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El nuevo sirviente del emperador se comporta extraño.

Cerca del mediodía, Meng HuanYue aún estaba dormido. El emperador, a su lado, supervisaba su sueño con gran seriedad. Aún se sentía contrariado por el trato que había hecho con ese extraño que se había colado en sus aposentos, pero no tenía escapatoria. Para Xen ShenTai, Meng HuanYue era su única esperanza si no quería que la secta Kongyun cayera. Tenía un peso muy grande que cargar sobre sus hombros debido a la prematura muerte de su padre. Sin embargo, ¿qué hubiera pasado si no hubiera muerto ahora y hubiera vivido veinte años más? La historia hubiera sido la misma, o incluso peor. Para ese tiempo, y según la experiencia que tenía, Xen ShenTai hubiera tenido que enfrentar la realeza sin ninguna ayuda ante su dificultad. Al menos ahora contaba con alguien que se había ofrecido a ayudarlo, aunque fuera un completo desconocido. Tendría ese recurso a su alcance siempre, según había dicho su nuevo sirviente. Le parecía un joven bastante extravagante en su forma de hablar y negociar como para que fuera del todo pobre.

Se acercó al rostro del muchacho, quería observarlo mejor ahora que lo habían bañado y su rostro estaba limpio. Tuvo que acercarse bastante, pues poco distinguía a una mayor distancia, las figuras se difuminaban sin remedio para sus ojos. Recorrió con ellos las cercanías de los rasgos de Meng HuanYue, ahora que estaba limpio, le parecía que tenía una piel bastante suave, al menos eso le dijeron sus ojos. Siguió por su cuello y llegó hasta el pecho de este, en el cual una figura extraña de color negro se hizo presente. Maldijo en su mente por no poder distinguir lo que era, solo sabía que había un dibujo en su pecho, pero no podía ver cuál era el símbolo que representaba.

-¿No decías que no era un manga cortada, majestad?- preguntó una voz cansada, el emperador se alejó rápidamente del cuerpo del joven ladrón y acomodó sus mangas para volver a tener su solemne postura

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-¿No decías que no era un manga cortada, majestad?- preguntó una voz cansada, el emperador se alejó rápidamente del cuerpo del joven ladrón y acomodó sus mangas para volver a tener su solemne postura.

-Solo estaba comprobando si tus heridas estaban bien.- dijo con una voz galante.

-Oh, gracias por preocuparte por mí, pero no era necesario que te fijara con tanta cercanía. ¿O pretendías ver cada parte de mi piel?- sonrió de forma insinuante mientras se incorporaba un poco en la cama.

-Ya que lo sabes, no me quedará más que decirte, Meng HuanYue. Solo puedo distinguir las cosas a esa distancia, así que te tendrás que acostumbrar a que te mire de esa forma si quiero ver algo de verdad.- respondió con una voz autoritaria mientras le alcanzaba el tazón de caldo que ya tenía ubicado a su lado, lo había tocado más de cuatro veces para asegurarse de que estuviera allí, pues no quería hacer el ridículo más de lo que ya lo había hecho en la mañana.

-Gracias por la comida, majestad.- tomó el cuenco de caldo de las manos de su soberano y, con una sonrisa y una mirada fija en él, comió lentamente.- ¿No comerás tú?

-¡Qué irrespetuoso! Soy el emperador, mi cena y almuerzo son preparados y servidos en el comedor real.- su despectivo tono daba a entender su descontento con la actitud de Meng HuanYue.

Los ojos del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora