Jugar con papá

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Corria por la nieve sintiendo la planta de los pies arder al sentir la frialdad de esta, pero tenía que seguir corriendo en aquel frondoso bosque. No debía tropezar o chocar con algún árbol o piedra. No podía parar a pesar de que sus pies sangraban por estar horas corriendo.

Odiaba jugar con Zarist, le daba miedo y siempre termina herido por estar corriendo y por aquel que no se rendía nunca en cazarlos junto con aquellos perros negros.

Ya se sabía el camino de memoria, cada piedra y árbol que le permitiría tomar ventaja o que le traerian desgracia. No podía esconderse, así que mínimo debía de utilizar el terreno a su favor, por lo menos hasta donde se le permitiera.

Se fue por una pequeña colina llena de árboles y arbustos secos, así sus perseguidores tendrían dificultad al avanzar, y al mismo tiempo el también la tendría, pero si lograba, podría tener una oportunidad de escapar. Se tengo al escuchar los ladridos y el sonar de las patas corriendo en la nieve con ferocidad. Estaban cerca.

No quería voltear, temia que si verlos se paralizara como siempre, pero termino haciéndolo cuando escucho un aullido. Ahí estaban, a varios metros de él, bastante lejos aún, pero para él pequeño niño era como si los tuviera sobre sí, solo era cuestión de minutos para que lo lograrán.

Se apresuró a correr, solo quedaba menos de la mitad del camino para llegar a la cima. Esperaba lograrlo, necesitaba lograrlo. En otras ocasiones había intentado lo mismo, ya tenía un plan, entre hojas tenía escondido un pedazo de corteza de árbol bastante grande como para subirse sobre él. Ya lo había divisado, solo un poco y estaría a salvó.

Con desesperación quito las hojas, arrastró la corteza con esfuerzo, no tenía fuerzas, apenas y podía seguir corriendo. Volteó a hacia atrás notando que estaban a unos cuantos pasos de el. Esos perros negros le estaban acechando, esperando a que volviera a voltear a otro lado para atacarlo, cosa que hizo con rapidez para poder lanzarse colina abajo. Lo hubiera logrado si tan solo hubiera llegado antes.

Sintió como le mordieron el tobillo, haciendole caer y soltar su método de escape. Gritó de dolor, pero no hizo el intento de zafarse o pelear, se terminaba lastimando y podía sentir como los colmillos rasgaban la piel, era mejor dejarse arrastrar mientras lloraba y suplicaba porque le soltará. Los otros dos perros daban mordidas ocasionales a sus brazos que cubrían su rostro en un intento de protegerse.

Un silbido se escucho a lo lejos junto con el trote de un caballo, los tres canes lavantaron las orejas en señal de alerta, miraron hacia la dirección de dónde provino el silbido, y se sentaron esperando a que su dueño llegara, cosa que no tardó en hacer.

Zarist llegó con su porte imponente, usando su abrigo negro que sabía su hijo odiaba, la mirada de horror que su hijo tenía cada que lo usaba era suficiente razón para usarlo. Bajo del caballo para después premiar a los canes lanzandoles comida.

Zar- Parece que por fin estás usando tu cabecita para jugar. - Dijo mientras se acercaba a la corteza, empujándola con el pie para que se deslizara por la colina. - Lo estás volviendo... interesante.

Se paró frente al infante que seguía llorando, haciendo que se tenzara y se oculta entre sus brazos y piernas, cerrando los ojos con fuerza. Había ocasiones en que después del juego recibía alguna patada por no haber llegado lejos. En cambio escucho como algo cayó frente a él, haciendole abrir los ojos con miedo, pero los abrió con sopresa al ver un trozo de carne cruda.

Zar- Tu recompensa por divertirme más tiempo de lo normal. - Su padre ya estaba subiendo al caballo, siendo seguido por los tres canes. - No es necesario que lleve de regreso, ya te sabes perfectamente el camino ¿Cierto? - Dijo con una sonrisa, se estaba burlando de él, como siempre. Y ese fue el último gesto que vio antes de que se marchara.

vale madre Where stories live. Discover now