de hombre.

«¿No me dirás que estás mirando a tu suegro con intenciones?».

Por supuesto que no. Aquí la única mal intencionada eres tú. Solo estoy reconociendo lo hermoso que es y, en ello, no hay pecado.

Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora