Un funeral. Una despedida. Un adiós.

7.6K 586 176
                                    

Capítulo 24:

Jazmín.

La vida es una puta mierda... te da donde sabe que más te duele. Te pisotea. Te destruye. ¿Vida? ¿Destino? Que más da. Todo es una mierda.

Me dolía tanto que me ardía todo el cuerpo. Me sentía vacía. Sin vida. Por que mi vida se fue junto con la de mi madre.

A pesar de que esa noche me quedé en el cuarto de Marco por que me daba pánico quedarme sola, no pude dormir. A veces cerraba los ojos, pero me despertaba alguna pesadilla.

Marco se tiró toda la noche despierto conmigo. En silencio. Solo necesitaba eso. Sabía que por la mañana me esperaba el entierro de mi madre y eso me aterraba.

Vi como entraban los primeros rayos de luz a través de la ventana y suspiré. Suspiré por que sabía que tenía que levantarme y darle el último adiós a la persona que más amaba.

Me levanté de la cama sin decir nada y fui hasta la puerta.

-¿A donde vas?

-A prepararme.

-Voy contigo- se levantó de la cama.

-Necesito...-apreté el manillar de la puerta- necesito estar sola...

-Esta bien- miro el reloj de la mesita de noche- tienes veinte minutos. No voy a dejarte sola más tiempo.

No dije nada. Abrí la puerta y me dirigí a mi cuarto.

Cerré la puerta tras entrar y maldecí por no tener pestillo en aquella maldita habitación. Así que, me metí en el baño que si había pestillo. Lo eché.

Me desnudé y me metí en la ducha. Abrí el grifo y dejé que mi cuerpo se deslizase por la pared hasta llegar al suelo. Me abracé las rodillas y mientras caía el agua sobre mi cabeza, empecé a llorar.

Entonces pensé en todo lo aquello que mi madre no viviría conmigo, en todos aquellos momentos en los que una madre no podría faltar... El día en el que me gradúe en la universidad. El día de mi boda. Cuando tenga a mi primer hijo. Lloré por todos aquello recuerdos que nunca tendría con ella.

-Abre la puerta- aporreó la puerta Marco.

No se cuanto tiempo llevaba allí, pero supongo que mucho por cómo aporreaba la puerta.

No le contesté, las palabras se quedaban atrancadas en mi garganta.

Entonces pasó, Marco tiró la puerta abajo de una patada. Levanté la mirada y lo miré. Se acercó a mi y me levantó del suelo atrayéndome hacia su pecho.

-Fanculo...- maldeció bajito- pensé que habías hecho alguna tontería.

Me despegué de el con todo el dolor de mi corazón y cogí el vestido negro que había dejado encima de la cama antes de meterme en el baño.

Si, negro. Estaba de luto. Y probablemente un luto eterno.

Me vestí lentamente. Sin ganas. Con dolor.

Una vez que ya estuve lista, Marco me agarró de la mano y bajamos hasta la planta baja.

-Vamos a desayunar- dijo tirando de mi hacia la cocina.

Justo en el umbral puerta, mis pies se pararon impidiéndome entrar.

-No puedo...

-Vale, desayunaremos en el jardín ¿Que te parece?

-Para ir al jardín hay que pasar por la cocina.

Marco frunció el ceño y se pasó la mano por el pelo frustrado.

Filofobia #1 |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora