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Las pistas van acumulando nuevas sospechas

En la mañana, Meng HuanYue se concentró en revisar las afueras de la Torre, especialmente el lugar donde esperaban los carruajes. Mientras estaba acariciando a los caballos, Xen ShenTai perdía la paciencia con él. Cruzado de brazos, esperaba cualquier información sobre alguna pista del atentado hacia el gran Patriarca, pero su más allegado sirviente solo reía mientras daba manzanas robadas en el desayuno a los potros.

-¡Ya basta!- gritó por fin bastante enfurecido.- ¡Detén ya de una vez esta actitud tan absurda! ¿Crees acaso que los caballos te van a decir quién fue el culpable, Meng HuanYue?

-Majestad, los animales son más inteligentes de lo que pensamos. Ellos pueden reconocer muchas cosas que nosotros omitimos. Por eso hay que confiar en sus instintos cuando hay un terremoto.- comentó el de rojas vestimentas acariciando la crin de uno de los caballos.

-¡No estamos en un terremoto, Meng HuanYue!

-Por sus gritos, majestad, va a provocar unos cuantos.- su tono risueño al intentar cubrirse la boca no se pudo disimular.

-Eres demasiado irritante.- Xen ShenTai desvió la mirada y arrugó su rostro por la molestia.- Solo había dicho una suposición, pero no esperaba que fueras en serio. ¿Por qué crees que los animales nos pueden ayudar a descubrir quién quiso callar al gran Patriarca?

-Porque estaban haciendo mucho ruido cuando la flecha entró al salón de Xing Hu. Lo que significa que la persona que disparó la flecha se ocultaba entre los carruajes.

-Por una vez que dices algo lógico.- señaló el emperador, sintió de repente el aroma de manzana mucho más cerca y al mirar hacia su sirviente, una gran mancha roja fue lo que distinguió su vista.- ¿Qué...?

-Pensaba que su majestad no quería dejar solos a los caballos comiendo, así que también le ofrecía una manzana.- respondió en tono burlón el menor.

-¡Meng HuanYue!- quiso pegarle, pero solo logró rozarle una de las mangas, aún así, aprovechó el contacto y la sujetó para tirar de él.- Como sigas siendo tan irrespetuoso conmigo, esta noche dormirás con los caballos que tanto amas.

-¡Ay, ay, ay! ¡Majestad, no sea así de cruel con su pobre sirviente!- fingía sentir dolor por los tirones, haciéndose el inocente, pero en verdad reía para sus adentros.

Desde la cima de las escaleras de Xing Hu, los dos gemelos de Dadi los miraban desde la distancia. Una sonrisa se esbozó en los labios de la joven al ver a ambos hombres interactuar entre sí. Su hermano soltó una carcajada, le parecía gracioso que un emperador tratara de forma tan cercana a un sirviente.

-Pienso que ellos dos se llevan muy bien.- comentó una vez paró de reír.

-Estoy de acuerdo contigo, Didi, ellos parecen ser buenos amigos, no un amo y un sirviente.

-Me recuerda mucho a cómo éramos nosotros cuando niños. Jugábamos así también en nuestros ratos libres. ¿Lo recuerdas, Jiejie?- ella asintió con una mirada de nostalgia por aquellos días de juegos y travesuras.

Desde la esquina izquierda de Xing Hu, la figura de Jiang XiaHe apareció de forma imponente siempre junto a su fiel acompañante Dalai KongShun. Su rostro estaba serio, muy diferente al de su sirviente, quien parecía casi todo el tiempo estar esbozando una leve sonrisa ciertamente espeluznante. Madame XiaHe dio unos pasos hasta la cima de la escalera deteniéndose para hacer una reverencia de respeto a los gemelos, quienes la devolvieron a la par.

-Buenos días, jóvenes emperadores.- dijo con tono neutro.

-Buenos días, emperatriz Jian XiaHe.- respondieron los gemelos al unísono.

Los ojos del emperador Where stories live. Discover now