Capítulo 27

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Sueño parte 2

Violett

Maratón por San Valentín 2/3

¿Justo a mí tenían que enviarme el caso que solo pasa en el 1% de la población?

Al parecer sí.

Ahora mismo me encuentro abriendo el estómago de este hombre y encontrándolo lleno de sangre con coágulos, haciéndome más difícil el trabajo de hallar el origen de la hemorragia.

La frente se me llena de sudor y siento como la sala de cirugía se vuelve más pequeña.

Aspiro la sangre con rapidez para no perder tiempo y detecto varias úlceras pépticas* en su interior. Una de ellas ha fistulado la Aorta Torácica* lo que produce el sangrado a chorro dentro de su cuerpo.

—Justo una fístula aortoentérica* —murmuro con ironía sin detenerme.

En el 85% de estos casos se mueren, así que voy mucho más rápido de lo que antes iba.

Detener la hemorragia es mi tarea principal y logro conseguirlo antes de que el paciente tenga una caída de sus signos vitales.

Lograr eso en un paciente que tiene todas las probabilidades de morir es un gran mérito, porque para este punto ya debería haber declarado la hora de la muerte.

Una vez que tengo estabilizada su perdida de sangre, me enfoco en ver si hay alguna otra herida que cerrar, pero cuando ya lo tengo estable lo cierro y ordeno que lo lleven a la sala de cuidados intensivos.

Esa cirugía tomó todo de mí, y mi energía se encuentra al límite de las cuerdas. No puedo perder más pacientes como lo hice la semana pasada y aunque el de hoy era un caso imposible, me alegra haberlo salvado.

—Has hecho un excelente trabajo —alguien me sostiene el hombro cuando me quito el gorro y me giro para encontrarme con mi tío —. Sin duda alguna mi sobrina es la mejor jefa de cirugía cardiotorácica que pude haber conseguido.

Las palabras del señor Ernesto me hacen reír. Él me ama mucho por hacer feliz a su sobrino y lo que no sabe, es que su sobrino me hace feliz a mí.

—Fue agotador —me quejo y pongo mi mano en mi hombro para moverlo —. Tenía una fístula aortoentérica. Nunca había visto una de esas.

—Pero noté que la manejaste de manera increíble —va caminando conmigo —. ¿Cómo están los niños?

Sabía que haría esa pregunta, va a visitarlos una vez a la semana para no molestar a Killiam, pero pregunta por ellos siempre que puede.

—Estamos disfrutándolos al máximo —confieso —. Kaled pelea mucho con Killiam, la verdad es que Kaled no quiere dejar que su padre me toque, no sabía que podía haber alguien más posesivo que Killiam.

Ernesto se comienza a reír y yo también lo hago mientras recuerdo como Kaled apenas ve a Killiam, corre a mis brazos y se me trepa encima tratando de cubrirme por completo.

—¿Y los demás?

—Kaya es una copia de Killiam, convenció a Chris que le regalara una serpiente chiquita de las que son inofensivas, pero igual me tiene con los nervios de punta —niego y continúo después de un rato —. Kenneth es el niño de papá, no importa lo que Killiam haga, él lo sigue, no se quiere despegar de él y Kayden, ese nos quiere a ambos. A veces creo que se encuentra en un dilema porque nos mira y no sabe para dónde ir o a quién seguir.

—Amo demasiado a esos niños —se ríe —. Vamos a celebrar esté fin de mes sus dos años. ¿Verdad?

—Claro que sí, no se preocupen por Killiam, a él también le gusta la idea —miento y Ernesto lo sabe.

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