" 𝑳𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂 "

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Moretones y marcas notorias adornaban su frágil cuerpo, unas intensas ganas de vomitar acompañadas de náuseas se apoderaron de ella desde el instante en qué abandonó aquél salón.

No quería hablar con nadie, solo quería estar sola por un rato, estaba rota, la habían quebrado de mil y un maneras, sentía rabia, rencor hacia aquella horrible mujer que la obligó a realizar tal labor, en cuanto tuvo una oportunidad escapó de ese sitio ya que los soldados estaban dormidos por el exceso de alcohol, con cada paso que daba se sentía más débil pero tenía que llegar como sea al harem.

Sus pasos eran torpes e indecisos, de un instante a otro perdió el equilibrio cayendo al suelo y ya no pudo contenerse más.

Rompió en llanto haciéndose bolita en el suelo, no había pedido esta vida, nunca le había hecho daño a nadie porque merecía tal trato, porque Atum, pero nada de esto se quedaría así, por supuesto que no, obtendría su venganza y cada una de ellas la iba a pagar muy caro.

- Me vengaré - susurró resentida - lo juro por Atum que me vengaré...

★★★

Cuatro lunas después

Todo se desenvolvía como de costumbre en el harem, las mujeres danzaban entusiasmadas por la llegada del faraón de su viaje a Menfis, todo debía estar impecable para su llegada.

Neferet había llegado más tarde aquella noche, todas dormían por lo que agradeció que así fuera, sin hacer ningún ruido se dirigió a su cama y se recostó pensando que cuando Rá asomara por el horizonte sería un nuevo día.

Y allí estaba...

Sentada sobre un cómodo mueble mientras comía una manzana al lado de su única aliada, Akhen, en cuanto había despertado todas las miradas se posaron sobre ella, algunas de lastima y otras de burla, pero las trató a todas por igual, con seriedad.

- He escuchado que el faraón había ido a visitar a su hermana a Menfis - planteó una mujer a sus espaldas - ya sabes cómo es la futura reina real....

Al parecer dos mujeres cuchicheaban sobre la vida privada del soberano, pero dejó de prestarle atención a su conversación, no podía perder el tiempo en estupideces sin utilidad, debía planear como seducir al soberano.

- Dime Akhen - expresó a su amiga - hay algún... arte para seducir a los hombres?

Preguntó curiosa mirándola con atención, Akhen la miró con rareza, nunca en su vida se había topado con ninguna mujer que no supiera seducir a un hombre.

- Bueno - carraspeo - a los hombres les gusta que los toques - la miró - caricias, miradas....

Mordió su labio pensativa, debía ser algo muy sencillo para mucha pero nuevo para ella, debía pensarlo y planearlo todo con detenimiento.

- Iré a tomar aire..

Concluyó levantándose y saliendo del harem, una potente mirada le estaba quemando la nuca, era incómodo, giró su rostro hacia donde provenía esa insistente mirada encontrando a una víbora.

Una molesta Nefert la miraba con recelo y enojo, sentía envidia de ella, de su belleza, podía tener al hombre que desease con solo una mirada, era la envidia de todas en palacio en especial la de ella.

Dedicándole una mirada de total seriedad la observó por última vez antes de abandonar el harem dirigiéndose hacia los jardines reales, quería tomar un poco de aire y pensar con claridad las cosas, no quería cometer algo y después arrepentirse.

Dedicándole una mirada de total seriedad la observó por última vez antes de abandonar el harem dirigiéndose hacia los jardines reales, quería tomar un poco de aire y pensar con claridad las cosas, no quería cometer algo y después arrepentirse

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Una vez estuvo en los jardines reales pudo observar la tranquilidad y la armonía del ambiente, algunos esclavos podaban las plantas, otros alimentaban a las aves exóticas del faraón, todo transcurría con normalidad.

Ocupó lugar en unos de los asientos frente a las hermosas plantas y flores de loto deleitándose con su exquisito aroma. No faltaron las miradas curiosas de los esclavos, los rumores de la nueva concubina del soberano se había extendido por todo Egipto.

Unas fuertes pisadas se escucharon por los corredores, era un ajetreo, dirigió su mirada hacia dicho lugar remplazando la seriedad de su rostro por la sorpresa.

Dos soldados iban a sus espaldas y junto a el ese sacerdote que la trajo aquí en contra de su voluntad, y allí estaba él, su soberano.

Tenía entendido que llegaba al anochecer pero al parecer logró llegar antes, con lentitud se fue alzando del suelo sin despegar la mirada de él. Su rostro estaba serio de seguro hablando de algo de suma importancia, su caminar elegante y seguro daba un aspecto de prepotencia.

Acarició sus labios recordando aquella vez en sus aposentos cuando juró por los dioses haberlo besado, pero no recordaba nada, salvo haber despertado en los aposentos del soberano, no sabía que había ocurrido entre ellos y la curiosidad la estaba matando.

Su seria mirada se despegó del sacerdote alzándola hacia los jardines conectándose con la de aquella mujer dueña de sus más húmedos sueños. La detalló con ligereza no podía perder mucho tiempo tenía serios asuntos que resolver.

El corazón de Neferet se agitó cuando sus miradas se encontraron con tanta intensidad y deseo, nunca había experimentado nada igual, y no le desagradaba en lo absoluto al contrario más crecía el interés hacia ese hombre indemne de todo Egipto.

Sus miradas rompieron esa intensa conexión cuando lo perdió de vista en uno de los corredores, fue así cuando pudo respirar con normalidad y pudo calmar a su agitado corazón.

Que fue eso?

Nunca se había puesto en ese estado por ningún hombre, ni siquiera por Bomani, sus manos temblaban y sudaban, sentía la garganta seca y estaba más que nerviosa ante su repentina presencia en los corredores aunque estuvieran en lejanía y no por el simple hecho de que sea el soberano, había algo más surgiendo dentro de ella que se encapeichaba en negar.

- No puedes - susurró para sí - no puedes enamorarte de él - cerró los ojos - es alguien prohibido...

★★★

La noche había caído y la celebración por la llegada del soberano había comenzado, los sacerdotes y jefes de sus tropas disfrutaban de la celebración, las mujeres danzaban al compás de la melodía, todas lucían muy hermosas con sus joyas y atavíos provocativos pero solo había una que resaltaba más que las demás.

Todas las miradas de los hombres estaban sobre ella, en el movimiento delicado de sus manos y caderas, la forma de proyectar sus movimientos luciendo seductora a los ojos de los espectantes.

Sentado en su trono con una copa de vino en su mano se hallaba un serio Apophis mirando con detenimiento a la hermosa Neferet, aún estaba molesto por haberlo rechazado aquella noche, nunca nadie lo había rechazado y que ella fuera la primera lo ponía rabioso.

La danza llegó a su fin retirándose las mujeres del salón siendo aclamadas por los hombres que exigían una danza más de la bella Neferet, todos habían quedado encantados con su inigualable belleza.

Bebiendo el contenido de la copa de un solo trago se levantó de su trono recibiendo las miradas de todos los presentes.

- Me retiró pero pueden continuar disfrutando de la celebración - miró a Neferet - y de mis bellas concubinas.

Los aplausos y halagos hacia su faraón no se hicieron de esperar mientas este descendía de su trono acercándose hacia la salida.

Por una parte la mirada deseosa de Inarus se posó sobre Neferet, si el faraón se retiraba la podía disfrutar en todo su esplendor y sería completamente suya.

Pero nadie contó con lo siguiente..

A pasos seguros se acercó a ella bajo su atenta y nerviosa mirada, con su fuerte y rasposa mano la tomó con delicadeza de la suya encaminándose hacia la salida con una nerviosa Neferet a sus espaldas. Todas las miradas estaban sobre ellos, el soberano se llevaba a la atracción principal, su deleite de la noche.

Con posesividad la pegó a su cuerpo acercando sus labios a su oreja enviándole escalofríos por todo su cuerpo cuando su gruesa y rasposa voz no se hizo de esperar.

- Tu vienes conmigo....










Continuará......

Ambitious Women Where stories live. Discover now