𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑶𝑵𝑪𝑬

58 14 8
                                    

Sara abrió la computadora portátil que había tomado en su casa, aprovechó para chequear sus redes sociales mientras Aran estaba concentrado en los papeles de su habitación

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Sara abrió la computadora portátil que había tomado en su casa, aprovechó para chequear sus redes sociales mientras Aran estaba concentrado en los papeles de su habitación. Todos de alguna u otra manera terminaban hablando de ella o de alguno de los desaparecidos, la gente había seguido adelante con las noticias a cuestas, iban a algunas cuantas fiestas y se reunían, hablaban de los estudios, pero ninguno realmente sentía que había salido adelante. Los noticieros junto con las redes sociales no les dejaban olvidar que una parte de la población de Portland estaba metida en cuestiones satánicas, todos desconfiaban de todos y los estudiantes que siempre tuvieron una reputación por ser simplemente asociales o vestían como les daba la gana ahora pertenecían automáticamente a ellos y todo el mundo trataba de esquivarlos.

Ella suspiró aburrida, su barbilla apoyada en una de sus manos, en la mesa de la cocina. Sacó su vista de la pantalla cuando sintió un gran estruendo, algo se le había caído a Aran y ahora andaba mascullando en voz baja. Volvió su vista a la pantalla y encontró el perfil de su mejor amiga, Cindy Rockwell. Era lo mismo que con Steve, se dio cuenta; ambos habían publicado unas cuantas fotos a lo largo de su desaparición con mensajes para ella, para sí mismos o simplemente frases de canciones deprimentes.

Frunció sus labios, después de la fecha de su encuentro ninguno volvió a publicar absolutamente nada ni volvieron a conectarse.

Su perfil, en cambio, estaba lleno de mensajes alentadores, mucha gente que ni siquiera la conocía le había comentado fotos viejas con ánimos y aliento a ella y a su familia. El número de seguidores de su perfil público había aumentado drásticamente según las estadísticas, si su vida fuera otra y su carrera siquiera le importara mínimamente hubiera estado contenta por ello. Ahora le parecía aburrido. Una foto entre las tantas le llamó la atención, Steve y ella estaban juntos y sonrientes. Mientras iba bajando se dio cuenta que todas eran más o menos iguales, cambiaba de personas entre Cindy y Steve, a veces con sus padres y otras tantas con enormes grupos de amigos. No faltaban las fotos especiales de sus mejores atuendos, recordaba que siempre aprovechaba cada ocasión para cambiarse de ropa y pensar estilos. Ahora ya no había mucho de eso en ella.

Le llegó un mensaje, el ícono hizo un pequeño ruido al mismo tiempo que su celular vibró. Era Steve.

—¿Todo bien? —preguntó curioso Aran cuando la vio con una expresión de enojo.

Ella casi salta del lugar, no se había dado cuenta que él se estaba paseando por la cocina. Sara cerró la laptop sin siquiera ver el mensaje de su exnovio y cambió su ceño fruncido por una pequeña sonrisa.

—Todo bien —le aseguró.

Él volvió al sillón con sus manos llenas de papeles y su computadora debajo del brazo. Por un instante dudó, pero después dio media vuelta para ver a Sara y no pudo evitar pensar en las palabras que había dicho, los problemas ajenos siempre eran más fáciles. Aran no podía estar más de acuerdo. Y verla allí, sin siquiera poder retomar sus clases o juntarse tranquilamente con amigos lo llevó a formular la siguiente pregunta.

EL CÍRCULO ©  |  #PGP2022Where stories live. Discover now