14

254 21 35
                                    

Se descubre a un culpable como inocente, pero es un inocente culpable

-No es posible. Desde que tengo memoria soy incapaz de leer un pergamino o un libro. Mi visión siempre ha sido mala, Meng HuanYue. ¿En qué te basas para decirme esto?

-Puede que alguien supiera desde antes que tu visión es mala... y quiera dejarte sin ella por completo. Tú lo has dicho, en los últimos tiempos has perdido la capacidad de ver por la noche. Cada vez puedes ver menos... y yo he sentido algo repentino por comer esas ciruelas.

Cuando escuchó aquella declaración, Xen ShenTai quedó atónito del asombro. Todos estos años que había pensado que solo iría a peor con su vista, ahora tomaba sentido que alguien estuviera detrás de ello.

-Tiene que ser de mis sirvientes más cercanos que preparan mi comida. Los mandaré a decapitar a todos por este insulto hacia mi persona.- declaró molesto.

-Oh, no, no lo harás.- por fin Meng HuanYue recuperó la compostura y fue a sentarse frente al emperador en la mesa, entrelazando sus dedos y quedándose mirando al otro joven con rostro serio.- No podemos arriesgarnos a dejar cabos sueltos.

-¿Quién eres tú para...?- se detuvo de hablar.- Una orden de alguien más... ¿A eso te refieres?

-Así es. Si demostramos saber de esto, quien sea el responsable hará lo posible por huir o no hablar. Más aún si lo matas, no podremos saber nunca quién le ordenó hacerlo y con qué intenciones.

-Pero si dejo pasar el tiempo, seguiré consumiendo de ese veneno. ¿Acaso crees que quiero quedarme ciego?

-Sé que no quieres, majestad. Pero me dará la oportunidad de saber cómo está llegando el veneno a su comida. A esas ciruelas de seguro se lo inyectaron con agujas para que no se viera. El sabor no cambió, así que no se siente. Tendré que probar en otro momento por el olor.

-¿Y mientras qué comeré si no es lo que me preparan?- preguntó algo ansioso.

-Buscaré en la cocina de la Torre por ahora. Hasta que regresemos a tu palacio, solo comerás lo que yo te traiga y yo supervisaré cómo hacen tu comida. Diré que son órdenes tuyas, nadie podrá replicar.

-Está bien. Procura dar con el responsable.- Xen ShenTai se puso de pie por fin y se dirigió a pasos lentos a la cama.

Se sentó allí y soltó un largo suspiro antes de pasar una mano por su rostro y luego ponerla frente a sus ojos. Escasamente distinguía aquella silueta, todo alrededor y en las lejanías era pura oscuridad, y mientras la tarde caía, menos lograba ver. Todo este tiempo temiendo a la perpetua oscuridad como una maldición de nacimiento y resultaba que era responsabilidad de alguien quien quería ver caer su reino. Apretó los ojos y el puño con fuerza, se sentía indignado. ¿Por qué no se dio cuenta antes de que era a causa de un veneno?
Su piel sintió el contacto con las manos ajenas, aún ásperas, era un contacto amable.

-Majestad... ShenTai... no tengas miedo, ¿sí? Aún puedes ver aunque sea un poco. Y si algún día dejas de hacerlo, te vas a cansar de tenerme a tu alrededor.- sentenció con un tono pícaro, pero a la vez cordial.

-¿Qué quieres decir con eso, papanatas?

-Que no me va a importar nada. Si te quedas ciego, entonces yo me quedo a tu lado. Prometí hacerlo, y como tu fiel sirviente, sigo aquí y aquí estaré.

-¿Te estás poniendo blando ahora? No soy una dama como para que me hables en ese tono tan extraño.- el emperador recogió su mano para evitar el contacto.

-Pero se te nota en la cara que tienes miedo.

-¿Quién no lo tendría, Meng HuanYue? Quisiera verte a ti reír como lo haces y corretear sin parar cuando no puedes ver ni siquiera donde alcanzan tus manos.

Los ojos del emperador Where stories live. Discover now