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Días después ~
Nᴀʀʀᴀᴅᴏʀ
Escucho gritos, en especifico, mia era la que gritaba en el piso de arriba. Dejo su taza de café nuevamente sobre la mesa mirando a han, quién le sonrió ligeramente.
— Problemas en el paraíso.— Entro roman al comedor, y se sentó con ellos sirviendose el desayuno.
— Así parece..— Murmuro suavemente viendo los documentos que le había dado su hermano a primera hora del día.
—Entonces.. Ustedes dos, que paso en tokio? Me interesa saber.— Pregunto roman mientras se preparaba una tostada.
—¿Quieres la verdad?— Consulto han, ganándose así, la mirada de noelia. Quién lo miro de forma directa y amenazante.
—Si, claro.— Dijo como si no fuera obvio, sin notar las miradas cómplices que había entre ellos.
—Fuimos al drifts, salimos a comer, y sobretodo lo mejor del viaje.. No hicimos nada, eso fue lo mejor.— Contesto.
—Dije la verdad, como te da la cara para mentirme tan descaradamente.— Soltó de forma dramática, logrando que medusa se riera.
Las puertas del comedor se abrieron de forma brusca, ganándose la mirada de los tres presentes. Había sido mia y atrás de ella llego brian.
—Sin ofender, pero esas puertas son carísimas.. Ten cuidado.— Comento antes de beber otro poco de su café.
—Ahí la tienes, brian!— Escupió con enojo señalando a medusa.— Ve, follatela, se feliz, idiota. No estas al nivel de andar con ella, que lo sepas, no podrías soportar el estilo de vida de ella.
La morocha miro la situación con confusión, no entendía si mia estaba enojada con ella, si la estaba defendiendo, si solo estaba enojada con brian, no entendía.
—¿Y ahora que hice?—Consulto con cuidado, no quería generar una pelea.
—Nada, tranquila.— Aclaro mia.— Solo que brian, es un idiota.— Miro al rubio con tristeza antes de irse, siendo seguida por el expolicia.
— Eso fue extraño..— Susurro roman, y le dio una mordida a su tostada.— Me van a decir la verdad de lo que paso en tokio?
— Que lastima, tengo que ir arreglar los errores de mi hermano, y Han me prometió que iba a llevarme..— Ambos se levantaron.
— No, oigan! Tienen que decirme!— Se quejo mientras ellos abandonaban el comedor dejándolo solo.— Vengan aquí!— Exigió.
—¿Qué crees que quiso decir mia?
—No se, tampoco quiero meterme en esos asuntos.— Admitió la morocha antes de subirse al auto.
