Todo lo bueno que pueda pasar pasará.

317 32 7
                                    

TR- ¡¿Quieres hablar de esto?! ¡¿Quieres una maldita explicación de lo que pasó?! - Gritó en su cara, sintiendo como se aferraba a un más a sus hombros. - ¡Estoy cansado de ti, ya no te soporto! No hay más que decir, solo necesito esa única y simple razón para mandarte a la mierda ¿Necesitas que te diga algo más? ¿Acaso quieres escuchar cuanto asco me causa estar cerca de ti? ¿Lo insufrible que se vuelve mi vida cuando estás conmigo? Tu decide si quieres seguir hablando de esto, con mucho gusto lo hago. - El agarre en sus hombros se hizo cada vez más débil, y con un pequeño empujón logró que el soviético retrocediera. - ¿O ya por fin obedecerás y te irás?

El mayor tenía la mirada perdida y sus ojos con lágrimas retenidas. Esperaba cualquier cosa, hasta el motivo más absurdo por el cual el alemán se quería alejar, nunca esperó que la respuesta fuera más dolorosa de lo que pensaba, y aun así seguía buscando en los rasgos del contrario un poco de arrepentimiento, solo para poder seguir ahí, insistir un poco más para sacarle la verdad y hablar sobre lo que en realidad pasaba, pero no encontró nada.

Resignado y con el corazón roto en sus manos, dio media vuelta regresando por donde vino ¿Todo lo que R#ich le dijo era cierto? ¿En serio pensaba así de él después de estar juntos por años? Dio un último vistazo al alemán, lo amaba tanto que no podía aceptar que el menor lo tratara de esa forma, debía de hacer una explicación, y estaba seguro de que existía después de ver a lo lejos los ojos del alemán reteniendo las lágrimas.

USSR- ¿Por qué lloras? - Preguntó volviendo con rapidez a la puerta de la casa. - Por favor, dime la verdad, algo te está pasando. - No tardó en llegar junto al alemán para tomarlo de los hombros, pero se apartó dando unos pasos para atrás.

El menor negó con furia mientras las lágrimas que retenía salían sin su permiso, maldiciendo por lo bajo por su "debilidad" que salió justo en le último momento. Sus piernas no le respondían, no podía moverse más, y menos cuando los brazos del soviético lo envolvieron en un abrazo.

Se odiaba por sentirse bien en sus brazos, que solo con una simple muestra de afecto se derrumbaba ante él, aferrándose a su pecho mientras sacaba toda la tristeza y la furia que guardaba desde que leyó aquella carta.

Era feliz, aunque el soviético le entregara un amor de mentira.

USSR- ¿Estas más tranquilo? - Acariciaba la espalda del menor en un intento de calmarlo. Estaba asustado por la manera en que lloraba, nunca lo había visto así, y podía contar con una sola mano las veces que R#ich había llorado en frente de él.

Negó abrazándolo más fuerte, no quería que se fuera, no quería perderlo, pero dolía demasiado recordar todos los años juntos por una simple apuesta.

USSR- ¿Me dirás que te pasa? me estas preocupando, naz. - Le dio un pequeño beso en la frente sintiendo como se tensaba por una simple muestra de cariño.

Se separó de a poco, secándose las mejillas sintiendo la mirada atenta del soviético. Solo levanto el rostro preparándose mentalmente para lo que preguntaría a pesar de no querer saber la respuesta.

TR- ¿Enserio me amas? - Preguntó ya más calmado, esperando sonar seguro, pero su mirada demostraba el temor de aquella respuesta.

USSR- ¿Pero qué dices? claro que te amo, estoy seguro de que quiero pasar el resto de mi vida contigo. - Sonrió tomándolo de las mejillas para limpiar aquellas lagrimas que el menor no logró limpiar.

TR- ¿Tan lejos llegarías por una apuesta?

Oh, así que, si sabía de lo que hablaba, esa expresión preocupada se lo dijo. Esa misma expresión que hacía cuando lograba atraparlo haciendo algo malo o mintiendo.

TR- ¿Me amas, aunque sea una puta insoportable e inmaduro? - No podía evitar sentir aquel vacío que crecía con solo ver la reacción del mayor y como poco a poco las manos que le sostenían se alejaban lentamente. - ¿O solo te estas aprovechando de mi para mantener tu territorio seguro?

USSR- R#ich, puedo explicarlo, enserio, solo...solo déjame hablar. - Vio la expresión de decepción del contrario, no quiso tardarse en responder, ni dejar de sostener su rostro entre sus manos, pero nunca pensó que se fuera a enterar sobre aquella apuesta estúpida que hizo.

TR- ¿Me dirás que es mentira que hiciste esa apuesta o que tu no escribiste esa carta? si no es así entonces, por favor, ahorra todo esfuerzo, no te escuchare.

Se decepcionó cuando el soviético bajó la mirada era todo lo que necesitaba ver, no fue una respuesta verbal, le hubiera dolido más escucharlo, pero aun así dolía, no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas que retenía por orgullo, o lo que aún quedaba.

TR- Entonces vete.

USSR- No me pienso ir. - Suplicó por milésima vez en esa noche, esperando que el menor le diera una sola oportunidad de explicarle que solo era un malentendido.

TR- Tienes 1 minuto. – De había prometido no escuchar al mayor, que si aquella carta decía le bardas entonces no daría marcha atrás y cualquier cosa que USSR le dijera no serviría para nada. Pero una parte de él aun deseaba que todo tuviera una explicación.

El soviético no reclamó, no perdería el tiempo discutiendo sobre el mísero minuto que le dio para explicarle.

USSR- Yo me arrepiento de haber echo esa apuesta, no estaba pensando en lo que hacía, solo...solo no quería hacer tan evidente que te amaba desde que te vi. La apuesta solo fue una tonta excusa para hablarte, no sabes cuánto me arrepentí por haberlo hecho de esa forma y...- Un suspiro salió de entre sus labios, un simple gesto que se tornó tan triste por ser una señal de resignación. - Y comprendería si quieres dejarme, no quisiera hacerlo, eres especial para mí, eres mi todo, Naz. - Sentir aquella tristeza no le impedía sonreír por recordar cada momento junto al alemán, aunque fuera una sonrisa llena de tristeza y melancolía. - Pero no merecías eso.

TR- Yo tampoco quiero dejarte. - Se abrazaba a si mismo con fuerza, mirando la expresión dolorosa del soviético. Le dolía tanto verlo en ese estado de desesperación, esperando que se quedara, aun así, no podía creerle por completo, algo se lo impedía, pues aquella carta le había lastimado. - No sé si me estas mintiendo, no sé si me amas de verdad tal como lo dices.

USSR- Te...tengo las cartas de China, están en mi casa, puedo pedirle mis cartas a China, pero por favor, créeme cuando te digo que te amo más de lo que imaginas.

TR- ¿Como estaré seguro de que no las harás después de esto? Yo quiero creerte, pero, no puedo soviet, yo...necesito tiempo. - Si que había dolido decir aquello, no sabía si era lo mejor, pero no podía tomar una decisión cuando solo quería lanzarse a los brazos del mayor, pero las letras de la carta seguían pasando por su cabeza.

USSR- Cásate conmigo.

El alemán giro su mirada hacia el ruso que solo estaba parado como si aguantara la respiración mientras su rostro se volvía más rojo de lo que ya era.

TR- Soviet, sabes que no me gustan esas bromas. - Dijo nervioso, con las manos temblando y sintiendo como hormigueaban. No parecía ser una de las típicas bromas sobre un futuro juntos, se veía tan enserio y decidido que hasta su propio rostro comenzaba a ponerse más carmesí.

USSR- No es una broma, te entregaría mi vida si pudiera tomarla en mis manos, no me importa si la destrozas o si la pierdes, con tal de que sea tuya. – Tomó las manos del menor sintiendo lo frías que estaban, por lo que comenzó a frotarlas para calentarlas y darle un poco de caricias para que dejaran de temblar. - Ahora mismo no se otra forma de demostrarte que te amo, más que entregarte toda mi vida. Es lo único que puedo hacer, y lo último que te pediré, si...si dices que no, yo...me iré para darte tu tiempo, todo el que quieras, te esperare lo que haga falta.

TR- Soviet, yo...yo...

Estaba más que confundido, él prácticamente había terminado con él, pero USSR tenía que voltear por completo sus planes. No sabía que responder, claro que se imaginó incontables veces una vida juntos como casados, pero ahora no podía...no podía pensar con el llanto de esos bebés.

¿Bebés?

Ambos se miraron con miedo, aquellos lloridos venían de la casa del menor, cada vez sonando con más fuerza, por lo que entraron apurados, pero con miedo por descubrir aquello que cada país temía, lo que anunciaría su inevitable disolución. Ahí en la sala se encontraban 3 bebés que lloraban con desesperación por encontrar la atención que necesitaban.

TR- No puede ser. - Fue el primero en acercarse, notando como las lágrimas de los bebés tricolores cesaban de apoco con tan solo verlo, y el que a simple vista se veía más grande estiraba los brazos para que lo cargara, cosa que no tardo en hacer haciendo que se calmara por completo, mientras que él se agachaba para atender al pequeño que tenía un escudo y esperar a que también calmara sus lágrimas. Les dedicó una sonrisa, se veían tan lindos, tan pequeños e inocentes, dos pequeños que no dudaría en proteger.

Volteó a ver al otro bebé que seguía llorando, un pequeño bicolor que miraba al soviético esperando la atención paternal que necesitaba, pero que al parecer el responsable no quería hacerlo.

TR- ¿Soviet? - Llamó cuando vio su rostro aterrado, mirando al infante como si este fuera la misma muerte. - ¿Estas bien?

USSR- Negó lentamente mientras daba pasos hacia atrás, dirigiéndose lentamente hacia la salida. - No puedo, R#ich yo...no puedo...

No necesitaba ser un genio para saber qué es lo que tenía el mayor, solo con saber la clase de infancia que tuvo era suficiente para saber el miedo que esté tenia, recordaba una vez que lo mencionó, el miedo a cometer los mismos errores que su padre.

Dejó a los que suponía eran sus gemelos, procurando que estuvieran en buena posición para que se cayeran, y se dirigió casi corriendo hacia el soviético quien no pareció inmutarse por la acción.

TR- Ey, mírame. - Lo tomó de las mejillas para que le viera directamente e ignorara por un momento la presencia de los niños. - No seas un idiota como tu padre, sé que tú no eres así, solo acércate al niño, es el primer paso para no cagarla como él. - Le aplastó las mejillas con fuerza sintiendo como el mayor asentía inseguro. Le soltó para después tomarlo de la mano y guiarlo hacia el sillón donde el bebé bicolor le esperaba.

El mayor observó al pequeño bicolor que abrió los ojos después de haber estado varios minutos llorando, dejando a la vista sus grandes ojos azules, iguales de a los de R#ich, pero parecidos a los suyos. Era una réplica exacta de él, tan pequeño y adorable extendiéndole los brazos para que lo cargara mientras gimoteaba y hacia pucheros a pesar de estar cansado de llorar. Con cuidado lo cargó, teniendo cuidado con el cuello y cabeza del menor, y de inmediato se calmó, ambos se calmaron con ese pequeño abrazo lleno de cuidado. Ahora era él quien tenía lagrimas que retenía con fuerza para que no salieran de sus ojos.

TR- Tienes otro dos esperándote aquí. – Llamó la atención del mayor, riéndose al ver como volteaba rápidamente totalmente sorprendido.

USSR- ¿Cómo que otros dos? - Se acerco dando pasos lentos y pausados tratando de procesar lo que el contrario le decía. - ¿Estás diciendo que tú y yo...?

TR- Bueno, si nos vamos a casar sería más que obvio que cuidaremos juntos a nuestros hijos. - Tal vez era un impulso por la felicidad que sentía al tener a sus hijos o solo su cabeza estaba más despejada al ya no estar discutiendo sobre la carta, pero justo ahora quería estar con el soviético, tener a sus hijos y criarlos juntos fuera de toda la guerra.

USSR- ¡¿Lo dices enserio?! - Gritó sentándose junto al menor, tomándole de la mano con mano libre, teniendo cuidado de que el pequeño alemán que cargaba el contrario no se cayera y sin aplastar al otro pequeño alemán que estaba en el sillón.

TR- Si, podemos hacerlo mañana mismo, solo tendríamos que ir con SDN.

USSR- ¡Si, yo...ahora mismo preparo las cosas! no creo que ella pueda venir mañana, será difícil convencerla de que lo haga, recuerda que ella nos odia, tal vez pueda hablar con Inglaterra para que la convenza, pero... - Su sonrisa no desapareció, pero su notable exceso de felicidad disminuyó drásticamente. - ¿T...te estas casando por los niños?

TR- ¿Eso te importa? – Rodó los ojos evitando volver a verlo, ya sabía a donde quería llegar el cursi de USSR.

USSR- No va a cambiar mi decisión de casarme, pero me gustaría saberlo.

TR- Agh eres tan... tan...fastidioso. - Suspiro apartando la mano que se entrelazaba con la suya, solo para recargarse en el hombro del mayor. - Si o algo así. - Fue como si ellos fueran la señal de que...no me hagas decirlo, esto es demasiado para mí. - Como si nuestro destino fuera estar juntos ¿No crees?

USSR- Si lo creo. - No hizo falta decir más, con un simple beso fue suficiente para demostrar lo que sentían. Querían estar juntos el resto de sus días sin importar lo que pasara o lo que se interpusiera entre ellos, solo amándose como siempre lo habían hecho.

TR- También porque antes de leer la carta estaba pensando en casarme contigo, pero naaa, solo lo fueron unos minutos.

USSR- Espera ¿me ibas a pedir matrimonio?

TR- No, claro que no, solo lo pensé.
























Perdí la captura de la persona que me pidió esto, pero pues esto es si ellos no hubieran terminado.

Me gustó la idea y el contraste que tiene con el capítulo que publique hoy de No estoy muerto perras, es todo lo contrario.

Voy a hacer varios capítulos sobre este universo, desde hace mucho quería escribirlo por qué como dice el título "Todo lo bueno que pueda pasar pasará" pero debe de haber un balance ¿No?

Este universo será mi base para el libro de zombies.

También recuerden, nada es un accidente (casi nada, no sé si por ahí me equivoqué en algo)

vale madre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora