Amor?

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Los días fueron pasando dando paso a las semanas y mientras tanto aquellos niños que había conocido se fue ganando el cariño de Neferet, con calma y paciencia le fueron explicando todo lo que ella no recordaba que había sucedido en Egipto, le dieron un cambio de ropajes más acorde al lugar en donde se encontraban para así no llamar la atención.

No podía andar por la Villa de los esclavos vistiendo finas telas y joyas preciosas, aquellos niños eran tan amables con ella, la pequeña Anat se dedicaba todas las noches a peinar su cabello aludando que era una princesa egipcia mientras que Hatep le gastaba bromas y contaba chistes sobre los nobles egipcios.

Las calles estaban muy poco transitadas, la mayoría de los esclavos se hallaban en las obras trabajando, Neferet caminaba muy tranquila con un canasto de trigo que había recolectado del campo junto con las demás mujeres esclavas de la Villa.

Varios murmullos de mujeres aludaban malos conceptos de ella a sus espaldas más Neferet hacia oídos sordos, no quería perder el tiempo tratando de explicar que no era nada de eso que ellas creían que era.

Dobló en una esquina donde la seguridad y custodia de los soldados egipcios estaba más elevada ya que era el lugar donde se hallaba el granero, lugar donde se guarda la comida que sería llevada hacia el faraón y nobles, después el pueblo egipcio y por último si sobraba algo para los esclavos.

Vacío el canasto de trigo en una de las cestas del grano y se dispuso a salir, algunos soldados le lanzaban miradas de asco, y no era para menos, se hallaba sucia y con ropas rasgadas además de descalza, los ignoró a todos y con la simpleza y honradez que la caracterizaban salió del granero.

Limpió unas gotas de sudor que corrían por su frente a la vez que soltaba un suspiro cansado, nunca en su vida había trabajado tanto, estaba agotada, había terminado su jornada laboral por hoy y estaba segura que era más del mediodía.

Caminó por las calles rumbo a las obras, iría a ver cómo estaban sus niños, el viento agitó su ondulado cabello llevándose consigo un lejano pensamiento que vagaba por su mente desde el inicio que comenzó a trabajar como esclava.

Acaso así sería el resto de su vida?

Acaso no se merecía algo mejor?

No podía aguantar tantas jornadas de trabajo, eran explotados y maltratados, les daban muy poca raciones de comida..solo una vez al día podían comer, y su corazón dolía cuando miraba aquellas almas inocentes tan delgados al punto de verle los huesos, eran solo niños, como podían ser esclavos.

Había algunas veces que se había quedado sin comer para alimentar a esos niños inocentes, no le importaba quedarse sin comer con tal de ver unas sonrisas en sus rostros, a veces odiaba al faraón, era una persona muy injusta al poner a unos débiles niños a trabajar en las obras, era algo inhumano, el intenso Rá quemando su piel y algunos muriendo de hambre y sed.

Si algún día lo tenía delante no dudaría en decir lo que piensa de su persona, cuánta crueldad en un solo hombre.

Neferet limpió una lágrima que se derramó de su ojo derecho a la vez que giraba en una esquina llegando a un desolado camino que daba justo hacia las obras.

Una vez estuvo en el desierto abierto donde podía llegar el olor a sudor de los trabajadores, miró maravillada ante ella como una impotente estatua del faraón era alzada hacia las nubes, un grupo de innumerables hombres tiraban de varias sogas bien sujetas alzando por todo lo alto la estatua.

La mirada de Neferet buscó a esos niños traviesos por todo el lugar, no pudiéndolos encontrar, su cuerpo dió un pequeño brinco cuando sus ojos fueron cubiertos por unas manos que ella desconocía.

Ambitious Women Where stories live. Discover now