" 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒖𝒃𝒊𝒏𝒂 "

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La sala se atestó de murmullos y quejas, desagrado por parte de los presentes en el lugar pues no era un misterio que la presencia de una persona de baja categoría como los esclavos y campesinos no eran bien recibidos en palacio.

Una guerra de miradas entre Apophis y el sumo sacerdote, esperando algún ganador, por otra parte Neferet siempre mantuvo su cabeza gacha con sus largos cabellos cubriéndole el rostro, era demasiada la vergüenza que estaba pasando como para mantener la cabeza alzada.

Apophis despegó con disgusto la mirada del sumo sacerdote para posarla sobre la campesina que ni una sola vez se digno a mirarlo y eso lo cabreó de sobre manera. Con rabia contenida dirigió su enorme mano hacia el rostro de Neferet sosteniéndola con fuerza por la mandíbula alzando su rostro hacia el suyo.

Un quejido salió de los secos labios de Neferet ante la agresiva acción del faraón, sus verdes y cristalinos ojos a causa de las lágrimas se depositaron sobre los oscuros de Apophis, sus azabaches fanales recorrieron el rostro asustado de Neferet causándole escalofríos, era de más decir que el faraón quedó encantado con la belleza de la mujer, sus rasgados ojos, su respingona y pequeña naríz y sus labios....esos labios de los cuales no podía apartar la mirada aunque quisiera.

Con rapidez giró su corpulento cuerpo dándole una última mirada antes de volver a su trono, sin embargo no se podía decir lo mismo de Neferet, la pobre se encontraba con el corazón a punto de salir de su pecho mientras que el miedo recorría su piel, se preguntaba que había hecho para merecer esto, todos sabían que cuando una persona de baja clase era presentada ante el faraón era debido a un suceso grave que hubiera ocurrido esperando su sentencia de muerte.

El mutismo una vez más reinó en la sala, todos esperaban una respuesta concreta de su soberano, sin embargo nadie esperó lo siguiente que estaba por ocurrir.

Las negras esferas de sus ojos se clavaron sobre el sumo sacerdote este, impaciente por saber una respuesta. Un solo asentamiento de cabeza de Apophis bastó para saber que la vida de Neferet estaba condenada. Fue la única vez que la pobre y desesperada jóven alzó su cabeza ante las exclamaciones de felicidad por parte del sacerdote.

No sabía a qué acuerdo habían llegado pero de seguro nada bueno ni beneficiario era para ella.

- Muchas gracias mi soberano, le aseguro que no le defraudaré...

- Eso espero... - bociferó con fonación gruesa.

Sus fanales se hallaron una vez más pero más bien era el atisbo masculino el culpable de buscar sus luceros, con vehemencia no los despegaba de la fémina poniéndola más que nerviosa ante la vigorosa mirada de su soberano.

Su brazo fue tirado con delicadeza insitándola a caminar, obligándola a romper esa conexión de miradas que a más de uno le pareció extraña. Con ligereza abandonaron la sala real adentrándose en los largos corredores de palacio.

La boca le escocía, necesitaba saciar su curiosidad y confusión, tenía que saber que hacia allí.

- Sumo sacerdote - profirió nerviosa jugando con sus manos - que hago aquí?

Sus palabras captaron la completa atención del sacerdote dedicándole una sincera sonrisa, detuvieron su andar en frente de una enorme puerta que enseguida fue abierta por una jóven y hermosa mujer.

- Los dioses han decidido tu destino - refirió - eres la bendición y prosperidad de estas tierras....

Neferet siguió muy de cerca al sacerdote una vez ingresó a aquella recámara, varias mujeres vestidas con finas telas se acercaron al sacerdote mirando con recelo a la intrusa.

Ambitious Women Where stories live. Discover now