Capítulo 11: La rosa más hermosa de mi jardín

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Eithan

Despierto sobresaltado. Pensé que había sido un sueño, pero no, esta vez fue real. Esta vez sucedió y finalmente tuve a mi linda. Sonrío al recordar lo que pasó y solo con eso, mi polla comienza a despertar.

¡Tranquilo amigo! Ya habrá tiempo. Ahora tampoco hagas que tu chica tenga que salir corriendo.

«¿Qué estará haciendo ahora?».

Me pregunto, mientras la imagino. Debe estar descansando. Creo que lo necesitó después de lo de anoche.

Vuelvo a sonreír de felicidad. Estoy extasiado y creo que pasaré así el resto del día, sonriendo por todo. Esta mujer me tiene embobado. Solo espero que cumpla con lo que le pedí, porque si no, voy a terminar yo mismo con esa relación de mierda. Pero por ahora mejor me calmo, de lo contrario terminaré arruinando mi buen humor y todo lo hermoso que ahora mismo estoy sintiendo.

Creo que voy a concretar lo que le había comentado a mi padre, sobre abrir una sucursal de la empresa aquí a París. Así estaré más cerca de mi linda. Lo mejor será llamar al cabrón de mi hermano para hacerle saber. Veamos que le parece la idea, porque siempre hemos estado juntos en la misma ciudad.

Puede no agradarle quedarse con toda la responsabilidad de la sede empresarial. Y bueno, también está la otra parte, la de andarlo aconsejando.

Nathan Scott es un Dominante, un Amo en todo su esplendor. Hace algunos años escogió esa forma de vida y, ahora, tiene a su cargo a una sumisa con la que pasa los días ejerciendo parte de su poder. La otra parte la deja caer sobre los empleados de la empresa, el muy cabrón.

He aprendido mucho de él. No voy a negar que en cierta forma algo de esa forma de vida me atrae, pero jamás la llevaría hasta el punto en que él la lleva. Aunque es muy excitante y pongo en práctica algunas cosas con mi pareja, no quiero una mujer que esté a mis pies.

Quiero una mujer que esté a mi lado siendo mi compañera, aunque también respeto su elección. Mi hermano es así por naturaleza y eso es algo que nunca podrá ser cambiado.

Pero bien, creo que ya he dicho suficiente de él. Voy a llamarlo y espero que no esté en una de sus sesiones, porque hacerlo en ese momento sería una total pérdida de tiempo. Nathan jamás respondería.

Sin pensarlo más tomo el móvil. Le marco y después de dos timbres, responde. Eso significa que está desocupado.

—Buenos días bro, ¿qué tal todo por París?

Sonrío al escucharlo. Siempre me ha dicho “bro” y cuando le reclamaba, me respondía que nuestros nombres eran muy parecidos y que con el suyo bastaba. Ya se podrán imaginar lo dominante que puede llegar a ser, que hasta en la cuestión de nombre quiere tener la supremacía.

—Buenos días, hermano. Me alegra escucharte. Por acá todo está perfecto.

Solo tenemos una hora de diferencia, así que aún debe estar en la cama. Yo estoy adelantado.

—¿Te desperté? —pregunto.

—No, ya estaba despierto. Mi día comenzó desde temprano.

Suelto una carcajada, imaginando a lo que se refiere cuando me dice eso. Pobre sumisa. No me explico cómo es que lo aguanta.

—Sí, me puedo imaginar cómo comenzó tu día —lo escucho sonreír con picardía. Si creen que soy un diablo, no sé cómo catalogarían a mi hermano. En serio, Nathan es mucho peor que yo.

Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos]. Onde histórias criam vida. Descubra agora