Primera Comida

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Por fin, después de años y años de sufrimiento y tortura, pudo escapar de lo que era su hogar desde que nació. Sabía que no tenía tiempo para festejar, tenía que trabajar duro para ayudar a Lenin y ser libre definitivamente. Habían llegado al refugio donde se organizaban para las rebeliones y protestas, era pequeño, pero era mejor que su anterior hogar. Más animado, más acogedor, más cálido. Se sentía mejor en todos los sentidos.

- ¿Qué pasó? ¿No era lo que esperabas?

- De seguro es muy diferente a tu cuarto en el castillo.

- En...en realidad, mi cuarto era el calabozo. - Dijo con nervios mientras se sobaba el brazo. Era la primera vez que estaba rodeado de personas, a excepción de I. Ruso y Lenin.

Se formó un silencio bastante incómodo para los mayores, sólo quisieron decir una pequeña broma sin imaginar ar que el menor no tenía la vida que creían.

- Dejen al muchacho en paz. - Regaño la única mujer del lugar. Esta estaba sirviendo la cena pero decidió meterse al ver como el menor se quedaba incómodo por la presencia de las personas. - Mejor vengan a comer antes de que se enfríe.

Todos obedecieron alegres, esperando impacientes su plato. Todos menos USSR, que observaba atento la manera de actuar de los demás.

- Ven, siéntate a comer. - La mujer se había acercado para llevarlo directo al comedor y prácticamente lanzarlo a la silla. - Debes de estar hambriento.

No iba a negarlo, se moría de hambre, pero ya estaba acostumbrado a esa sensación.

Miro atentamente a su alrededor, todos comenzaban a comer y platicar tan animados, como si no tuvieran problemas por resolver. Recordó la última y primera vez que comió en una mesa, alegre por poder probar comida decente, pero con el miedo de que su "padre" lo lastimara. No se comparaba con lo que sentía ahora.

- Espero que te guste la sopa borsch.

- Esta es la mejor sopa borsch de Rusia.

Se les quedó viendo al plato sin poder creer que ahora, después de tantos años, podía comer sin miedo.

- ¿No te gusta?

Miraron preocupados al menor al escuchar los sollozos que trataba de detener.

USSR- El menor negó aguantando las lágrimas y secando las pocas que lograron salir. - N...no es eso, es que...- Logró calmarse recuperando un poco ma compostura. - Es la primera vez que la pruebo y...la primera vez que como en una mesa y con...Con alguien más.

Fue imposible no mirar con pena al menor, tal todos pasaban tiempos difíciles, pero no tanto como para no pasar una sola comida rodeado de familia o amigos. Pero esa expresión cambio cuando el futuro país probó con felicidad la sopa, y rieron al ver como sus ojos brillaban por el sabor, le había gustado tanto que no tardó en devorar todo y pedir un segundo plato.

El pequeño soviético guardaría ese recuerdo por toda su vida. Nunca olvidaría esa noche llena de risas y lágrimas, con la comida más deliciosa que había probado, la compañía más alegre y acogedora y com una cama tan suave y cálida. Ahí decidió que todo lo que vivió con Zarist no existiría más, ni la primera vez que pudo comer en la mesa con su aterradora compañía, ni cuando lo dejo dormir en su cama en un momento de debilidad del que se supone era su padre. Eso sería borrado y sustituido con la mejor noche de su vida.























Esto lo tenía escrito desde hace meses, junto con otra historia larga que publicaré en partes.

Lloré escribiendo esto, y más al pensar en todo lo que sufrió el bebé quikito.

También esperen más mini historias de USSR chiquito.

vale madre Where stories live. Discover now