7

332 44 56
                                    

Las conjeturas del ladrón y el emperador sobre el objetivo del cultivador en la Torre.

Xen ShenTai cerró su mano en un puño con fuerza, tirando de los cabellos de su sirviente y haciendo que este soltara algunas quejas por el dolor y algunas palabras de súplica para que lo liberara de su agarre. Meng HuanYue fue zarandeado antes de tener por completo su cabello de vuelta. Casi sintió que se lo iba a arrancar de la fuerza que había usado su amo.

-Odio cuando te quedas en silencio.- se quejó Xen ShenTai apretando los dientes.

El sirviente se incorporó lentamente con una descarada sonrisa en sus labios. Su mirada no se apartaba de la furiosa expresión del emperador. En cambio, este hacía lo posible por mantener su respiración calmada para que los improperios que su mente guardaba no salieran dando una mala imagen de él. Obviamente Meng HuanYue lo llevaba al límite de la poca paciencia que tenía.

-Bien, ¿me dirás entonces cuál es el objetivo de ese cultivador en la Torre?- dijo cruzándose de brazos por dentro de las mangas de su túnica.- ¿O también eso me lo dirás entre preguntas y acertijos raros?

-Lo dices como si no te fuera más ameno el viaje así, majestad.- el emperador suspiró ante esas palabras que tan presumidas le parecieron.- Es muy sencillo, va a devolver un favor.

-¿Devolver un favor?- el asombro de Xen ShenTai se evidenció en su expresión.- ¿Cómo estás tan seguro de eso?

-Porque lleva consigo una pieza del jarrón de Jade que exorcizaron con un escrito de la secta Dadi. Eso es lo que trae su bolsa.- dijo mientras revisaba en sus manos lo mencionado.

-¡¿Qué?!- aunque su sorpresa se hizo presente, no tardó en recobrar la compostura.- Esta vez no me negarás que lo robaste.

Meng HuanYue rió con una fuerte carcajada. Guardó el trozo de jarrón en la pequeña bolsa una vez más y la cerró como mismo estaba.

-Si voy a satisfacer tu curiosidad como fiel sirviente, cosas como estas tendré que llevar que cabo.- un leve chasquido se escuchó de los labios del emperador.- Vamos, ¿me dirás que no quieres saber lo que dice la carta que lleva dentro esta bolsa?

Su insinuante tono hizo que el emperador reaccionara demostrando interés con un leve movimiento de su cabeza. Esto fue más que evidente para los atentos ojos de Meng HuanYue, quien amplió su sonrisa mostrándose victorioso. Me lanzó la bolsa al regazo sorprendiéndolo ante la presencia inesperada del nuevo objeto. Xen ShenTai palpó el contenido, sintió la dureza de aquel trozo de Jade dentro de la tela y un papel doblado que lo acompañaba. Resignado, y esperando que eso le diera otras respuestas que buscaba, acercó tanto como pudo la bolsa a sus ojos. Quería intentar distinguir en los patrones de la tela a qué secta pertenecía el cultivador. Sin embargo, aunque lo intentara, solo conseguía ver colores muy borrosos como manchas difuminadas. Nada claro como para poder concluir en algo.

-¿No recuerdas acaso, Meng HuanYue, que no soy capaz de...?- su pregunta no concluyó, pues la bolsa fue arrebatada de sus manos con prisas.

Casi pensó que se le había caído e intentó tomarla en el aire, pero luego escuchó a su sirviente volver a sacar su cuerpo por la ventana del carruaje.

-Joven Maestro, se le ha caído esto cuando ha ido a ayudar a los sirvientes.- ante las palabras del joven ladrón, Xen ShenTai casi da un salto por el miedo.

Estaba ahí, cerca de ellos. El cultivador estaba junto a su ventana y él había estado a punto de decir su secreto. Maldijo por dentro a Meng HuanYue por tentarlo a leer aquella carta que tanto avivaba su curiosidad, pero agradeció que su sirviente reaccionara rápidamente y de una forma que no fuera sospechosa.

Los ojos del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora