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Las historias del cultivador entretienen al emperador y le dicen verdades al ladrón.

Xen ShenTai no estaba de acuerdo con compartir su tienda con nadie más. Ni siquiera si fuera su familia, menos un sirviente, peor aún sería un burdo ladrón callejero. Sin embargo, no tenía más opción, estaba bajo la vigilancia de aquel extraño cultivador. ¿Qué raro? Consideraba extraño a Hao ZhiNuan, pero a Meng HuanYue no lo sentía de aquella forma. Esos pensamientos invadieron su mente en gran parte de la noche y no lo dejaron conciliar de manera tranquila el sueño. Bueno, eso y los ruidosos ronquidos de su fiel sirviente a su lado. Xen ShenTai estaba al punto del colapso, pues llevaba un tiempo que ni él había podido descifrar tratando de dormirse, pero Meng HuanYue era demasiado revoltoso hasta para dormir. En su cama, acostado como si mirara al techo, el emperador sentía los movimientos del más joven acompañando su notoria respiración. Más de una vez algún brazo o pierna cayó sobre él, pero lo apartó con desdén y furia. Quería gritar más de un improperio, pero si evidenciaba que algo pasaba en su carpa estando a solas con otro hombre, sí que tendría fama de manga cortada. Además, debía medir su vocabulario, ya que era un emperador después de todo.

A la mañana siguiente, y con ardor en los ojos, el soberano despertó por el suave aroma de un té recién hecho. Los ligeros sonidos del movimiento de la tetera y el vaso le hicieron saber que la persona que lo acompañaba se lo acercaba a la cama y lo colocaba en una pequeña mesita a su izquierda.

-Buenos días, majestad.- la enérgica y alegre voz de Meng HuanYue perforó los oídos del mayor y lo hizo arrugar el ceño en recuerdo de la tan mala noche que había pasado.- ¿Tuviste un mal sueño que te veo tan molesto?

El ladrón sirvió el té y tomó la mano del contrario para darle el vaso. Este lo tomó en silencio, aunque soltaba ocasionales y ligeros gruñidos.

-¿Estás seguro de que estás despierto del todo, majestad?- preguntó mirándolo con incredulidad y tratando de ver su cara de frente, pues él la tenía baja y contraída.

-Como vuelvas a hacer otra pregunta, te juro que te mando a cortar el cabello por completo.- el tono amenazador de Xen ShenTai solo hizo al sirviente cubrirse la boca con su manga para evitar que su risa se escuchara.- Jamás había sabido de una persona que hiciera tanto ruido y movimiento durante su sueño. Meng HuanYue, ¿cómo es posible que no estés cansado después de moverte tanto?

Con preguntas así, el ladrón no podía retener más la risa detrás de su manga, por lo que la dejó salir sonoramente.

-¿De qué hablas, majestad? He dormido profundamente y me siento lleno de energía.- al hablar, estiró sus brazos de forma exagerada para demostrar sus palabras.- Nunca había tenido un sueño tan cómodo. Aunque sigo diciendo que la cama del palacio es más suave, de esta no me quejo.- el ceño del emperador se arrugó.

Tenía ganas de gritar. De decir: "Si te pasaste casi todo el tiempo durmiendo encima mío.", pero esas palabras serían de sobra para desatar las burlas de Meng HuanYue y era muy posible que algún sirviente escuchara aquellos gritos y lo interpretara de forma indebida.

-Hazle un favor a mi paciencia y ordena que me sirvan el desayuno mientras se recoge la caravana. Ya quiero salir de esta carpa.- su furioso desdén hizo que el más joven solo asintiera sonriendo.

-Como digas, majestad.- se dirigió a la entrada de la carpa, pero se detuvo antes de salir.- Aunque, parecía que lo decías como si ya no quisieras tenerme a tu lado.

-Que bien que tu escasa mente comprende eso.- acompañado de una expresión entre enfado y orgullo, el emperador dirigió su mirada a dónde escuchó la voz del contrario en el otro lado del lugar.

Los ojos del emperador Where stories live. Discover now