𝑷𝑹𝑬𝑭𝑨𝑪𝑰𝑶

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Los tacones resonaban en el empedrado a través de la nebulosa noche de verano, los pies de la mujer traqueteaban y se balanceaban por el camino desigual mientras miraba sobre su hombro con la sensación de que era seguida

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Los tacones resonaban en el empedrado a través de la nebulosa noche de verano, los pies de la mujer traqueteaban y se balanceaban por el camino desigual mientras miraba sobre su hombro con la sensación de que era seguida. Pero cuando sus ojos se posaban en la calma nada, en las casas de madera y las ventanas iluminadas tenuemente por la luz de las velas, volvía su vista al frente un poco más relajada y diciéndose a sí misma que era su imaginación.

Es algo cruel jugar con la percepción de las personas, tironear de sus nervios y hacer que sus corazones se aceleren. Pero le encantaba hacerlo, él era un cazador furtivo en un bosque de bastas presas.

Se ocultó en el marco ancho de una puerta del vecindario para ocultar su figura de tapado negro y sombrero justo cuando ella estaba a punto de darse vuelta otra vez. Siguió su camino doblando la esquina, repitió cada paso que la mujer daba hasta quedar a tan solo unos metros y asegurarse de que la atraparía si comenzaba a correr. Entonces, ya no le importaba que lo viera. Era la hora de la caza.

Ella sintió escalofríos a lo largo de su columna vertebral, su cabellera rubia, corta y ondulada se agitó cuando volvió a girarse. Esta vez casi tropieza cuando ve la figura de un hombre corpulento y de rostro escondido por la oscuridad, su corazón se detuvo y sintió el mundo dando vueltas. No había estado tan equivocada, sí que la perseguían. No debió salir tan tarde del trabajo ese día para cubrir un turno que no le pertenecía, tenía que dejar de pensar en los demás y dedicarse a ella misma.

Pero poco importaban esos pensamientos ahora.

Sus pasos dejaron de ser cortos y rápidos para comenzar a ser tan largos y ágiles como su falda se lo dejaba. Trotó calle abajo con el corazón en la mano y la respiración agitada, sintió el peligro en cada uno de sus huesos cuando sus oídos captaron cómo aquel hombre la estaba alcanzando. Sentía que si miraba hacia atrás sería su fin, así que siguió corriendo para doblar en un callejón con la esperanza de perderle de vista.

Quedó estática en su lugar cuando se dio cuenta que estaba acabada. El callejón no tenía salida, solo iba a la parte trasera de algún local para acabar en una pared alta de ladrillos. No cruzaba la cuadra entera como solían ser los callejones de su barrio.

Soltó la respiración que aguantaba, sus labios temblaron, sus manos se encerraron en puños y no creyó lo que estaba a punto de ocurrir. Las lágrimas se debatían entre salir o esperar a que se acumulen lo suficiente para crear una embravecida, tormentosa, marea. Se dio la vuelta al mismo tiempo que el hombre aparecía por su única escapatoria. Hombros anchos, barbilla con un rastro de barba y una sonrisa torcida que la hizo retroceder unos pasos. No había nada en ese individuo que le diga que era una broma, esto estaba ocurriendo de verdad.

Entonces, el hombre se acercó dispuesto a divertirse con ese cuerpo fino de mujer. Ella gritó.

Se derramó sangre esa noche.

Se derramó sangre esa noche

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• 𝑷𝑳𝑨𝒀𝑳𝑰𝑺𝑻 • 00. ɪ ᴡᴏɴᴅᴇʀ ɪꜰ ᴡᴇ'ʀᴇ ᴅᴇᴀᴅ - ᴇᴇᴠᴇᴇ •

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