Capítulo 8

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Nota del Autor: Por favor a las releyendo (#R) se les pide encarecidamente que no pongan ningún spoiler y nada que los insinúe porque sus comentarios serán borrados. Dejen que las nuevas (#N) disfruten

Irreconocible 

Killiam

Gruño a causa del dolor que irradia por mi brazo y pectoral derecho al moverme.

—Maldita perra —gruño y recuerdo las razones por las que estoy en este momento en la sala del hospital militar.

—No es que me meta en lo que no me llaman por su puesto, pero hay que aceptar que se merecía ese disparo —José murmura desde el sofá de la habitación.

—Tú si que intentas quedarte sin cabeza — regaña Oleg cuando nota que lo miro con demasiada irritación acumulada.

—No necesito a ninguno de los dos aquí —hablo con los dientes apretados aguantando el dolor que se extiende por mi pecho, y mi mano izquierda va al lugar que se encuentra vendado.

—No podemos —José se encoge de hombros y deja la revista de mujeres adineradas que había estado ojeando hace segundos sobre la mesa de cristal que está al lado del sofá.

—La enfermera dijo que necesita pasar la noche aquí y que alguien debía quedarse —Oleg repite lo que ya sé.

—Voy a romperle el cuello a la perra —vuelvo a gruñir y otra punzada recorre mi pecho.

—Si sigue gruñendo como un animal rabioso se le van a abrir los puntos, además digamos que si Angie quería matarlo lo hubiera hecho, pero solo le disparó para detenerlo de la estupidez que iba a cometer

No sé como carajos no puedo deshacerme de ese par, desde hace tres años se han pegado a mí como garrapatas, incluso Dendrik que ahora está casado los acompaña en su manera irritante de ser.

—Voy a poner música para que se relaje mi coronel general —José saca un pequeño parlante de su mochila y busca algo en su celular.

Yo empiezo a pensar en todas las cosas malas que he hecho en mi vida así que no puedo decir que no me merezco esta tortura, porque definitivamente si me la merezco.

—Jeffrey está haciendo la planificación para la misión de Atlantic City junto con el teniente coronel —Oleg trata de alejar mis pensamientos asesinos que estaba teniendo hace segundos para enfocarme en algo que realmente importa.

—Hay que aceptar que su idea era muy descabellada —José vuelve a intervenir —Angie hizo lo correcto en detenerlo, en especial porque a mí me producía ansiedad intentarlo.

Ruedo los ojos y muevo un poco mi mano que está conectada a las vías intravenosas.

—Con un disparo hubiera entendido su punto, pero me disparó dos veces —recalco los sucesos de hace horas, y como cuando la vea la estrangularé—. Ella tiene que recordar que soy el Coronel General de todo el ejército, la mayor autoridad y me encargaré de eso apenas salga de aquí.

—Ir a Moscú adentrarse en la boca del lobo de los Semiónov, y esperar que le den información de Dante era una terrible idea —Oleg confirma.

Tengo que apretar los dientes para tragarme cada una de las maldiciones que estoy a punto de decir. De los siete Semiónov jóvenes quedan solo seis, porque a Kesar lo mató esa mujer que se hace llamar Scarlett.

Que desde que apareció su presencia me perturba, me molesta a tal punto que su parecido con Violett me pone rabioso, y me siento asqueado al perder mi estabilidad.

Una melodía empieza a sonar desde el parlante que José pone en la mesa y cada segundo me duele más la sien.

—En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos, en plutonnn aún se oyen los gritos de amor —José canta en español y evidentemente Oleg no le entiende, pero yo saco el arma que tengo debajo de la almohada y le disparo dos veces a la radio.

ANEURISMA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora