Un castillo fantasmal

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 «¡Pero qué demonios!» Pensó Scarlett.

—¿Qué hacen aquí? —les gritó, horrorizada.

Leticia y Héctor compartieron una mirada de complicidad.

—Oh, ya pasó de moda el típico argumento de no es lo que parece—. Héctor puso los ojos en blanco y después levantó las cejas.

—Escuchamos ruidos desde la sala y nos preocupamos —comentó Leticia.

—Eso no es cierto, los conozco a los dos—espetó Scarlett mirándolos enojada.

Su mente añadió algo más que no pudo decir, Leticia soltó una carcajada y admitió que abrió la puerta muy temprano en la mañana y los observó durmiendo muy abrazados. Y, por "coincidencia" Héctor también madrugó para ir a visitarla. Scarlett armó la escena con detenimiento, tanto su abuela como su amigo estaban mintiendo: eran unos malditos voyeristas.

Se levantó de la cama, echa una fiera, sintiendo vergüenza e indignación. Se encerró en el baño tratando de esclarecer sus pensamientos. Y, cuando salió, su público continuaba en su habitación. Los expulsó como si fuera la reina de Inglaterra.

Se agachó para recoger una camisa y se le escapó un grito ahogado cuando Ryo se levantó para seguir a los demás y los pantalones se le bajaron hasta las rodillas, y por el rabillo del ojo Scarlett vio una ráfaga de flashes, cortesía del celular de Héctor donde capturó uno de los momentos más bochornosos de su vida.

No le dirigió la palabra a Héctor cuando estuvo cursando sus materias en la universidad. Su amigo se la pasó enviándole las fotografías que tomó de ellos. Incluso, le dio unos retoques dignos de una revista para adultos. Además, de colocarles diálogos picantes. Scarlett no lo pudo soportar más y, en el pasillo, le estampó la mochila en la cara, pero nada valió. A Héctor le encantaba molestarla.

En la clase de taxonomía, notó a su amigo mirándola por las ventanas como si él fuera Alex DeLarge el personaje de la película La Naranja Mecánica. Le sonrió como un perfecto maniático y le indicó que chequeara su celular. Scarlett abrió su WhatsApp, descargó el video que le envió de unos quince segundos con el trasero de Ryo y la canción de Trey Songz, Neighbours Know My Name de fondo.

Al terminar las clases volvieron a pelear en los pasillos, luego Héctor la invitó por unos refrescos sin dejar de reírse. En la cafetería, una rápida mirada les confirmó que llegaron tarde porque las sillas estaban boca abajo sobre las mesas.

Divisaron a la chica de pelo anaranjado que hablaba con una joven. Scarlett no logró ver quien era la otra porque le daba la espalda a ella, pero había algo en su porte, en su presencia, que le abrumó. Por los ademanes que hacía se notaba que la estaba regañando y un gruñido suave cargado de tristeza salió de la garganta de la chica del pelo color anaranjado. La azabache se fue, entonces se acercó a saludarla.

En pocos minutos, Héctor logró sacarle una sonrisa a la joven que se presentó como Adhara. Estudiaba artes plásticas, y acababa de descubrir que su Romeo era gay. Igual le pasó a Leticia con Ricky Martín en el 2010.

De repente, a Héctor se le ocurrió invitarla a la feria, el mismo día en que Scarlett quedó con verse con Máximo. Sin embargo, su mejor amiga experimentó un malestar como si a su garganta le hubiera vertido agrio cuando escuchó que le presentaría a un amigo asiático. Se puso rígida. Arrugó los labios a la vez que asimiló y procesó las descripciones, atributos y habilidades del supuesto amigo de Héctor. Los ojos de Scarlett llamearon de irritación. Adhara se emocionó ante la perspectiva de conocer semejante exportación del sol naciente.

Se despidió de Adhara con una sonrisa tensa, luego, arrojó la mochila sobre su hombro tratando de calmar sus emociones.

—¿Estás loco? —le reprochó Scarlett a Héctor—. Como se te ocurre decirle que le presentarás a un amigo "asiático". No quiero ni pensar que estabas hablando de Ryo.

Mi chico DōpuWhere stories live. Discover now