" 𝐃𝐞𝐬𝐢𝐫𝐞́ "

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Neferet


Los días fueron pasando con demasiada rapidez para su gusto, no había vuelto a volver a ver a Apophis desde aquella noche en el jardín, debía de estar muy ocupado con los preparativos para recibir a su hermana, de solo pensarlo le producía arcadas, no se lo imagina con otra mujer que no fuera ella.

Había recibido las constantes visitas del comandante Inarus en el harem, el hombre la alagaba y le regalaba finos obsequios además de algún roce o caricia de su parte que ella no se podía negar, ansiaba con todas sus fuerzas poder matarlo, lo repudiaba con todo su ser.

La única que sabía de sus sentimientos hacia el faraón y le brindaba buenos consejos para conquistarlo era Akhen, era la única en la cual valía la pena confiar tal sagrado secreto. Akhen la había contado que Inarus era su consorte desde tiempos remotos, siempre se le veía ingresar a sus aposentos cuando aún Desiré vivía en palacio y eso era una vital información para ella.

Escondida detrás de una de las columnas del corredor se hallaba impaciente, rogando poder ver aunque sea una vez a su amado, no podía acercarse demasiado ya que habían guardias por doquier, y si la veían rondando por esos lugares sería cruelmente castigada.

Habían dado la estricta orden de no querer a ningún esclavo o persona de bajo rango merodeando por los corredores, al parecer la presencia de la princesa era de suma importancia para dictar tal órden.

Un suspiro de alegría abandonó sus labios cuando lo vió ingresar por el gran corredor, lucía como todo un dios, su klaft y nemés en perfecto estado, junto a sus brazaletes, anillos y collares de oro sobre su cuerpo, todo en el lo hacía lucir hermoso ante sus ojos.

- Mi amor - susurró feliz - aquí estás....

Pero todo signo de felicidad abandonó su ser cuando su mirada se posó hacia el costado de su amor.

Allí, tan altanera y elegante, con mirada de autosuficiencia, arrogante y vanidosa, su atavío blanco con bordados dorados, su impecable peluca con joyas sobre esta, de piel cobriza e penetrantes ojos negros, sostenía del brazo con posesividad a su amado.

Debía ser ella....la princesa Desiré

El sentimiento de odio y rencor se instaló en ella al ver cómo él le sonreía de esa manera, como si ella le hubiera contado algo gracioso, era una arpía.

Pero no sé daría por vencida sin antes dar batalla.

En la noche


Todo el salón se hallaba rebosante de alegría y diversión, los hombres aclamaban con emoción a las bellas bailarinas que danzaban al compás de una movida melodía brindando júbilo al lugar.

En el centro del salón, rodeada de las demás bailarinas, danzando con total sensualidad ante los ojos de los demás hombres, estaba Neferet, sabía del poder que tenía sobre esos hombres lujuriosos en especial en uno.

Desde su trono, sentado con una copa en la mano mientras le daba un sorbo de vez en cuando, estaba Apophis sin despegar la mirada de ella, lo están tentando y él lo sabía muy bien, mirar el movimiento de sus caderas, su estrecha cintura descubierta, sus delicadas manos...sus expresivos ojos...era toda una tentación.

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