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La llegada a la Torre y conocer a los demás emperadores y al Gran Patriarca.

Esa noche todo transcurrió bastante en calma. Xen ShenTai no estaba tan irritable como en otros momentos y Meng HuanYue estaba muy cansado como para seguir haciendo de las suyas. Sin embargo, el que más extraño y diferente se encontraba era el cultivador que los acompañaba. En las últimas horas, había estado comportándose muy diferente. Estaba más atento a los alrededores y muy callado para lo comunicativo y curioso que había sido al comienzo del viaje. Por supuesto, esto lo notó Meng HuanYue al no perder de vista casi nunca a Hao ZhiNuan.

Por desgracia para Xen ShenTai, dormiría nuevamente en compañía de su sirviente, quien era cada vez más revoltoso al dormir. Entre los ronquidos, movimientos y demás cosas que incomodaron al emperador, su paciencia fue colmada y tomó una solución poco ortodoxa, pero que al parecer le dio buen resultado. Desató su cabello para hacerse de la larga cinta que lo mantenía recogido y con esta ató manos y piernas de Meng HuanYue. Este seguía completamente dormido y sin darse cuenta de nada. Aún así, sus ronquidos seguían siendo un problema a resolver por parte de Xen ShenTai. No había muchas opciones, así que solo optó por ponerle un cojín sobre la cabeza a su sirviente para intentar opacar aquel molesto ruido. Aunque no se silenció del todo, al menos ya no era tan fuerte. El emperador miró hacia arriba como si agradeciera tener la posibilidad de dormir y se dejó caer junto al joven atado durmiendo profundamente.

(...)

La chica movía con una rama los maderos que se quemaban frente a ella y su compañero de viaje. Estaban en silencio mientras comían unos bollos al calor de la fogata, pero la voz del joven interrumpió los sonidos de la fauna nocturna que los rodeaba.

-Has estado callada mucho tiempo, A-Guang. Creo que estás pensando mucho en algo. Me gustaría que compartieras tus dudas conmigo.- su amable sonrisa invitaba a cualquiera a responderle.

-Maestro ChaoHeng... ¿por qué se le tiene tanto odio a los que son de sangre maldita?- la pregunta de la pequeña desconcertó un poco al mayor, pero ya se esperaba algo como eso.

-Ninguno de ellos ha sido bueno al reclamar su lugar en el mundo. Muchos incluso, ni lo merecen, pero aún así lo buscan. Durante la historia, en sus manos siempre ha habido muerte, el final es el mismo para todos. No son puros, tienen el corazón sucio de alguna forma y por ello no deben ser tomados a la ligera.- la respuesta fue en un tono serio y firme.

-Pero... ese joven sirviente no parecía una mala persona... Era como un niño inocente y travieso. No puedo creer que una persona así sea capaz de traer la muerte...- la chica bajó la mirada con decepción sintiendo que la mano de su compañero se posaba en su cabeza.

-Pequeña A-Guang, es una maldición lo que trae consigo esa marca, pero solo quien la porta, sabe a quién lleva la muerte.- ella lo miró confundida.

-No comprendo, Maestro. ¿Insinúa que ese joven puede usar la maldición a su favor?

-No solo él, pequeña princesa, todos sus portadores han podido y pueden hacerlo. Que no sean inteligentes como para lograrlo, es otra cosa.- dejó por fin su seriedad para volver a sonreír.- Por eso, de él dependerá todo lo que pase a partir de ahora.

-Pero es solo un sirviente, nadie le creerá.- intervino ella muy preocupada.

-Te olvidas de algo, dulce A-Guang.- ella ladeó la cabeza confundida.- Es el sirviente personal del emperador.

-¿Cree usted que eso lo ayude en algo?

-Por supuesto. Los emperadores no tienen sirvientes personales, así que ellos tienen una relación que va más allá de la jerarquía. Y estoy casi seguro que, en un incidente que conlleva muerte, ellos no se dejarían solos.

Los ojos del emperador Where stories live. Discover now