Aran Kang es un detective novato que busca proteger la ciudad de una secta satánica que los aterroriza: el círculo. Es así como logra salvar a Sara Miller, que se convierte al instante en la única víctima con vida.
Rápido, Aran aprende que el juego...
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Sara, escurridiza, se metió por un pasillo circular donde un hilo de agua corría en contra y caía por el corredor que había dejado atrás. Tuvo que andar agachada por el nivel del techo hasta cierto tramo, cautelosa de que sus pasos no resuenen dado que el eco podía alertar a Snyder que venía muy cerca de ella, pero desorientado.
El chico observó aún con la nariz llena de sangre seca, su linterna apuntó a las diferentes encrucijadas y pasillos, inclusive a la tapa que se encontraba algo inalcanzable a su cabeza. Detrás de él lo alcanzaron tanto Cindy como Carl que habían perdido demasiado tiempo allí arriba.
—Creo que nos sigue —susurró Cindy apenas sin respiración por la corrida.
—¡Pues claro! —Gritó Snyder dándose la vuelta para mirarla enojado—. Si me hubieras dejado desatarla y bajarla como iba a hacer...
—¿Ahora resulta que necesitas de mi aprobación para hacer algo? —Refutó ella, cegada por el orgullo.
El chico apretó sus manos en puños y frunció su boca, estaba conteniendo una sarta de insultos. Ambos se miraron altaneramente, apenas comprendiendo los colores de sus ojos debido a la poca luz.
—Ketillgud estará furioso. —Cindy no replicó a eso, desvió su mirada sin saber qué agregar o cómo solucionarlo—. Podríamos...
—¿Qué?
—Podríamos mentir. Decir que Steve Pine la tomó.
—¡Claro que no! —Negó indignada, sus palabras salieron antes de que siquiera su lógica funcione en su cerebro. Simplemente no podía echarle la culpa a Steve, es verdad que lo que estaba haciendo era para limpiar tanto a Carl como a ella de culpas, pero no podía hacerlo a cuestas de él. Si la situación lo requería, no iba a ni mencionar que estuvo aquí—. La encontraremos, tenemos que.
—No, en este momento deberíamos huir. —Cindy siguió rehuyendo su mirada—. ¡Ya viste lo que pasó! No puedo creer que seas tan estúpida. Era mi amigo, lo entiendo, pero aquel de allí era un maldito psicópata y tú... ¡Tú sigues colada por él como una idiota! Harás que nos maten.
En vez de siquiera responderle, solo tiró de Carl que se había mantenido con la mirada fija a sus espaldas tratando de dilucidar si el susodicho los había seguido. Snyder la siguió con la mirada cuando pasaron por su lado, bastante indignado.
—¡Cindy! —le reprochó casi gritando.
Un ruido a pocos metros de ellos los desconcertó, no volvieron a hablar más y trataron de volver a seguirle el rastro a la rubia.
Pero la oscuridad los asechaba y consigo las sombras que se alimentaban de los miedos y de la muerte. Los pies de Steve aterrizaron en el desagüe y un escalofrío tiró de él en dirección hacia el grupo, palpando sus auras, siendo atraído. Era cuestión de tiempo que se topara con todos ellos e iba a disfrutar de la diversión.
