Capítulo 19

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Nota del autor: Capítulos dedicados a Camila Benet porque hace unos días estuvo de cumpleaños y quiero que sepa que le deseo lo mejor del mundo. Darle especialmente las gracias por todo su apoyo incondicional y decirle que se ha ganado una parte de mi negro corazón sin sentimientos. 

Mami Violett y Papi Killiam te desean feliz cumpleaños. 

Maratón 1/3

Atlantic city parte 3

Killiam

El dolor de cabeza es tanto que incluso respirar me hace querer arrancarla. El mínimo movimiento entre las sábanas produce en mí, ganas de vomitar y presión en el pecho de manera constante como si me hubieran apuñalado.

Pero a pesar de mi sufrimiento me obligo a abrir los ojos para poder ubicarme en tiempo y espacio.

¿Dónde se supone que estoy?

Lo primero que logro observar aún con la mente nublada es la pared gris de la habitación del hotel, pero en el lugar que se supone que debería estar el televisor gigante, solo está el soporte. Así que cierro y abro los ojos varias veces para cerciorarme de que no estoy viendo mal y que el televisor si está tirado en el suelo con la pantalla rota en miles de pedazos.

¿Qué carajos?

Me levanto de golpe y todo mi mundo da muchas vueltas, haciendo que me vuelva a acostar.

— Mierda— gruño fastidiado.

Me muevo entre las sábanas calientes e intento volver a sentarme para observar mejor a mi alrededor. De manera lenta logro hacerlo, apoyando mi espalda contra el respaldar de la cama.

Lo que veo no me gusta para nada.

El televisor está roto en el suelo, la lámpara está rota al lado de los cristales esparcidos de la puerta del balcón, que también corrió con la misma suerte. Incluso las puertas del clóset están sacadas de su lugar.

Parece como si nos hubieran atacado anoche mientras dormía, espera.... ¿Dormía?

Intento repetidamente acordarme de algo de lo que hice anoche y nada viene, solo obtengo pequeños retazos de fuego y gritos.... Lo único que mi mente puede procesar fue que ayer pedí la comida para la cena y de ahí todo es negro.

Levanto una mano a pesar de que los músculos me chillan de dolor y me sobo el rostro algo consternado.

Una marca roja en mi muñeca llama mi atención y cuando observo mi brazo lo encuentro rasguñado, como si algún animal me hubiera follado toda la noche, es más, no solo el brazo, si no que el pecho está lleno de marcas rojas y mis piernas también están marcadas.

Me encuentro a mí mismo tan adolorido que me desconozco. Ni en mi época de entrenamiento militar, ni en mis más grandes combates me había sentido tan molido y adolorido como ahora.

Bajo una de mis piernas de la cama e intento encontrar algo para ponerme, mi mente está muy distraída y aún tengo momentos de quedarme en blanco, mientras busco entre mis cosas un bóxer para ponermelo.

No entiendo que carajos pasó, pero si fué una pelea ojalá más que sea que yo haya ganado.

Mis huesos chillan en el momento que me levanto de la cama e incluso partes que no sabía que podían sonar, lo hacen. Camino como puedo hasta el baño y mi reflejo está...

¿Es eso una mordida?

Tengo una mordida en la mejilla. Observo la gran mordida roja en el cachete derecho, y luego mis ojos celestes bajan inspeccionando lo demás y todo parece como si me hubieran atado y torturado durante semanas.

ANEURISMA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora